Se suponía que fue descubierta en 1934 por Emilio Hardisson en un manuscrito de 1803. Y se pensaba que se trataba del tercer versículo del salmo 113: "Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone, es alabado el nombre del Señor".
Pero ahora un investigador señala que esas palabras se encuentran en la "Relación de lo que aconteció en el país de los hurones en el año 1636", un texto que el misionero jesuita francés San Juan de Brebeuf (15931649) envió a Europa desde sus misiones con los indios hurones del Canadá. (Se puede leer la Relación aquí en francés).
San Juan de Brebeuf moriría mártir entre horribles torturas 13 años después de escribir ese texto, cuando indios iroqueses paganos ocuparon violentamente la misión de indios hurones cristianos en la que servía y asesinaron a jesuitas y nativos bautizados.
En su Relación de 1636 el misionero expone una oración en lengua de los hurones, con las palabras "atisacagnren cha ondikhucsaté Atichiahà" y "onandaerari". La frase, en lengua de los hurones, significa: "Señor Nuestro, mira a estos niños reunidos".
De esta oración en lengua de los hurones del Canadá salió "el salmo" o "padrenuestro guanche"
El investigador José Barrios ha explicado en un artículo que la frase india se "coló" en las investigaciones sobre la cultura guanche en un proceso complicado de 6 fases. José Barrios, profesor titular de Análisis Matemático de la Universidad de La Laguna y doctor en Historia, señala que, aunque sea "una muy mala noticia" que la frase en cuestión no tenga nada que ver con los antiguos canarios, aclarar su origen permite avanzar sobre "sendas más seguras" en el estudio de las hablas isleñas.
Lo analiza en su estudio "Las seis vidas de una frase: el salmo canario o padrenuestro guanche", en el último número de la revista Tabona, estudio que se puede leer aquí en PDF.
Barrios encuentra también la frase de San Juan de Brebeuf en una obra de un genio intelectual jesuita del siglo XVII, Athanasius Kircher, que la usa en un grabado de su libro de 1646 "Ars magna lucis et umbrae".
La frase entra en la historia de Canarias en 1803, cuando Francisco María de Ardanaz y Ormaechea, entonces joven celador de la Biblioteca Real, prepara una vitela con "diversos caracteres de letras que han usado la mayor parte de las naciones del mundo". Una de sus fuentes de inspiración debió ser el grabado de Kircher, que reprodujo libremente pero con un pequeño error: donde el original ponía Canadicé él debió leer Canaricé, porque citó la frase etiquetándola en castellano como Canario, y de ahí la confusión.
En el verano de 1934 la vitela viajó de Cádiz a Tenerife en el equipaje del maestro nacional Alfredo Martín, que la había heredado de un tío suyo y durante la travesía se la mostró a Emilio Hardisson, que leyó la frase y, naturalmente, pensó que tenía delante una frase de la antigua lengua de las Islas. Hubo entonces discusiones entre lingüistas intentando traducir la frase como guanche.
La frase estaba olvidada cuando en 2010, Fernando Hernández, un periodista y escritor, afirma en su libro "Taucho, la memoria de los antiguos" que su abuelo y unos amigos, en los años 70, usaban esa frase "guanche" en una ceremonia del solsticio de verano, cada 21 de junio, como proponiendo que se había mantenido un rito guanche inmemorial.
Y en 2011 el autor Ignacio Reyes intenta traducir la frase como si fuera "bereber insular", asegurando que se traduce como:
"Desde que el incremento el brillo duradero hacia el término, Dios el origen nos sustenta, el propio nominativo hasta mi objeto más preciado".
O, una vez "peinada" la frase: "Desde el naciente del Sol hasta el ocaso, Dios es la causa que nos sustenta, incluso el nombre mismo [es] mi ser más querido".
Este autor, Ignacio Reyes, añadía en 2014 elucubraciones sobre la teología de los guanches y Dios en la "filología" guanche: "La oración [...] no se limita a presentar una traslación literal. Con un fino conocimiento de la cultura nativa, el anónimo traductor añadió una caracterización de Dios, «anti išačča-ana», es decir, ‘el origen o causa que nos sustenta’, ausente en la fórmula original cristiana y enteramente congruente con la cosmogonía ínsuloamaziq".
Al final, la "cosmogonía ínsuloamaziq" se queda en una oración de los jesuitas entre los hurones de Canadá.