Concretamente, en el capítulo 2: “Después de oír al rey (Herodes), se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron: abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran a Herodes, se retiraron a su país por otro camino”.
De este relato evangélico se pueden conocer pocos datos. Mateo hablaba de “unos magos que venían de Oriente” pero en ningún momento se dice que eran Reyes, ni que eran tres, ni cuáles eran sus nombres. Ni siquiera se sabe de dónde venían. La tradición ha ido alimentando este relato y al hablar de Oriente se dio por hecho de que llegaron de Persia o Arabia.
Dwight Longenecker es un conocido sacerdote católico que se convirtió del anglicanismo
El sacerdote Dwight Longenecker, es un conocido autor de numerosos libros de teología, espiritualidad, apologética y de testimonios, pero ahora acaba de embarcarse en uno que puede levantar ampollas o arrojar luz a este relato de Mateo sobre los Magos que adoraron al Niño.
El origen de este libro, The Mystery of the Magi—The Quest for the True Identity of the Three Wise Men (El misterio de los magos: la búsqueda de la verdadera identidad de los tres sabios), cuenta este sacerdote, es la opinión generalizada entre muchos estudiosos del Nuevo Testamento de que la historia de los Reyes Magos no es más que una ficción piadosa. Un experto en esta materia le dijo una vez que cualquiera que quisiera hacerse un nombre en el mundo académico en este ámbito ni siquiera puede insinuar la idea de que piensa que la historia de los magos puede ser cierta.
Y así fue como este sacerdote, fascinado desde niño por la Navidad decidió lanzarse. “Sin tener una carrera académica por la que preocuparme, pensé que sería interesante investigar el tema yo mismo y comprobar si podría haber alguna base histórica para el antiguo cuento de los Reyes Magos que vinieron de Oriente para adorar a Cristo niño”, afirmó.
“Lo que descubrí estaba más allá de mis más locas esperanzas. Una vez que empecé a investigar, fue sorprendente cómo todas las piezas del rompecabezas comenzaron a juntarse. Debo decir que las leyendas y los mitos fantásticos que se han desarrollado en torno a la historia de los Reyes Magos no pueden justificarse históricamente, pero la breve y simple descripción de Mateo se ajusta perfectamente a lo que sabemos de la geografía, la economía, la política y la cultura de la época”, afirma en una entrevista en Catholic World Report.
En su relato, explica Longenecker, “ahondé en geografía, historia antigua, arqueología, religión y cultura del Imperio romano de tiempos del nacimiento de Jesús y me maravilló resolver una explicación perfectamente buena sobre quiénes fueron los Reyes Magos, de dónde venían y por qué viajaron para rendir homenaje al recién nacido Rey de los judíos”.
¿A qué conclusión llegó? Este sacerdote afirma que los Magos de Oriente eran diplomáticos del reino de los Nabateos. En su teoría, asegura que estos representantes viajaron “para rendir homenaje al recién nacido Rey de los Judíos, que pensaban que sería un nieto o bisnieto de Herodes el Grande. También fueron buscadores espirituales que buscaban al Mesías”.
Explica además que “con su capital en la famosa ciudad de Petra, el rey nabateo Aretas IV tenía toda la motivación de comentar una alianza con Herodes el Grande. Cuando los magos de su corte discernieron que había nacido un nuevo heredero al trono judío, Aretas los envió como emisarios a la corte de Herodes para rendir homenaje”.
De esta manera, los Magos procedían de un reino cercano y no de uno lejano tal y como se pensaba hasta ahora. “Sus presentes de oro, incienso y mirra eran ofrendas diplomáticas representativas del reino. Con un trasfondo judío y conociendo las profecías del Antiguo Testamento, también estarían buscando al Mesías venidero”, añade.
Se sirvió de varios descubrimientos y fuentes en distintos ámbitos para llegar a esta conclusión: “En la década de 1930, el arqueólogo Nelson Glueck descubrió un zodíaco de piedra en el templo nabateo de Khirbet et Tannur que data del siglo primero. Esto indica que los nabateos seguían una religión astral y eran expertos en astrología. La nueva ciencia de la arqueoastronomía ha demostrado que las ciudades y templos nabateos se construyeron en alineación con las constelaciones y los ciclos estelares. Esto también muestra que los nabateos fueron observadores de estrellas. Los descubrimientos textuales relacionados con los Rollos del Mar Muerto, el cada vez más detallado Antiguo Testamento y la erudición histórica también ayudaron a llenar los espacios en blanco”.
Según avanzaba en sus investigaciones se preguntaba por qué nadie había escrito sobre lo que él iba descubriendo pero nadie lo había hecho. Según él, hay tres motivos:
En primer lugar, los Magos serían diplomáticos nabateos y “durante mucho tiempo, la civilización nabatea se había perdido para los historiadores. Su cultura al noroeste de Arabia se ocultaba en ruinas bajo en las arenas del desierto y, como no dejaron historia escrita, se sabía muy poco de ellos. Solamente en los últimos 50 o 60 años hemos aprendido más sobre este fabuloso y misterioso reino del desierto. Más recientemente, las avanzadas técnicas de arqueología y estudios forenses, combinadas con nuevas ciencias como la arqueoastronomía, han ofrecido más pistas para identificar a los Reyes Magos”.
En segundo lugar, los cristianos habían aceptado las elaboradas tradiciones que se han acumulado en torno a la historia de los Reyes Magos y no se sintieron obligados a cuestionarlas. Una de estas suposiciones era que los Magos venían de Persia o India. Nadie lo investigó. Simplemente asumieron que Mateo dijo que venían de “Oriente" y dieron por hecho que eran de Persia o Arabia.
En tercer lugar está la suposición entre los estudiosos del Nuevo Testamento de que toda la historia era una fábula piadosa les impidió mirar más allá en las posibilidades históricas. "¿Por qué?", podrían preguntarse, "¿alguien buscaría la base histórica de Blancanieves y los siete enanitos?".
Este cúmulo de cosas habría hecho, según Longenecker, lo que habría provocado que no se conociera quiénes eran en realidad los Magos de Oriente.
Para él hay que ir siempre hasta el final. “Importa porque la historia importa y la historia importa porque la verdad importa. Mucha gente considera que el evangelio cristiano es un tejido de leyendas, mitos e historias mágicas. Este libro es importante porque basa esta historia, que se percibe más ampliamente como un cuento de hadas, en la política, la economía, la geografía, la religión y la cultura del Imperio Romano en el momento del nacimiento de Cristo”, agrega Longenecker.
Además añade que “si estoy en lo cierto al decir que la historia de los Reyes Magos está enraizada en la historia, entonces esta es una prueba más que se une al creciente cuerpo de evidencia que respalda la confiabilidad histórica de los evangelios. En otras palabras, si podemos confiar en que Mateo nos cuente la historia de los Magos, podemos tener mucha más confianza en el resto de la historia del evangelio”.