- Cuando aún estudiaba bachillerato, en el Liceo, a finales de los años 60, yo, como tantos jóvenes, soñaba con hacer la Revolución para lograr un mundo mejor. Yo no era creyente. Era de izquierdas, aunque no marxista. Leía sobre la Revolución Rusa y encontré un texto, unas declaraciones de la Guardia Roja de 1921, de su alzamiento en la histórica base naval de Kronstadt, que proclamaban: "Compañeros, la Revolución ha sido traicionada". Es decir, los rojos acababan de ganar la Guerra Civil Rusa contra los blancos y ya publicaban eso, que los bolcheviques habían traicionado la Revolución. Quise saber más sobre eso, y unos editores me recomendaron hablar con el padre Romano Scalfi.
- Sí, nadie en mi grupo quería hablar con un cura, ni yo. Pero este cura nos habló de su padre, que era socialista. Y yo dije a un amigo: "mira, es de los nuestros". Y fuimos hablando y fue gracias a él que entendí que cambiar el mundo, cambiar nuestra vida, no pasaría por la Revolución sino por el testimonio. Gracias al padre Scalfi encontré a la vez a Rusia y a la Iglesia.
El padre Romano Scalfi, fundador de la asociación Russia Cristiana, fue quien acercó a Adriano Dell'Asta a Rusia y a la Iglesia
- El padre Scalfi fundó la asociación Russia Cristiana. Tenía por objetivo dar a conocer la tradición rusa en Occidente y hacer un puente con Oriente. Él había estudiado en el Colegio Russicum de Roma pero nunca lo habían mandado realmente de misionero a la Unión Soviética: simplemente, era demasiado peligroso, imposible. Pero él quería usar lo que había aprendido. Se metía en la URSS como guía turístico, o en intercambios culturales, etc... Hasta que lo detectaron las autoridades soviéticas y ya a principios de los 70 le prohibieron que intentara volver. Fue gracias a él que estudié filosofía en la Universidad. Estudié la misma que tantos otros -Platón, Descartes, etc- pero ya leyendo a los filósofos rusos. Mi tesis trató sobre Nikolai Berdiaiev, un laico intelectual, expulsado de la URSS en 1922 con otras 160 personas, en el famoso "barco de los filósofos".
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- Berdiáiev se refiere a una situación concreta y real. La Iglesia estaba muy sometida al Estado desde 1721, cuando el zar Pedro el Grande abolió el Patriarcado de Moscú y colocó a un funcionario estatal laico, el "oberprokuror" o "procurador general" al frente de la Iglesia Ortodoxa en el imperio, presidiendo su sínodo de obispos. Durante dos siglos, la Iglesia venía a ser un dicasterio o departamento más del Estado.
»Sí, la Iglesia existía, santificaba con sacramentos, salvaba almas y sus fieles incluso darían muchos mártires durante la persecución comunista. Pero había perdido toda su capacidad cultural. En esa época todos iban a la Iglesia y la Iglesia parecía omnipresente... pero sin motivación real. Se parecía a lo que hemos vivido muchos en la Iglesia Católica de los años 50, cuando todos íbamos a misa pero casi nadie sabía por qué.
Desde 1721, la Iglesia Ortodoxa Rusa no tenía Patriarca; un funcionario laico del Estado zarista, el "oberprokuror", controlaba a la Iglesia y a sus obispos; este hombre, Konstantin Pobiedonotsev, lo fue de 1880 a 1905
- Exacto. En 1916 el ejército imperial ruso retiró la obligación de que se confesasen los soldados. Todos los funcionarios estaban obligados a confesarse. Sin la obligación civil, en un año, el porcentaje de militares que se confesaban pasó del 100% al 10%. Se comportaban formalmente como cristianos, tenían una cultura cristiana, con sus doctrinas y normas, pero sin vivencia, sin fascinación.
- Sí, velas, iconos, reverencia… Muchos lo apreciaban, pero solo como algo sentimental. Para los filósofos que yo estudio, todo eso debía servir para transformar a la persona. También más tarde teólogos como Lubac y Danielous hablarán de un cristianismo transfigurador, de un encuentro con Cristo.
- Es que no se trata de lograr un encuentro "sentimental" con Cristo, sino real. Estos filósofos -Berdiáiev, Bulgákov, Soloviev, Florensky- insisten en que ese encuentro real se dará en la Iglesia. La Iglesia es los que nos permite tratar con Cristo sin caer en la ideología, nos dicen ellos. Cristo no puede ser una idea, y la Revolución ofrecía eso, ideas. Estos autores quizá no usan la frase exacta “encuentro personal con Cristo”, pero insisten en que Cristo, al que tratas, es una Persona, y no un concepto. Ya avisaba antes Dostoyevsky: “dicen que el mundo se salvará con la idea de Cristo; falso, no será con esa idea, sino con la fe en el hecho de que el Verbo se hizo carne”.
- Contrarrestan el intento de proclamar la virtud de Cristo sin Cristo, que era, por ejemplo, el deseo del socialismo ateo. Cuando la obra de Berdiaiev llega a Occidente es gracias a que él conoce a Maritain y a Mounier, es decir, a los pensadores del personalismo francés. Ellos dirán que sin Berdiaiev nunca habría nacido su personalismo. Pero no caen nunca en el intimismo o el subetivismo. Tienen claro que la persona es imagen y semejanza de Dios. ¿Y qué ofrecía el comunismo? El comunismo ofrecía la masa, o la nada, o al hombre como engranaje en la máquina. ¿El hombre es un engranaje o es imagen y semejanza de dios?
- Puede empezar por leer, de Berdiaiev, “A través del sentido de la historia”. Pero, cuidado, en Occidente hay quien contrapone Santo Tomás frente al cristianismo espiritual ruso, pero eso no es real, es una simplificación fruto de la separación de la Iglesia. Pongo un ejemplo. Dostoyevsky dijo una frase famosa: 'si me dijeran que en un lado está Cristo y en otra la verdad, yo preferiría ir a Cristo antes que a la verdad”. Se suele decir: '¿veis esta frase de Dostoyevsky? Es típica del irracionalismo ruso y contraria al racionalismo escolástico tomista”. Pero se olvidan mencionar que Dostoyevsky antes dice: “No hay nada que sea más razonable que Cristo”. ¿Es irracionalista o es otra forma de verlo? Es otra forma de verlo. Porque Cristo no es una verdad cualquiera, ni una verdad abstracta. Es la Verdad encarnada. Tenemos un texto de un monje en Chevetogne, en Bélgica, que lo lee en una monja cisterciense del siglo XII. Y esto lo encontramos luego en un autor ruso ortodoxo que Dostoyevsky sabemos que leía. ¿Lo tomó de allí, de un texto occidental?
- Era un terrorismo completamente extendido que llegaba a toda la sociedad. La sociedad no era capaz de juzgarlo claramente. Un ejemplo es el caso de Vera Zasulich, que mató a tiros al gobernador de San Petersburgo y el juez la absuelve. Había jueces que simpatizaban con los terroristas. En algunos sentidos, se parece a nuestros días de terrorismo fundamentalista... o de radicalismo que se islamiza. Unos dicen: "son locos". Otros dicen: "alguna culpa tendrá Occidente". Los filósofos cristianos de la época se planteaban: "qué puedo hacer yo, personalmente, para cambiar esta situación". Y después dirán: "el bolchevismo llegó porque yo no supe vencer al bolchevique en mí". No era culpabilidad sentimental, sino una llamada al cambio personal.
- No hace falta religión, se puede hacer perfectamente con mera ideología. Había muchos atentados suicidas de ateos. Incluso había un grupo de terroristas que ellos mismos se autodemonimaban “terroristas sin motivo”. Los ha estudiado en un libro gordo Anna Geifman: Thou Shalt Kill: Revolutionary Terrorism in Russia, 18941917. Esto es algo que se sabía pero se ha tapado.
»Lenin cree saber pero no sabe creer. Tiene una fe, pero completamente irreligiosa. Serguéi Bulgákov lo explica bien. También Semión Frank dice que la postura leninista es la típica negación de Dios, el nivel más alto del ateísmo. No es solo negar que hay Dios, dirán ellos, es reducir “dios” a una idea. Ese “dios” ya no es Dios.
- Es un radicalismo basado en un vacío, como en la Revolución Rusa, que sólo luego busca un carácter religioso. Muchos de los yihadstas llevan dos o tres generacions en Europa. Es el mismo joven nihilista con vida sin sentido que hace 100 años pondría bombas en Rusia, el que cualquier organización puede usar como herramienta.
»Esas organizaciones funcionan como una secta, como explica Dostoyevski en Los Demonios [a veces traducido como Los Poseídos o Los Endemoniados]. Él dice: “esta gente no eran peores que otros de su generación, como algunos piensan”. Todos acusaban a Dostoyevsky de ser muy conservador con Los Demonios, de presentarlos como muy malos. Pero un periodista escribió: “No, mostró que el ser una juventud ociosa y deficiente que no quiere estudiar, ésa es la causa de su violencia”. Pero Dostoyevsky, en realidad responde: “no, no son los ociosos y deficientes los que llegan a terroristas. Puedo asegurarlo yo, que era uno de ellos -él había sido revolucionario y condenado a muerte-, incluso están entre los mejores en su generación. Lo terrible es que siendo los mejores podían hacer barbaridades".
- Ya veremos qué libros genera. En congresos hay muchas contribuciones interesantes, que releen fuera del mito comunista. Se están desmontando muchos mitos: que si Rusia era atrasada y asiática antes de la URSS, etc... No lo era, estaba en pleno crecimiento. Hoy, a nivel de opinión pública hay mucho que hacer. Se siguen usando muchos textos viejos aún.
»En política sigue habiendo gente que habla de la Revolucion Rusa como algo bueno. Dicen: 'sí, el sueño era grandioso, pero fue traicionado'. Aun hay historiadores que dicen: “si hubiéramos logrado el futuro luminoso, todas esas víctimas se habrían justificado”. Lo decía aún el historiador Eric Hohbawn en 1994. Lo dice también gente de la calle en Rusia. Dicen: Stalin es culpable de mucho pero venció la Guerra contra los nazis. En realidad, si la guerra se ganó fue ¡a pesar de Stalin!
»El mismo Vassili Grossman lo muestra. Hoy en Rusia ni la gente ni el poder político habla de la Revolución. Solo los intelectuales. En base a la Revolucion no se puede construir una identidad nacional. De la Guerra Mundial sí se puede hablar para decir que 'hemos ganado', pero procurando no mencionar a Stalin. Las memoria de Grossman allí no se difunden mucho: lástima, porque él lo explica bien.
El ministro de defensa ruso se santigua al pasar bajo el icono del Salvador en la entrada a la Plaza Roja para empezar el desfile de la victoria del 9 de mayo de 2015 (puede verse aquí en el minuto 8 segundo 8, con las hoces y martillos en el minuto anterior).
- Intentan de nuevo reconvertir a la Iglesia en un departamento del Estado. ¿Cómo hace 100 años? No sé, pero es un riesgo. Pierre Pascal, que estaba fascinado al principio por la Revolución, en 1917, dirá luego: “una religión de Estado no sabrá nunca defenderse de lo que le imponga el Estado como religión”. Cuando la Iglesia se convierte en “asistente espiritual de Naciones Unidas” -es un riesgo siempre, no solo en Rusia-, cuando se reduce a “iglesia nacional” y “depende del Estado”, la Iglesia, aunque siga siendo santa y santificante, ata demasiado su destino al del Estado. Si el Estado se debilita o desprestigia, también ella.
- Como ideología con contenido ya no existe. Creo que está acabado. ¿Quién hoy acepta la teoría de la lucha de clases? Pero queda su estructura ideológica. Aquí, en Occidente, consiste hoy en sustituir la realidad con ideas que yo me hago, sin relación con lo real. La ideología de género, por ejemplo. Usar palabras sin significado real. Muere alguien y preguntas “cómo te sientes”: importa el sentimiento, no la realidad. Recordemos cuando morían millones en Ucrania durante la gran hambruna provocada del Holodomor... y las consignas y carteles decían: "la vida se hace mejor, camarada, más alegre”.
- No se puede responder a la ideología con más ideología, sino con la experiencia real y el testimonio. Empezando por el compartir ante las necesidades. Berdiav decía: “Es necesario que amemos más a Rusia y a su pueblo de lo que odiamos a los bolcheviques y la Revolución”. Salir del relativismo, enfermedad de nuestro tiempo. Pero no usemos la verdad como un arma contundente. La verdad es relación, encuentro con esa Persona. ¿Qué es la verdad? Un hombre presente, un vir qui adest, decía San Agustín. Esto lo dice incluso el otro Bulgákov, en El Maestro y Margarita. Alí leemos que Pilato pregunta: “¿Qué es la verdad? Y Yeshúa, Jesús, le responde: “La verdad es que te duele la cabeza”. Y solo Pilato sabía eso. Ese hombre extraño, ese Yeshúa, ¿cómo lo hace? No responde con un discurso, sino con una experiencia: hay un encuentro, una relación.
- No lo sé. Olivier Clement preguntó al Patriarca Atenágoras: ¿Cuándo habrá unidad entre los cristianos? Atenágoras dijo: "cuando el plano de Dios se encuentre con la disponibilidad y libertad del hombre, como María estuvo disponible para la Encarnación". En Rusia Cristiana hemos trabajado mucho por el ecumenismo. La unidad de la Iglesia la construye Dios. Se trata de hacerla visible. Los católicos tenemos que ser más católicos y los ortodoxos más ortodoxos. El filetismo, es decir, reducir la Iglesia a la etnicidad, ha sido condenado por la Iglesia Oriental. Hay desafíos para Occidente y Oriente. Pero la estima entre ambas Iglesias requiere ayuda mutua, mirarse con estima, apreciar la experiencia religiosa del otro. Estos filósofos, que miraban a Occidente, decían a principios del siglo XX: “No queremos hacernos católicos ni protestantes, sino retomar la unidad de la Iglesia”.
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