Alí Erbas, jefe del directorio turco de Asuntos Religiosos (Diyanet), fue el imán encargado de pronunciar el primer sermón en la antigua basílica de Santa Sofía reconvertida en mezquita. Según señala El Medio, lo hizo "luciendo una espada, cumpliendo con los ritos otomanos de conquista", y "el mismo cometido simbólico tenían las dos banderas verdes con que se ha engalanado el púlpito para la ocasión".
"Aparentemente, representa la conquista del edificio", afirma Ragip Soylu, corresponsal turco del Middle East Eye.
El propio presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, recitó dos suras mientras en el exterior del templo seguían la ceremonia, participando en la oración, miles de personas, algunas de las cuales hablaban del momento como el de la "resurreción de la nación" y la "libertad de Turquía".
Por su parte, el historiador Fabrice Monnier, especialista en el imperio otomano y biógrafo de Kemal Ataturk, es pesimista respecto a lo único que cabe esperar del gobierno de Ankara una vez que ha dado este paso: respeto por las huellas de la identidad cristiana del monumento.
"Hay dos precedentes recientes en Anatolia", explica en una entrevista en Le Figaro: "Santa Sofía de Iznik (Nicea) y Santa Sofía de Trabazon (Trebisonda), iglesias transformadas en mezquitas tras la conquista turca, y convertidas ambas luego en museos, fueron reconvertidas en mezquitas en 2011 y 2013, respectivamente". En ninguna de las dos localidades faltaban lugares de culto mahometano, pero "para los creyentes musulmanes de estas ciudades era una cuestión de principio, y tras un largo proceso los tribunales les dieron la razón".
Ahora le llegó el turno a Santa Sofía de Estambul (Constantinopla). Pero no va a ser el último paso en la reislamización de Turquía que está llevando a cabo Erdogan desde su llegada al poder, en 2003 como primer ministro y en 2014 como presidente. Previsiblemente seguirá el mismo camino el museo de San Salvador en Chora, una iglesia bizantina que fue mezquita y luego fue laicizada por Ataturk: "Este pequeño museo situado en un barrio periférico de Estambul, no lejos de las antiguas murallas, es un magnífico enclave de arte bizantino", dice Monnier, con "mosaicos y frescos bellísimos que lo cubren casi íntegramente, y que no podrá convertirse en mezquita si no se ocultan totalmente".
Que es lo que se ha hecho este viernes en Santa Sofía. Al igual que en Trebisonda, las imágenes de Jesucristo y la Virgen María fueron tapadas por cortinas colgadas de barras, pero "vista la configuración de los lugares donde están y la dispersión de los mosaicos en Santa Sofía, parece casi imposible" que esa solución sea permanente. Teme por su conservación, inquietud que también ha manifestado la Unesco.
Cuando cayó Constantinopla, los frescos y mosaicos fueron tapados con yeso. Fueron redescubiertos entre 1847 y 1849, cuando dos arquitectos suizos, los hermanos Gaspare y Giuseppe Fossati, fueron comisionados por el sultán Abdulmecid para restaurar el templo, deteriorado a consecuencia de un terremoto.
Concluida la tarea, "y pese a que fue uno de los soberanos otomanos más 'ilustrados'", el sultán ordenó cubrirlas de nuevo con cal. Solo cuando Ataturk permitió al norteamericano Thomas Whittemore (1871-1950) desencalar y restaurar esas obras de arte la basílica adquirió, aunque como museo, su antiguo esplendor.
Monnier considera que la finalidad de Erdogan al reislamizar Santa Sofía, a pesar del golpe económico que puede suponer porque era uno de los grandes atractivos turísticos de Estambul, es política. En junio de 2019 su partido sufrió una derrota en las elecciones municipales de la ciudad, que suma 16 millones de habitantes, y de la que él fue alcalde entre 1994 y 1998. Convencido de que "quien gana Estambul gana Turquía", éste gesto de conquista que se evidenció el viernes no es solo una conquista para el islam: también para su propio interés electoral.