Javier Prades, rector de la universidad eclesiástica San Dámaso y miembro de la Comisión Teológica Internacional, ofreció una perspectiva cristiana sobre la situación mundial por el coronavirus. La videoconferencia se tituló Interrogantes en tiempo de pandemia a la luz de la fe, fue difundida on line el pasado viernes y tuvo más de 450 participantes registrados de todo el mundo.
El arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, saludó a los asistentes y comenzó el acto con una oración "al Dios de lo imposible", señalando que conocía al conferenciante, de quien había sido compañero en Roma, y agradeciendo y animando a todos los que en los momentos difíciles ayudan a buscar soluciones e iluminan el caminar cristiano.
Por su parte, el secretario general del Instituto Teológico San Ildefonso y vicerrector del seminario mayor de Toledo, Carlos Loriente, explicó el título de la charla: desde la fe hay que pedir luz al Señor para comprender lo que espera de nosotros y el bien que se puede sacar de cualquier situación. Introdujo al conferenciante como "una de las más grandes figuras de la teología en España hoy” y una de las voces más autorizadas para ayudar a reflexionar desde la profundidad de la labor teológica, leer los signos de los tiempos y recapitular el paso de Dios por nuestra historia reciente mirando adelante con los ojos de la fe.
La razón confiada
Javier Prades comenzó resaltando la importancia de aprovechar la oportunidad de acompañarnos y de ayudarnos para poder atravesar juntos este tiempo de prueba. Se trata, dijo, de contemplar "la historia que está sucediendo a la luz de la fe, aceptando todas las preguntas y búsquedas que nacen de los corazones, desde dentro de la relación viva y familiar que tenemos con el Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo".
Estamos, en cierto modo, ante una "provocación", en el sentido de "ser llamados con una llamada que se nos pone delante". Así podemos "acoger todos los interrogantes y, si Dios quiere, avanzar en nuestro conocimiento amoroso de Dios Nuestro Señor y en el conocimiento de nosotros mismos y de la sociedad en la que vivimos".
Prades constató que la pandemia ha avivado "nuestros sentimientos de miedo, incertidumbre, compasión, gratuidad, solidaridad… Las cosas que más nos afectan nos urgen más a buscar soluciones. Cuando una circunstancia nos afecta queremos comprenderla más, no menos. Y nos moviliza más, no menos".
Citó a Luigi Giussani (1922-2005), fundador de Comunión y Liberación, cuando afirmaba que "la razón humana es la apertura a la realidad según todos sus factores”. En estos días, dijo el conferenciante, "la razón humana en estos días es finita, limitada: ninguno de nosotros abarca todos los elementos. ¿Cómo usar la razón entonces?... Hace falta confianza, hace falta confiar, fiarse de, para que la razón no quede paralizada. Y así la razón encuentra reposo".
"Lo que más paraliza la razón es el mal", señaló Prades, pero "el mal no proviene de la fuente original de la luz que es Dios Nuestro Señor, y por eso contradice siempre el Bien, la Verdad, la Luz, la inteligencia. La luz viene no de nosotros, viene del Misterio (Isaías 7)". Ese "Misterio Pascual" que acabamos de celebrar es "la respuesta cristiana a los interrogantes". ¿Cómo? En la imitación de Jesucristo: "Jesús no hace un discurso. Al final, no responde más a las preguntas, carga con la cruz y obra, obedece. Por ahí viene la respuesta, por ahí vendrá la Luz".
Una fe comunitaria y guiada
Luego tomó en consideración la cuestión de la Eucaristía y de la "participación en la vida sacramental", de actualidad en estos días. Prades hizo dos consideraciones.
Por un lado, "todos nos hemos dado cuenta de que la fe cristiana, católica es esencialmente comunitaria y sacramental. Hemos comprendido que el individualismo social o el individualismo eclesial no son buena solución. Todos hemos anhelado la celebración eucarística eclesial, la anhelamos. El hecho de no poder ahora celebrar juntos la Eucaristía ayuda a valorar algo que Karl Barth, teólogo reformado, decía de manera un poco excesiva (como otras cosas que decía): 'Un cristianismo privado es ilegítimo'. En todo caso un individualismo no es la forma plena de la vida cristiana. Y ahora lo entendemos porque nos falta".
Por otro, "la vida cristiana es una vida comunitaria guiada, Hierarchica Communio. Todos hemos podido experimentar en la guía luminosa, universal del Papa, en la conducción de nuestros obispos, en nuestros sacerdotes, que no nos ha faltado una orientación, una palabra, un acompañamiento. Desde la experiencia espiritual a los criterios y normas para las celebraciones de la Penitenciaria Apostólica, decretos de los obispos diocesanos… Hemos tenido la experiencia de estar siendo acompañados por quienes nos podemos fiar y nos permiten atravesar las circunstancias".