Francisco Martínez-Soria Ramos, monje del monasterio de Poblet, ha muerto con 88 años, tras una enfermedad larga. Era el hijo de Paco Martínez Soria, el popular actor. Muchos recuerdan al actor haciendo de cura despistado en una parroquia que intentaba hacerse "moderna" en unas Navidades de 1970 en Se armó el belén. El hijo monje enseñó a su padre cómo hacer bendiciones en esa película.
"Mi padre era muy meticuloso. Durante los ensayos solía decir: 'No, no, no lo hace bien. Pronuncie, hable más claro, haga las pausas, las palabras tienen alma, ha de hablar para que le oiga el de la última fila. Así aprendí a predicar gracias a él y yo le enseñé a bendecir cuando hizo de cura en Se armó el belén", explicó en una entrevista en El Mundo en 2019.
Francisco Martínez-Soria, el monje de Poblet, nacido en 1934, ha fallecido este sábado por la noche en el hospital Joan XXIII de Tarragona. Fue el único hijo varón de los cuatro que tuvo el actor con su mujer Consuelo Ramos. Después de nacer su padre le cambió el apellido, de Martínez a Martínez-Soria.
El biógrafo del actor, Javier Lafuente, que publicó El don de la risa, decía en 2019 que Paco Martínez Soria "fue un gran empresario, escrupulosamente honrado y pagaba la seguridad social a todos sus empleados mientras otros solo lo hacían de palabra".
Su hijo recuerda que en casa "jamás le escuché contar un chiste. Era de pocas palabras, serio, aragonés, familiar, muy exigente y mientras comía, leía el periódico". ¿Pero cuándo era gracioso? "¡Ay, amigo! Cuando se le acercaba alguien mientras cenaba o comía en un restaurante, entonces cambiaba de cara, le hacía una gracia y nosotros pensábamos: 'Mira, es así para los de fuera'".
Paco Martínez Soria, como cura veterano, en "Se armó el belén", habla del misterio de la vocación.
La vocación religiosa
El hijo del actor dejó a los 21 años los estudios de farmacia para ingresar en el noviciado de los escolapios de Moià. Declaró en El Mundo que cuando su padre se enteró de que "había optado por tener una vida religiosa se enfadó. Quería quitarme la idea de la cabeza".
El 22 de septiembre de 1962 fue ordenado presbítero en Salamanca. En una nota del monasterio de Poblet explican que luego hizo un retiro espiritual con los escolapios en el famoso monasterio tarraconense y "sintió el deseo de convertirse en monje, consciente de que su vida espiritual se había ido enfriando". Vistió el hábito cisterciense el 8 de septiembre de 1991, y, tres años después, el 8 de septiembre de 1994, hizo la profesión como monje cisterciense de Poblet.
En 2018, en El Periódico de Cataluña, explicaba: "Empecé la carrera de Farmacia porque me encantaba la ciencia. Seguí en contacto con los escolapios que me habían formado como cristiano y creamos el Centro Escolapio de Montaña, donde sentí la vocación de enseñar a jóvenes".
Añade que aunque a su padre le costó "digerir" la vocación de su hijo, "al final fue quien mejor entendió mi religiosidad. Cuando en los 60 algunos escolapios lo dejaban, me llegó a decir: "Hijo mío, no me darás el disgusto de dejar lo que tanto me costó aceptar".
En aquel retiro en Poblet, le dijo a un escolapio: "Te digo una cosa muy seria: como escolapio no voy bien, quiero cambiar de vida y ser monje aquí". Me contestó: "Estás loco". Ahora que llevo aquí muchos años lo recordamos y bromeamos".
Recuerda que "para ser un buen escolapio hay que ser un buen monje: oración, vida privada, clausura...y yo salía mucho: tenía moto, iba a bañarme a la playa cada día, era profesor de judo...yo pienso que había arrinconado un poco a nuestro Señor".
Su padre no llegó a verle de monje. "Murió en el 82 y mi madre en el 88. Yo entré en el 90: no sé si con mis padres vivos hubiera podido, porque es un salto muy grande eso de no poder irles a ver".
La vida de monje
En el monasterio fue sacristán, responsable de la tienda de recuerdos, refectorio, hospedador, y hacia el final responsable de la lavandería. Durante años en la enfermería ofreció "su disponibilidad para ayudar en lo que podía los demás enfermos, sea velándolos, sea acompañándolos espiritualmente".
"Durante su última enfermedad no le ha sido ahorrado el sufrimiento, que ha sido para él un camino de purificación y preparación para el gozo que no acaba. Se le recordará por su carácter abierto y jovial, siempre activo y disponible para los servicios comunitarios, por su fidelidad a la santa misa y al oficio divino, y por su capacidad de establecer vínculos y de conectar con las personas: conocía a mucha gente y le conocía mucha gente. Se esforzaba por limar las asperezas de su temperamento fuerte, y cabe decir que poseía una calidad muy buena: sabía ver y poner de relieve las cosas positivas de los demás", destacan desde Poblet.
Un actor no reconocido en Barcelona
En algunas ocasiones se quejó de que las autoridades catalanas y las de Barcelona no han reconocido a su padre, uno de los actores más conocidos y populares de España.
Entrevistado en El Periódico en 2018, recordaba que Paco Martínez Soria vivió toda su vida, desde los 5 años, en Barcelona, hasta su muerte en 1982. El actor tiene una calle dedicada en su Tarazona natal, otra en Zaragoza, una glorieta en Madrid y una calle en Cabrera de Mar, donde tenía una casa. Pero en Barcelona ciudad, no.
A veces, el hijo dejaba caer que Paco Martínez Soria estuvo en el sindicato anarquista CNT (cuando la República obligó a sindicarse en 1936), como bromeando, esperando que así Ada Colau, la alcaldesa de izquierda populista de la ciudad condal le dedicase algo. No bastó. En 2018 también explicaba que su padre no aparecía en la "Enciclopedia Catalana" hasta que se quejó al presidente catalán, Jordi Pujol, que lo hizo añadir.
"Yo no soy de ningún partido: soy universal, como mi padre, que me decía: "Paquito, papá ha hecho reír a toda España y es de toda España". Y es verdad: él iba por todas las provincias y era muy querido...aquí en Cataluña estuvo desde los 5 años, sin embargo no tiene ni un monumento; en Aragón sí tiene, y eso que nunca ha vivido allí. Aquí no son agradecidos con algunas cosas", lamentaba en 2018.