¿Quién inventó el románico? ¿Cómo se representó el bien y el mal entre los siglos XI y XIII? ¿Por qué se representaban escenas sexuales en las fachadas de las iglesias y qué significado tenían las bestias mitológicas como los dragones o unicornios? ¿Cuál es el significado de los Reyes Magos? Son solo algunas de las preguntas que responde el especialista Carlos Taranilla en su último libro dedicado a la Iconografía del Románico, publicado por Almuzara.
Nacido en León en 1956, Taranilla es licenciado en historia del Arte, se ha dedicado al mundo editorial durante casi una década y 35 años a la docencia, compaginando todo ello con la publicación de libros como Grandes mitos y leyendas de la historia, Grandes enigmas y misterios de la historia, El Santo Grial, Enigmas y misterios de León o Eso no estaba en mi libro del Camino de Santiago (todos en Almuzara), entre otros.
En Iconografía del Románico, Taranilla ofrece al lector "una brújula imprescindible" para recorrer los tres siglos principales de apogeo del arte románico en Occidente. Lo hace ofreciendo siempre el rigor propio de las fuentes históricas y los protagonistas de aquel periodo, pero centrándose en multitud de anécdotas y curiosidades desconocidas para el gran público amparándose en todo momento en la doctrina cristiana al respecto.
Recogemos un extracto de algunas de las grandes preguntas a las que responde la Iconografía del Románico:
¿Quién fue el creador del arte románico? ¿Quién inventó el término?
El vocablo románico fue empleado por primera vez en 1818 por el erudito francés Charles de Gerville (1759-1863) para referirse a todo el arte anterior al estilo gótico que se había venido realizando en Europa desde la caída del Imperio romano, puesto que utilizaba los elementos típicos de la arquitectura romana como el arco de medio punto y su proyección en el espacio, la bóveda de medio cañón; de la misma manera que las lenguas derivadas del latín se denominaron romances o románicas.
¿Qué características tiene el arte románico?
Taranilla destaca en primer lugar que el románico estuvo influido y mediatizado por el culto a las reliquias y las peregrinaciones, fenómeno internacional que constituyó el camino idóneo para su difusión. Se trata también de un arte clerical y popular, en el sentido de que los distintos artífices, maestros y artistas seguían las directrices de los teólogos en su intención de adoctrinar a los fieles por medio de unas imágenes incomprensibles sin la palabra del predicador. También se caracteriza por una finalidad no tanto decorativa sino didáctica, que sacrifica la belleza de la forma en aras al fondo o contenido simbólico que encierra la obra. No pretende despertar las emociones de los fueles, sino ilustrarles.
Puedes conseguir aquí "Iconografía del románico", del historiador del arte Carlos Taranilla.
¿Por qué hay escenas sexuales en iglesias románicas?
Para Taranilla, otra de las aparentes "contradicciones" y uno de los principales enigmas del románico es cómo pueden darse escenas realmente impúdicas y obscenas en las portadas de las iglesias. Máxime cuando lo que predica la fe cristiana es el respeto a la moral, las bunas costumbres y la honestidad.
Sin embargo, no con pocos los canecillos y modillones decorados con estas escenas. ¿Qué significan? Al igual que otras representaciones o seres con connotaciones negativas, estas se colocarían fuera de las iglesias siguiendo la metáfora de estar alejadas de Dios. Sin embargo, el autor recoge otras explicaciones que son de lo más inverosímiles, como el humor grosero de los canteros o incluso el de estimular la reproducción en una sociedad con una elevada mortalidad.
También aparecen hombres y mujeres en posturas grotescas o realizando actos impúdicos, así como escenas homosexuales, siendo frecuente que estas representaciones aparezcan asociadas a castigos contra la lujuria.
¿Cómo se divide el arte románico?
Taranilla destaca que la diferenciación cronológica más aceptada en torno al arte románico se divide en tres fases: una primera etapa hasta el año 1088, fecha del inicio de Cluny III. A esta le sigue el Románico Pleno, desde fines del siglo XI hasta mediados del XII, en el que se producen las distintas variantes nacionales y regionales desarrolladas a lo largo del Camino de Santiago. Y en tercer lugar, el Románico de transición o tardorománico, desde mediados del siglo XII hasta principios del XIII, conviviendo con el cisterciense y los inicios del estilo gótico.
¿Cómo se representa al demonio en el románico?
Uno de los aspectos más interesantes de este libro es el recorrido del autor por la Biblia y las edificaciones románicas para comprender cómo se representaba al diablo en el románico. Así, destaca que una de las imágenes del demonio que se repiten en la mayoría de templos románicos es la máscara o gloutons de un monstruo andrófago que engulle a seres humanos entre sus dientes de sierra.
Las beak-heads fueron otra socorrida forma de representar al demonio en el románico, consistentes en cabezas terminadas en pico de ave y que aluden a los monstruos diabólicos, a la lujuria o a los pecados de la carne, poniendo en evidencia la naturaleza débil del ser humano.
Taranilla destaca también cómo el diablo se representa siguiendo un patrón antropomorfo, zoomorfo o mediante híbridos de los dos anteriores, dotándole de alas para recordar que es un ángel caído y de un aspecto amenazador. Los representados en el claustro del monasterio de San Juan de la Peña o en la iglesia del Salvador de Sepúlveda son solo algunos ejemplos. Los cabellos en llamas, los genitales exagerados o las patas y cuernos cabríos son otros motivos asociados al demonio.
Dos diablos representados en la catedral de Tudela, haciendo presa con tenazas en la lengua de un jugador y blasfemo.
Los Reyes Magos, ¿siempre fueron tres? ¿Y cómo se llamaban?
El de la Epifanía o la adoración de los Reyes fue uno de los temas preferidos a la hora de elaborar la iconografía en el románico. Pero no siempre se consideró que fuesen tres. De hecho, fue el Papa San León I el Magno quien en el siglo V estableció su número en tres, así como los nombres: si bien en occidente se les conocen como Melchor, Gaspar y Baltasar, en otras tradiciones se les llama Appelicon, Amerín y Damascón (en la griega) o Magalath, Galgalath y Serakín (en la hebrea).
¿Cómo se representan a los tres Reyes Magos?
Una forma frecuente de representarlos fue el de la proskynesis o genuflexión, que evolucionó hasta aparecer con una rodilla apoyada en el suelo (iglesia de la Magdalena de Tudela) o en fila con el primero de ellos de rodillas (San Juan del Mercado de Benavente). Otras escenas, como en Santa María de Taül, Melchor representa la vejez, Baltasar la madurez y Gaspar la juventud.
¿Por qué aparecen seres mitológicos y fantásticos en el románico? Siernas, centauros, dragones y unicornios
Otro motivo frecuentemente representado en la iconografía románica eran los seres fantásticos y mitológicos, basándose en los motivos descritos primero por el Physiologus del siglo II-III d.C., el De Universo de Rabano Mauro (siglo IX) u otros bestiarios posteriores como el de Aberdeen (siglo XII). ¿Por qué poblar frisos, parteluces, tímpanos, capiteles, ménsulas e infinidad de elementos arquitectónicos de seres fantásticos?
Aunque según Taranilla esta es considerada como "una de las mayores contradicciones de la plástica románica", el especialista se refiere a las cuatro funciones citadas por el canónigo y obispo Lucas Tuy (1160-1249) de la defensa de los fieles, la imitación de la doctrina y la decoración, aunque también se plantea su colocación en el exterior de los templos como representación del mal y la contraposición de Cristo, presente en su interior.
En cualquier caso, se han hallado seres mitológicos como arpías o sirenas de dos colas en una clara alusión a la lujuria, como el caso de San Vicente Serrapio (Asturias). Otros como los dragones, basiliscos o grifos fueron tenidos generalmente como espejo del mal.
No sucede lo mismo con el caso del unicornio, que aunque tiene un carácter malvado en la Biblia, se vuelve manso al calor de una doncella mientras esta mantenga su virginidad, lo que se asimiló con la dulzura del Niño Dios en brazos de su Santísima Madre. Un ejemplo de dualismo en el que también se identificó a esta figura con Jesucristo, como rezan Salmos 29:6: "Y el amado será como el hijo del unicornio".