Como oteadores o exploradores novatos, dejan su gigantesco convento, con todas sus viejas seguridades, y van llegando a la isla de Schiermonnikoog, nombre que significa "Isla de los Monjes Grises"... aunque no hay monjes allí desde la Reforma Protestante de hace 5 siglos.
"¿Sois monjes de verdad?", les preguntan unos niños de la isla. "Nunca habíamos visto un monje".
Los monjes pasean por la isla como el pueblo de Israel en el desierto bíblico buscando la tierra prometida. Les guía Dios. Pero no mucho más. El desierto es esa especie de playa gris, tan gris como el agua, inundable, en la que no está claro lo que es agua y lo que es arena. También desierto son las lomas de hierba alta, agitada por el viento, que exploran buscando la ubicación de su nuevo monasterio.
Cada uno de los monjes tiene su historia. Uno llegó al convento enorme convencido de que no estaba hecho en absoluto para la vida familiar, por lo que dedujo que la vida religiosa podía encajar bien con él. Otro llegó huyendo del mundo laboral, en el que había fracasado. Ni siquiera tenía fe: solo quería tranquilidad y que le dejaran atender las vacas. Otro había sido rockero y casi pandillero, con novia.
Otro había sido portero en otro convento... se enamoró de una mujer, fue a vivir con ella. Pero la mujer misma le dijo: "siempre estás pensando en el convento". Y efectivamente, volvió a la vida religiosa. "¿Se ha sentido juzgado por sus hermanos?", le pregunta la cineasta. "No", responde él. "Fueron muy directos y sin pretensión al contar su historia", explica la directora, Anne Christine Girardot.
La Isla de los Monjes no es "El Gran Silencio". No hay tanto silencio: el justo para mostrar el ritmo de vida monástico.
No hay ninguna claustrofobia para el espectador. Más bien puede ser lo contrario. Los monjes tenían un convento enorme, pensado para 120 hermanos, en el que ya solo vivían 8. Una gran amplitud.
Y ahora pasan a vivir en una casita mientras preparan su nuevo monasterio. Están muy juntos. Pero, a la vez, saltan a la enormidad de la playa, del mar, del cielo, de las lomas... El hombre es tan pequeño y la naturaleza tan grande... ¡y más grande es Dios! La cineasta trata de mostrarlo con muchos planos desde el cielo, con cámaras que sobrevuelan desde drones.
Anne Christine Girardot, la directora, explica a ReL esas playas: "Es ese desierto existencial que tenemos todos; pero ellos caminan por ahí, creando un futuro". El mar siempre fue símbolo de caos en la visión bíblica. Y el fango, la tierra mojada, el material del que Dios hace los hombres. En esa playa están las promesas de una nueva creación, y la realidad de unos hombres que están dispuestos a dejarse modelar como arcilla.
A la directora le gusta como se acompañan entre sí esos hombres tan distintos en su aventura. "Me gusta mucho que lo hacen juntos. Cuando los conocí, me parecían muy aislados unos de otros, casi no se veían ni hablaban en ese monasterio tan grande, con pocos momentos para dialogar. Pero con el nuevo proyecto, ahí estan, muy juntos, creciendo, adaptándose..."
Los vecinos al viejo convento los despiden con tristeza, incluso un poco enfadados. Hay como una magia del “tener monjes en el área”, comprenden los hermanos. "La gente sentía que con su ritmo monástico, su oración, les daban seguridad y estabilidad", señala la cineasta.
"Vivimos una época compleja para la fe en Occidente, y los monjes nos dan un mensaje de esperanza", explica Girardot. "Me dijeron que quizá la vida monacal muera en Holanda, en ese formato concreto, pero tendrá nuevas formas de expresarse, porque la búsqueda del ser humano hacia lo divino creará nuevas maneras. Ellos lo veían y me parece muy valiente. No es tanto guardar el pasado como abrirse a nuevas formas", afirma.
La mudanza no es solo física, sino espiritual. ¿Qué cosas dejar? ¿A qué cosas se aferra quien tiene pocas cosas? Quien lo dejó todo por entrar en el convento, ¿cómo se siente cuando ha de dejar precisamente ese convento?
En realidad, es la historia de la primacia de Dios, que es quien da la vocación. "¿Por qué motivo te hiciste monje?", es la gran pregunta. No lo que se deja, sino lo que se busca. Se busca a Dios. Y el convento sólo es una estructura. El monje es monje porque busca a Dios, evitando las distracciones.
Esa es la historia de búsqueda de lo invisible a través de imágenes visibles y hermosas de "La Isla de los Monjes". Se estrena el viernes 8 de diciembre, Fiesta de la Inmaculada, en España (más información en www.boscofilms.es/la-isla-de-los-monjes/)
Conde Duque Santa Engracia, Conde Duque Goya, Conde Duque Alberto Aguilera, Cine Paz y La Dehesa Cuadernillos (Alcalá de Henares)
Gran Sarrià y Verdi
ABC Park
Toledo: Olías
Lea el testimonio de cómo la cineasta, Anne Christine Girardot, encontró la fe, aquí en ReL
Entrevista a la directora en MaterMundiTV