El Centro Pieper, foco de la cultura católica ubicado en Mar del Plata (Argentina), ofrece un curso anual que, en 2023, propone como tema una Aproximación a los Doctores de la Iglesia.
Hasta el momento, se llevaron a cabo las primeras cuatro conferencias, sobre San Anselmo, San Gregorio Magno, San Bernardo de Claraval y San Alberto Magno. (El resto del programa, con dos conferencias en julio y hasta noviembre hasta completar catorce sobre los distintos doctores, puede consultarse aquí.)
Religión en Libertad entrevistó a Cristian Rodríguez Iglesias, el director del Centro Pieper, sobre el curso de este año, como lo hicimos respecto al curso del año 2022, sobre la Cristiandad y la Hispanidad.
Cristian Rodríguez Iglesias, director del Centro Pieper, cuyo nombre rinde homenaje al filósofo católico Josef Pieper (1904-1997).
-¿Qué es lo que caracteriza a un Doctor de la Iglesia?
-Un Doctor de la Iglesia tiene las notas características de doctrina ortodoxa, santidad de vida y aprobación de la Iglesia, que comparten también con los llamados Padres de la Iglesia, pero se le suman otros dos requisitos, eminente erudición y expresa declaración de la Iglesia, como señala Johannes Quasten en el Volumen I de su famosa Patrología.
»El gran pensador católico español Francisco Canals Vidal señaló como un hecho indudable "que, en los santos que la Iglesia ha declarado como sus Doctores, la fe y la doctrina católica han resplandecido con una influencia iluminadora de tal alcance y de tal carácter que con razón puede decirse que han enseñado a la Iglesia, evidentemente en ella y con aprobación de ella".
»Por tanto, se le reconoce a los Doctores de la Iglesia por su aporte doctrinal, teológico y/o espiritual, por defender la ortodoxia de la fe con sus escritos y por recibir el título de Doctor a través de algún Papa. Los Doctores destacan por una especial autoridad en su enseñanza, teniendo incluso un rango propio en las celebraciones litúrgicas.
-¿Cuántos son?
-Hasta este momento, se le ha concedido ese título a 37 santos a quienes la Iglesia reconoce como intérpretes autorizados de su doctrina.
-La relación del Doctor de la Iglesia con la doctrina es directa. ¿Cuánto influye, a su vez, la “santidad de vida”?
-Influye muchísimo. Porque en los santos podemos escuchar realmente la voz de Dios: ellos tienen con Él una relación especial, como de connaturalidad. A propósito de esto, el Papa San Juan Pablo II subrayó que "en los santos nos habla Dios mismo. Por esta razón, con el fin de profundizar en los divinos misterios, que son siempre más grandes que nuestros pensamientos, se atribuye un valor especial a la experiencia espiritual de los santos, y no es casualidad que la Iglesia escoja únicamente entre ellos a las personas a quienes quiere otorgar el título de Doctor".
»No olvidemos tampoco que el ejemplo y la palabra de estos Doctores debe ser tenido en cuenta tanto por los fieles laicos como por los clérigos, especialmente los que se dedican a la predicación y a la investigación y enseñanza de la teología. Por eso, el mismo Papa polaco señaló también que "cuando el Magisterio proclama a alguien Doctor de la Iglesia, desea señalar a todos los fieles, y de modo especial a los que prestan en la Iglesia el servicio fundamental de la predicación o realizan la delicada tarea de la investigación y la enseñanza de la teología, que la doctrina profesada y proclamada por una persona puede servir de punto de referencia, no sólo porque es acorde con la verdad revelada, sino también porque aporta nueva luz sobre los misterios de la fe, una comprensión más profunda del misterio de Cristo". ¡Este es el aporte inconmensurable de los Doctores de la Iglesia!
-¿Por qué hoy es importante hablar de los doctores de la Iglesia?
-Creo que en medio de la enorme crisis de nuestro tiempo -que no la ve solo el que no quiere -, los Doctores son verdaderos faros que orientan e iluminan con la luz de Cristo. La idea del Curso de este año es aprovechar sus palabras y testimonios de vida para mantenernos firmes en la fe verdadera -la fe de siempre-, conscientes y convencidos de que “esta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe” (1 Juan 5, 4).