Este viernes llega a los cines españoles Tengamos la Fiesta en Paz, la comedia musical familiar de Juan Manuel Cotelo e Infinito +1, filmada con la ayuda de muchos pequeños donantes. Mezclar musical y comedia familiar no es algo que se vea mucho en el cine español, pero esta película logra un equilibrio entre ambos géneros, divierte y emociona y será una película navideña recurrente durante muchos años.
Aunque el título pida paz, la película ofrece guerra, porque la alternativa es la ruptura. Sus canciones hablan de combatir sin rendirse, los niños preparan estrategias, ataques e incursiones y hay cacharros enemigos de la familia que deben ser destruidos físicamente, con tirachinas o con escopeta.
Es una película sobre niños que exigen a sus padres ser luchadores y estar unidos.
Así lo proclama la mejor de las canciones, la más pegadiza y emocionante, que cantan los niños, explicando que quieren "lo mismo que todos los niños del mundo quieren de sus padres". Es una buena canción de guerra para cantar en retiros familiares y en terapias de familia.
Pero ¿cómo volver a ser príncipe y princesa? "Siempre estamos discutiendo", cantan los adultos en la primera canción. No se puede hacer una canción alegre de ese tema.
Pero se pueden dar pistas: "busco en la infancia tesoros perdidos", "quiero volver a creer, quiero tener fe"... Hay sabiduría en la infancia y "tesoro" es una palabra que se repite mucho.
Los 3 niños actores, Aguillo -el "papá"- y Cotelo -el director, que hace también de jefe malo- hablan de sus experiencias con la película
La sabiduría de los niños y abuelos
La película da voz a los niños y a la abuela. Da voz a los que nadie escucha en nuestra sociedad individualista. De hecho, el espectador conoce el nombre de los niños, pero no de los padres, que nunca se dirá.
Irina, la niña pequeña, reclama su derecho a ser vista y oída en el drama familiar. Su lógica -natural y sobrenatural- puede abrir ojos a los obcecados.
La abuela tiene perspectiva. La película reconoce que en la lucha habrá heridas y lesiones, que es necesario recuperarse de ellas, pero que hay que levantarse de nuevo.
Los niños han encerrado a los padres enfadados
Hay enemigos internos y externos. "Vamos perdiendo por un autogol que nos hemos metido", admite la madre en cierto momento. "El virus no está ahí fuera, está aquí dentro", señala, en la única alusión a la pandemia viral. Hay actitudes de ambos que pueden mejorar.
Las pantallas son un enemigo externo metido en casa y el bolsillo. Sí, especialmente los programas basura que miran hipnotizados. Pero no sólo esos programas. Las pantallas son enemigas porque quitan la calma necesaria.
El otro enemigo es el jefe. Una canción con decoraciones rojas nos muestra su oficina como un infierno, donde los empleados bailan al ritmo de la palabra "explotar".
Escena de la oficina con jefe explotador en Tengamos la Fiesta en Paz
Buenos niños actores
La abuela (magnífica Mamen García) y el misterioso niño que se presenta como "el negociador" enganchan muy bien con el público. Las películas con niños actores siempre tienen riesgo, pero los tres hermanos (Eva y Ana Bravo y Juan Sánchez) y su enigmático nuevo amigo (Miguel Ángel Serrano) cumplen a la perfección, sin ñoñerías ni sobreactuaciones. También llevan bien el peso de sus coreografías.
Ana Bravo -en el papel de Irina- tiene su propio número musical en Tengamos la Fiesta en Paz
Teresa Ferrer, como mamá, tiene que hilar un personaje complicado, porque mamá a la vez está desconcertada y tiene que fingir un control que no posee. Carlos Aguillo, como papá, -a quien hemos visto en las partes de ficción de El Mayor Regalo y en un corto emotivo navideño haciendo de demonio- ha de estar enfadado casi toda la película sin agobiar al espectador ni quitar el tono de comedia, lo que tiene su mérito. A veces los diálogos de los niños parecen más naturales y fluidos que los de los adultos.
Con plumas y traje especial, mamá -Teresa Ferrer- intenta llamar la atención de su enfurruñado marido pegado a la TV
Una crítica que se le suele hacer al cine español es que no se entiende a los actores, que no vocalizan. Y a los musicales, incluso a los de Disney, se les acusa de que no se entiende la letra. En Tengamos la fiesta en paz los diálogos se entienden del todo, todo, todo, con un sonido perfecto y una dicción absoluta, incluso en los niños y las canciones. La música nunca ahoga la letra y la voz siempre se impone.
Signos cotidianos de fe
En cuanto a los elementos cristianos, son abundantes sin ser invasivos. La abuela se santigua, canta villancicos cristianos y anima a rezar, como tantas abuelas españolas, y los niños rezan, como tantos niños españoles. Algunos espectadores cristianos reconocerán que el peluche de la pequeña es un "Jesusito de mi vida" y lo alzan en las coreografías como signo de tesoro y fuerza.
Sin duda, Tengamos la fiesta en paz va a ser la experiencia musical familiar de estas Navidades en España.
Tráiler oficial de Tengamos la fiesta en paz