José Francisco Serrano Oceja es profesor en la facultad de Comunicación de la Universidad CEU San Pablo y colaborador habitual de ABC y la Cadena COPE, entre otros. Acaba de publicar Noticias, y algo más, sobre la Iglesia (Palabra).
No pocas veces nos hemos preguntado, ante la avalancha de informaciones y opiniones sobre la vida de la Iglesia y sobre el pontificado del Papa Francisco, si los enfoques de las noticias son adecuados y sin sesgos, si la atribución de las declaraciones se ha hecho correctamente, o si la información religiosa es distinta a la de la política, la salud o la cultura. Es hora de formarnos un criterio sobre las noticias, las opiniones y los medios que hablan de la Iglesia. Es la hora del protagonismo activo de los lectores.
-¿Por qué puede ser interesante este marco o contexto periodístico y eclesial para el criterio de cualquier lector no especializado?
-Los destinatarios de este libro, que es una especie de ensayo, son todas aquellas personas que están preocupadas por la información que se ofrece de la vida de la Iglesia. Aunque he querido escribir un libro polifónico, en el que estén presentes muchas voces, la clave son las tesis que se van desgranando por sus páginas.
»Pero también quisiera que este libro sirva para el diálogo y el debate entre quienes nos dedicamos, de una u otra forma, a la información religiosa, para los periodistas que día a día trabajan en este campo. Creo que no se investiga sobre esta materia suficientemente, no se publica. Somos demasiado practicones y no nos paramos a reflexionar. Incluso hemos asumido, de forma acrítica, algunas formas de periodismo que no son adecuadas para la naturaleza de la Iglesia.
»Por otra parte hay fenómenos que están complicando estas relaciones, como por ejemplo el papel de los gabinetes de comunicación como fuentes en la relación con los periodistas y determinadas actitudes de rechazo y animadversión, catalogación entre los nuestros y los enemigos. Los estereotipos son generalizaciones que implican un nulo esfuerzo por acercarse y escuchar al otro.
»El libro no olvida un destinatario muy importante: el fiel cristiano de a pie que muchas veces está perplejo ante lo que lee, escucha o ve.
-¿Hasta qué punto está afectando negativamente la pandemia y la política radical a la libertad de manifestación del hecho religioso en nuestra sociedad y su reflejo en las informaciones y opiniones sobre la Iglesia?
-La polarización, los estereotipos, el encuadrar a un periodista y a un medio y reconocerle más por la imagen que se tiene de él que por la realidad es una tentación permanente. En la Iglesia hay demasiada opinión, muchas veces infundada y como recurso de defensa, más que información y diálogo. Por eso el riesgo de enmarcar la información sobre la Iglesia en un contexto de tensión entre los extremos, las dialécticas.
»El libro es una invitación a un ejercicio permanente de aplicación de criterios profesionales y una invitación a quienes se dedican a la comunicación institucional en la Iglesia a seguir las actitudes que pide el Papa Francisco: apertura de miras, trasparencia, salida en misión. Hay aún demasiada ocultación, excesiva opacidad provocada por las narrativas de interpretación, las versiones, y no por la realidad de los hechos.
»Y también plantea a los periodistas que estamos en medios especializados una autocrítica permanente, intentar evitar los sesgos cognitivos.
-¿Es necesaria una mejor formación en las noticias eclesiales, de modo que la Iglesia respete la naturaleza de la información y los periodistas la naturaleza de la Iglesia?
-No quisiera yo entrar en el debate de la formación para el acceso a esta profesión desde las titulaciones de periodismo, que siguen siendo necesarias incluso para los que trabajan en este campo. Excepto el notable esfuerzo del Máster de la Ramón Llull, que dirige Miriam Díez, que prepara en este campo, han desaparecido notables iniciativas que existían para formar a los periodistas que se van a dedicar a estas materias. Se percibe una pérdida de tensión formativa en este periodismo. Y también una ausencia de formación de los futuros sacerdotes en cuanto a la comunicación, en general, y el periodismo.
-¿Qué recomendaría a los actuales responsables de la información eclesial, desde el más alto nivel hasta cualquier delegación de medios de una diócesis, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos?
-No me gusta dar recomendaciones a nadie. Quizá en el libro encuentren algo que les haga pensar sobre el día a día de su trabajo. A mí me ha ayudado en este sentido. También hay temas que no he tratado, que están abiertos. Me gustaría que el libro sirviera para alimentar un debate público, entre todos y por todos, sobre cómo es la información de la Iglesia en España en este momento, cuáles sus valores y cuáles sus defectos.
El autor de Noticias, y algo más, sobre la Iglesia estudió también Filosofía, Teología y Derecho Canónico en Salamanca y Madrid. Ha escrito varios libros y publicado más de medio centenar de artículos científicos sobre comunicación y periodismo.
»No debemos olvidar, por ejemplo, que un periodista es lo que son sus fuentes. ¿Cómo es nuestra relación con las fuentes? Hay hechos, como el de la migración de la información religiosa a las webs, o el abandono de esta información, por los medios generalistas, que deben servir para el diálogo.
»Cuando yo comenzaba en estas tareas, asistí al Congreso de Informadores religiosos que convocó don Antonio Montero, con cientos de personas, allá por los noventa del siglo pasado. Quizá, ahora que estamos en época de Congresos, Congreso de laicos, por ejemplo, sea la hora de un Congreso sobre la información religiosa de la Iglesia sin exclusiones, sin vetos, sin filias, ni fobias.
-¿Podemos decir que en España hay medios (y/o periodistas) eclesiófobos y con odio a Cristo, más o menos declarados o encubiertos?
-Creo que hay medios que manifiestan una insuficiente comprensión de la naturaleza del cristianismo y de la Iglesia. Quizá motivada por la ideología del medio que, en algunos casos, puede llevar a actitudes de cierta fobia. Pero un medio es un discurso polifónico dónde caben muchas voces.
»Pero lo que más me preocupa es la pérdida de relevancia social de la Iglesia en la sociedad, en la cultura, en los medios. Y esta pérdida se debe a muchos factores, entre otros el rol público de las voces acreditadas de la Iglesia en el escenario mediático. También está relacionado con el tipo de argumentación de esas voces acreditadas. Si la Iglesia -y cuando hablo de la Iglesia, hablo del cristianismo-, ya no es relevante, ya no tiene que decir nada en nuestra sociedad, la información religiosa desaparecerá por lógica.