Si la vida tiene una característica principal es que está en constante cambio. Los cuerpos de las personas modifican su aspecto a cada segundo que pasa, el carácter se agudiza o se suaviza con el paso del tiempo, incluso, el estado espiritual de la gente, también cambia. Sentirse lejos de Dios es algo que le ha ocurrido a la mayoría de creyentes. El escritor Chad Napier, en la web Crosswalk, ha querido dar una serie de estímulos para combatir esta frialdad hacia el Creador, y poder retomar una comunión cercana con el Señor.
Como señala Napier, esa distancia es subjetiva y suele estar causada por la desidia y la existencia de pecado en la vida del creyente. Para el escritor, la cercanía con Dios brinda consuelo en momentos de estrés, protección cuando se es perseguido y claridad en tiempos de confusión. El acceso al cielo, señala Napier, es posible gracias a Jesucristo, quien eliminó la barrera del pecado, y la enemistad entre el hombre y Dios. El salmo 77, por ejemplo, asegura, es una guía perfecta para pedir una mayor cercanía con el Padre Celestial: "Clamó a Dios con su voz; y Él le prestó oídos".
Estos son los seis estímulos que propone Napier para sentirse cerca de Dios:
Hacer memoria de Dios
La mejor forma de reconocer el poder y la cercanía De Dios es recordar lo que Él hizo en el pasado. Asaf, como narra el salmo 77, estaba tan angustiado que no podía hablar, pero "consideró los días de antaño". Durante el tiempo de enfermedad, se dedicó a "recordar los años de la diestra del Altísimo". Algo similar ocurre con Josué, en su discurso de despedida, en el que pasa la antorcha a la siguiente generación, proclama la importancia de recordar la fidelidad de Dios. Señala que el pueblo fue testigo de su liberación y que las generaciones futuras debían recordarlo siempre.
Para el creyente, es muy importante recordar la misericordia, la gracia y la presencia eterna del Espíritu Santo en la vida. En tiempos de sufrimiento se debe hacer un esfuerzo mayor para alabar Sus obras pasadas. En este sentido, San Pablo, reprendió a la Iglesia en Gálatas 1:6, al escribir: "Estoy asombrado de que abandonéis tan pronto a aquel que os llamó a vivir en la gracia de Cristo". Para el cristiano, el recuerdo es una fuente de consuelo. Pablo, además, asegura en 1 Corintios 15:2: "Si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano".
Visitarlo en Su casa
Asaf reconoce que la presencia del Señor estaba inequívocamente presente en Su casa: "Tu camino, oh Dios, está en el santuario". Él conocía al Señor y "Su camino" estaba en el lugar de adoración. Durante muchas temporadas en la vida se da por sentado que se puede vivir la fe en casa. De hecho, el Espíritu Santo permite tener comunión con el Señor en cualquier lugar, sin embargo, en tiempos de angustia, es en el santuario donde se valora mejor la santidad del Señor.
Para Napier, se pueden ver mejor los caminos del Señor cuando se le adora en el templo en espíritu y en verdad. La oración es más intensa con una mente clara, libre de las distracciones del mundo y estando presentes en el santuario, escuchando los cánticos de Sión y la predicación de la Palabra de Dios.
Él ya tuvo poder
El salmista declara: "Tú eres el Dios que hace maravillas; hiciste notorio en los pueblos tu poder". En Él está el poder de cambiar el corazón de un pecador. Y, esa fuerza para cambiar, está marcada y por la misericordia y la mansedumbre. En el Salmo 78:38-39, Asaf describió que el Señor: "Lleno de compasión, perdonó la iniquidad de ellos, y no los destruyó".
Dios "se acordó de que no eran más que carne", y tiene misericordia de ellos. Dios no cambia y comprende las dificultades de la tentación. La petición "correcta", para cuando uno se siente distante del Padre Celestial, es la de poder recobrar ese mismo gozo de salvación y comunión que se experimentó anteriormente.
Su redención es la clave
El recordatorio constante y agradecido de la redención de Jesucristo debe ser incluido en todas las oraciones. Si no fuera porque Jesús salvó al hombre, no existiría ninguna conexión con el trono celestial, ya que el odio todavía estaría en su puesto. Cualquier barrera que impida comunicarse, o permita distanciarse, del Señor, se debe a la negligencia personal de cada uno, y no a la de Él. El rostro de Jesús no se ha movido, ni se ha roto nuestro vínculo con Él.
En el versículo 15, Asaf recordó que el Señor: "Con Su brazo, redimió a tu pueblo". Él buscó al hombre y con Su sangre derramada lo libró del dominio del pecado. Por ello, el Salvador no puede olvidarse de él ahora. En Hechos 17:26-27 se dice: "De un solo hombre hizo todas las naciones, para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios. Esto lo hizo Dios para que todos lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren. En verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros".
Combatir el miedo junto a Él
El miedo trae, normalmente, un gran sentimiento de abandono y soledad. Cuando se reconoce el poder de Dios, se admite que el resto de fuerzas temen Su poder. Asaf, así lo señala: "Las aguas te vieron, y temieron; los abismos también se estremecieron". El creyente confía en que Dios tiene poder sobre la propia existencia de cada uno.
La mayoría de los miedos giran en torno a cosas que no están bajo el control de uno. La muerte es el mayor de ellos. Jesucristo, sin embargo, venció la muerte y tiene poder por Su resurrección. El mundo, en cambio, es incapaz de dar paz duradera. Así lo asegura Jesús, en Juan 14:27 , cuando dice que su paz no es como la que ofrece el mundo.
Dios es el Buen Pastor
La sensación de distancia respecto a Dios se debe a que la persona sigue sus propios caminos. Asaf recuerda: "Condujiste a tu pueblo como ovejas, por mano de Moisés y de Aarón". Esto mismo se puede comprobar cuando se descubre la mano providente del Señor en la propia vida. John Hooper escribió que, cuando no se tiene un buen pastor, es la zarza la que atrapa a las ovejas sencillas. Y, explica, que Dios en su mansedumbre "tiene cuidado de sus ovejas enredadas y deshilachadas".
Un aspecto importante de la oración es poder considerarse una oveja dispuesta a ser guiada por el Buen Pastor. Proverbios 3:5-6, señala: "Fíate del Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme al Señor, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos".