Este martes 16 de mayo, El Camino [The Way] vuelve a los cines a lo grande, en cientos de salas, aunque por un único día. Es la apuesta de Fanthom Events para recuperar la película que en 2011 dirigió y guionizó Emilio Estévez e interpretó su padre, Martin Sheen, sobre el Camino de Santiago.
No tuvo un gran éxito comercial en su estreno, y sin embargo, según afirma la distribuidora, "como en una maratón silenciosa, fue cosechando millones de fans de todas las generaciones", siendo "admirada por quienes la han visto como una rara obra de arte, que equilibra de forma única la fe y la duda, la alegría y el dolor".
Fanthom Events quiere dar una respuesta a todas aquellas personas que a lo largo de los años han oído hablar del film y no lo han visto, o bien lo han visto pero no en una sala de cine. "Es la película que todos necesitamos, en el momento en el que más lo necesitamos", afirman como promoción.
Un impacto que eleva y no cesa
Para Emilio Estévez no hay duda de que es así. Nunca cesan de llegarles correos electrónicos o mensajes en redes sociales, o cartas a su padre, "que no está en la red", con "un sentimiento común subyacente: 'Gracias por hacer esta película, cambió mi vida'".
"Sé que haré más películas", añade Estévez en una entrevista a Salon, "pero nunca haré una película como ésta que realmente ha tenido tanto impacto en tanta gente que se levantó de su silla, cogió su mochila y dijo: 'Voy a hacerlo [el Camino de Santiago]'".
El Camino relata la historia de un reputado oftalmólogo, ya viudo, que se entera de la muerte en España de su hijo, con quien no se llevaba bien. Al llegar a los Pirineos para hacerse cargo del cadáver se entera de que estaba haciendo la ruta compostelana, y decide completar él mismo el objetivo de su hijo. Quiere hacerlo solo, pero a su pesar irá entrando en contacto con muchos otros peregrinos en lo que será un periodo de transformación para él.
Martin Sheen (n. 1940) completó un papel que, aun en una película no muy taquillera, ha marcado su carrera no menos que algunos de los papeles que le han hecho célebre (Apocalypse Now, El final de la cuenta atrás, Wall Street). Aunque nacido en Estados Unidos, Martin es de origen hispano, aunque en 1958 cambió su apellido para facilitar su triunfo en Hollywood, algo que Emilio no hizo.
Junto con el abuelo mexicano Francisco, a quien dedicó El Camino en los títulos finales, Martin y él recorrieron Estados Unidos en 2011 para promocionar la película en los trescientos cines donde se exhibió, 35 ciudades en cincuenta días comiendo y durmiendo en un autobús. La experiencia épica fue fantástica, confiesa, pero económicamente no resultó.
Había sido una filmación con medios mínimos, con una cámara Super 16 y aprovechando exclusivamente la luz natural, y teniendo eso en cuenta el resultado no era malo, pero al poco tiempo la distribuidora quebró y la película entró en una zona de sombras. Ha sido solo el boca a oído y el entusiasmo de los espectadores posteriores, en DVD primero y en plataformas después, lo que ha permitido esta resurrección en cines en mayo de 2023.
"No eres la misma persona cuando lo terminas"
Emilio no oculta su entusiasmo por el Camino de Santiago: "Los peregrinos lo han estado haciendo durante mil años: Papas y santos, reyes y reinas... Cuando haces el Camino, caminas junto a todos esos espíritus. No solo te inspira tu propio viaje, te inspiran también quienes lo hicieron antes que tú".
Para esta nueva exhibición en cines, han añadido unas escenas con Rick Steves, uno de los grandes propagandistas en Estados Unidos de los viajes por Europa a través de libros, radio y televisión, y también como agente, pues lleva al Viejo Continente nada menos que treinta mil turistas al año.
En un promocional de este pase especial, podemos ver a Rick con Martin y Emilio comiendo y elogiando el Camino, el "queso manchego" y el "jamón".
Pero al final, sostiene Estévez, lo que cuenta es el itinerario íntimo, aunque no siempre sea espiritual: "No eres la misma persona cuando lo terminas. Hemos visto a peregrinos llegar a Santiago de Compostela, caer de rodillas y, simplemente, llorar. No por haber concluido, sino porque han descubierto algo de sí mismos".