¿Y si aparecieran unas ánforas selladas con textos del mismísimo evangelista San Lucas explicando los sucesos de la vida de Jesús? Ése es el punto de partida de la novela El Manuscrito de Antioquía, obra del veterano periodista especializado en religión Miguel Ángel Velasco.
Una periodista del Washington Post consigue acceder en 2029, bajo el Pontificado de Juan Pablo III, a esos textos recién encontrados. Con ella revisitamos los hechos del Evangelio de la mano de San Lucas con un enfoque especial. Lucas era griego, culto, secretario de San Pablo, autor de un Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles. Y, para nosotros, prácticamente un periodista.
Lucas es uno de los nuestros, de los que no somos ni judíos ni conocimos a Jesús en su vida terrena. Él visita a los testigos, y los entrevista, y escribe crónicas de los lugares y los sucesos. Eso ha hecho que ya otros novelistas recurrieran a él como nuestra voz y nuestros ojos en aquellos sucesos. La prolífica Taylor Caldwell lo hizo en 1958 con Médico de cuerpo y almas y Frank G. Slaughter lo hizo en El camino de Bitinia en 1951. Eran épocas de cine bíblico y novelas bíblicas. Pero no tan lejanas: en 2018 Jim Caviezel era Lucas en la película Pablo, apóstol de Cristo, de Andrew Hyatt y T.J. Berden. Lucas es apasionante porque es “nuestro hombre” en el siglo I.
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Aquí el tono es distinto al de esas novelas, porque el tratamiento es más periodístico, aunque muy cercano al Evangelio. Aquí Lucas se expresa mediante crónicas y entrevistas a testigos. Y el autor -o la adaptación española de la periodista del Washington Post- hace hablar a los personajes bíblicos, en su mayoría gente sencilla, de pueblo, con expresiones muy castellanas: “caían chuzos de punta”, “mi hija se levantó y estaba como una rosa”, “habréis estado de palique en la barca”, “el Bautista le canta las cuarenta al lucero del alba”… Eso le da una cercanía única al lector español y una viveza especial a los personajes.
A lo largo de 220 páginas, Lucas entrevista a personas que viven en Nazaret, en Egipto, en Cafarnaum, en Jerusalén; a amigos de la infancia de Jesús, a Pedro, a Salomé, la madre de Juan y Santiago, a Susana, la pecadora arrepentida, a multitud de testigos. Finalmente, logra hablar con la misma María, madre del Señor. Y pintar su retrato, según la tradición tanto romana como griega de que él fue el primer pintor de iconos. Con él nos acercamos una y otra vez a vidas transformadas por Dios que repiten: “yo entonces no entendía, e incluso ahora no lo entiendo del todo, pero mi vida no puede volver a ser igual”.
Una tradición, tanto en Oriente como en Occidente,
atribuye a San Lucas los primeros iconos de la Virgen,
un tema que trata "El manuscrito de Antioquía"
"El evangelio en plan periódico"
Miguel Ángel Velasco, gran conocedor del texto bíblico, explica cómo surgió este libro. “Siempre, a lo largo de mi vida profesional de periodista, he soñado con tener tiempo que dedicar a escribir un Evangelio en plan periódico; no en vano los primeros periodistas cristianos fueron los que proclamaron a los cuatro vientos la Buena Noticia; Juan, Mateo, Marcos y Lucas”. Entre los autores de los que se declara deudor cita a “Cabodevilla, Descalzo, Sobrino, Sánchez Silva, Vilariño, Ricciotti o Jacomuzzi”, además de santos, artistas, pintores, poetas…
Recuerda lo que escribió el mismo San Lucas: “muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros siguiendo lo transmitido por los que fueron testigos oculares desde el principio”. “Hechos que se han verificado… como si acabaran de ocurrir, vamos”, escribe Velasco.
“Hechos, hechos, Hechos de los Apóstoles, nada de rumores ni de oídas, nada de impresiones. Hechos”. Es la parte que interesa al periodista. El novelista completa el resto con sentimientos, descripciones, sensaciones, a veces, que limitan con lo inenarrable. Como siempre con Jesucristo, lo cotidiano y lo inefable van de la mano. He aquí, pues, un libro para revisitar el Evangelio y meditarlo con una mirada nueva.
Un autor apasionado de los hechos bíblicos y el periodismo
Miguel Ángel Velasco nació en Poza de la Sal (Burgos), estudio Filosofía y Letras, en Salamanca y Periodismo en la Escuela Oficial de Madrid. Desde 1965 fue redactor en el Diario “YA”. De 1972 a 1981 fue su corresponsal y de la cadena EDICA, en Roma y en el Vaticano. Es autor de los libros “Juan Pablo II, ese desconocido”, “Santos de andar por casa”, “Guía del Vaticano”, “Los derechos de la verdad” y “Voluntarios: una revolución imparable”.
Entre los premios que ha recibido están el Luca de Tena, Manos Unidas, Salamanca, Ramón Cunill, el “Bravo” de información religiosa, y Eduardo Dato y el premio especial Religión en Libertad del año 2019. Fue subdirector de Mundo Cristiano y después director del semanario Alfa y Omega durante 20 años. El Papa le concedió el título de Caballero de la Orden Pontificia de san Gregorio Magno.
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