A mediados de septiembre, la Santa Sede respaldó la condición de santuario mariano que tendrá el templo autorizado por el obispo de Brescia en Le Fontanelle de Montichiari, el lugar de las apariciones de la Virgen, bajo el nombre de Rosa Mística, a Pierina Gilli. No significa su reconocimiento oficial, pero viene a reconocer las gracias derramadas en el lugar, al que acuden miles de peregrinos, y, fuera de él, en los cinco continentes a donde se extiende ya a devoción. La construcción de este santuario había sido una petición transmitida por la vidente.
Lo explica uno de los mayores conocedores de las apariciones, Riccardo Caniato, editor de los Diarios de Pierina, en La Nuova Bussola Quotidiana, en una noticia que ha reproducido Cari Filii News:
Los Diarios de Pierina Gilli, la voz de la Virgen como Rosa Mística, han sido preparados por Riccardo Caniato y editados recientemente por Voz de Papel en español. Pincha aquí para adquirir ahora el libro.
En Le Fontanelle [Las Fuentecillas] de Montechiari, la Virgen tendrá un nuevo santuario. Lo ha decidido el obispo de Brescia con el placet de la Santa Sede. La constitución será oficial el próximo 7 de diciembre, cuando monseñor Pierantonio Tremolada peregrine a Le Fontanelle y presida la misa. El nuevo templo estará dedicado a María Rosa Mística, y es imposible evitar una referencia a las visitas de la Santísima Virgen testimoniadas precisamente en este lugar y bajo este título, en 1966, por una mujer humilde de esta tierra bresciana. Y, sin embargo, es totalmente prematuro hablar ahora de un reconocimiento de las apariciones.
Pierina Gilli, conocida como la vidente de Montichiari, dedicó su vida primero como enfermera y, seguidamente, con una forma personal de consagración radical, a Dios. A partir de 1944, año de las primeras manifestaciones sobrenaturales, y hasta su muerte en 1991, siempre relató fielmente a sus confesores y en sus escritos la constante experiencia mística que la llevaba a encuentros y diálogos con la Virgen y Jesús. Al igual que otras figuras similares, como Santa Gema Galgani, que primero recibió las visitas celestiales de San Gabriel de la Dolorosa, los encuentros que Pierina tenía con la Madre y el Hijo eran preanunciados e introducidos por Sor María Crucificada (Paola Di Rosa), la fundadora de las Siervas de la Caridad de Brescia, que vivió en el siglo XIX, un siglo antes de Pierina y que cuando empieza a aparecérsele es ya beata; en 1954 es proclamada santa por el Papa Pío XII.
Gilli, durante su extraordinaria existencia espiritual, saltó a la portada de los periódicos en dos momentos distintos, en 1947 y en 1966, cuando algunos hechos sorprendentes rompieron el muro de ocultación que había levantado a su alrededor en obediencia a la autoridad de la Iglesia, que nunca fomenta la divulgación de hechos de esta naturaleza. Fue entonces cuando se supo y se escribió que la enfermera de Montichiari había sido la destinataria de dos ciclos de apariciones y mensajes de la Virgen.
En el primer ciclo, culminado el 8 de diciembre de 1947, la Inmaculada se le había aparecido dentro de la catedral, sobre una Escalera Santa que llevaba al Cielo. En el segundo, la Virgen se había desplazado al manantial de Le Fontanelle, en la campiña cercana al burgo, donde bendijo una de las fuentes con sus manos el Domingo in Albis de 1966 -el mismo día que, por deseo de Juan Pablo II, se celebra la Fiesta de la Divina Misericordia-, prometiendo gracias particulares de misericordia en el cuerpo y en el espíritu a quien se bañara en ella y bebiera de ella con fe. Es ese mismo lugar, ese mismo año, la Virgen apareció también el 13 de mayo para el aniversario de Fátima y el día del Corpus.
La imagen de Rosa Mística con sus características tres rosas en el pecho.
La Madre de Dios, que se presentó como María Rosa Mística y Madre del Cuerpo Místico que es la Iglesia, apareció ante Pierina vestida con un hábito blanco y tres rosas en el pecho que, según le explicó, correspondían a las oraciones, los sacrificios y las penitencias que pedía de ella y de quien creyera en su venida, como reparación de tres pecados correspondientes a tres categorías concretas de consagrados; es decir, de los que no cumplen con su vocación, de los que viven en pecado mortal y de los sacerdotes que traicionan a Jesús, como hizo Judas.
Para saber más sobre el mensaje y la mariofanía transmitidos por Pierina, véase el estudio del biblista Enrico R. Galbiati, Maria Rosa Mistica e Madre della Chiesa, del que fui responsable, junto a Rosanna Brichetti Messori, en la edición póstuma publicada por la editorial Ares; y también los Diarios de Pierina Gilli, de cuya publicación soy responsable, también en la editorial Voz de Papel, y en los que se incluye mucha documentación, útil para una comprensión total de estos sucesos. Sin profundizar ahora en el contenido de las numerosas revelaciones privadas, llenas de detalles que ayudan a profundizar la vida de fe, nos basta saber que el mensaje de los dos ciclos de apariciones de 1947 y 1966 es un apasionado llamamiento a la Iglesia para que, empezando por los consagrados, los hombres eviten "el castigo más grande" -así lo define la Virgen- que ellos mismos se autoinfligen al abrazar el "ateísmo".
En práctica la Virgen temía, en la inmediata posguerra, la aparición de una gran crisis de fe que podría atacar el corazón de la Casa de Dios en sus hijos predilectos, los consagrados, y les pedía una nueva conversión ante la difusión de la indiferencia y de los pecados graves. Tal vez fue precisamente por esto por lo que no fueron los sacerdotes y los religiosos de la parroquia que conocían de cerca a Pierina Gilli los que la miraban con preocupación y vergüenza, sino los miembros de la jerarquía, porque en esa época, en la que los seminarios aún estaban llenos, era impensable lo que sonaba como un llamamiento tan explícito a causa de sus propios errores y negligencias.
Peregrinos en Le Fontanelle, donde abundan las gracias y conversiones.
El hecho es que el juicio sobre las apariciones por parte del primer obispo implicado, monseñor Giacinto Tredici, quedó en suspenso, debido también a la hostilidad demostrada, a priori, por el canciller de la curia que tenía que llevar a cabo, en nombre del obispo, las investigaciones habituales sobre los hechos de 1947, y que no dio ninguna importancia a las opiniones favorables del jefe de servicio de psiquiatría del hospital de Brescia y de algunos ilustres pastores, entre los cuales dos futuros obispos, que declararon que Gilli estaba perfectamente sana, era inteligente, honesta y tenía buenas intenciones. Al contrario, la trató como una trastornada y visionaria. En los decenios sucesivos, los sucesores en la cátedra de San Anatolón dejaron todo en suspenso y no ordenaron ulteriores profundizaciones de los hechos. Más bien lo que hicieron fue pedir en 1984, a través de monseñor Bruno Foresti, a la Congregación para la Doctrina de la Fe que se informara a todas las diócesis del mundo de que no se habían reconocido las apariciones.
El motivo de esta solicitud fue que la noticia de la mariofanía de Montichiari se había extendido a los cinco continentes por vías misteriosas en las que se puede leer el difundirse de un diseño providencial, favoreciendo por doquier una devoción muy fuerte a María Rosa Mística y, también, testimonios sobre una constante presencia de gracias y curaciones que, según los interesados, eran totalmente inexplicables.
El obispo, por consiguiente, y por prudencia, tuvo que informar que todo este movimiento de oración, conversión y vidas renovadas desde Alemania a China, pasando por Uganda, México y Estados Unidos… no era (y no es) atribuible a un hecho que hubiera sido objeto de un estudio profundo y adecuado por parte de la Iglesia. Por otra parte, es sorprendente que, al mismo tiempo, la autoridad competente, vistas las novedades que surgieron con los años -sobre todo el nuevo ciclo de apariciones de 1966 y su cosecha de frutos buenos o buenísimos que hay que verificar- no hubiera puesto en marcha de inmediato más estudios e investigaciones sobre el caso.
Sin embargo, este impasse ha sido interrumpido por los últimos tres obispos de Brescia, que no han sido insensibles al sensus fidei que acompaña a todo lo que rodea los hechos de Montichiari:
- monseñor Sanguineti, que en 2001 reconoció a Le Fontanelle el culto mariano de María Rosa Mística;
- monseñor Monari, que uno de sus últimos actos públicos en 2017, antes de dejar el cargo, fue en peregrinación a Le Fontanelle y que, en 2014, creó la Fundación María Rosa Mística en la que están presentes todos los miembros de la curia y representantes de las asociaciones de oración vinculadas a Pierina Gilli;
- y monseñor Tremolada, que ha fomentado nuevos recorridos de profundización y discernimiento de naturaleza histórica, científica y teológica sobre la mariofanía y la figura de Pierina Gilli.
La constitución del Santuario forma parte de un proceso que viene de lejos y que ahora reconoce la presencia de una devoción sana, de gracias particulares y de muchos buenos frutos de conversión. Sin embargo, no está dicho que esto lleve, al menos en breve, al reconocimiento de las apariciones y del mensaje, aunque la Virgen, según Pierina, deseaba que esto sucediera pronto, como sucedió en otros lugares queridos por Ella para el bien de las almas. En cualquier caso, una cosa es cierta: la Virgen había predicho que el Santuario se construiría.
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Traducción del italiano de Elena Faccia Serrano publicada originalmente en Cari Filii News.