Son meses de actividad frenética para el escritor y director José María Zavala. Mientras continúa la difusión de Amanece en Calcuta (que se está exhibiendo gratuitamente en residencias de ancianos) ya prepara una nueva película, sobre Carlo Acutis, y se encuentra en plena promoción de su último libro, Medjugorje, una investigación y una experiencia personal que no parecía prioritaria en los intereses del autor.
-Al inicio del libro cuenta que era un poco reacio al tema de Medjugorje. ¿Por qué?
-La machacona insistencia de algunas personas para que fuese allí, después de cada charla que impartía sobre el Padre Pío, provocó en mí un rechazo, sí. Algunas personas incluso me mostraban una fotografía en el móvil de un supuesto milagro en el sol, pero yo no veía nada ni me interesaba en absoluto. Así que tardé varios años en poner los pies en Medjugorje por esa razón.
-¿Qué le hizo cambiar?
-¿Por qué decidí viajar allí finalmente? La decisión fue repentina. Diría que incluso me sorprendió a mí mismo, pero mucho más a Paloma, mi mujer. ¿Inspiración tal vez...? Desde luego resultó providencial.
-¿Cree que las apariciones son auténticas?
-Yo no soy quién para afirmar si las apariciones son auténticas o no. Esa decisión le corresponde a la Iglesia. De hecho, la llamada Comisión Ruini, constituida en su día a instancias de Benedicto XVI, se pronunció de modo positivo respecto a las siete primeras apariciones. ¿Mi opinión personal? En el libro que acaba de publicar el Grupo Planeta dejo al lector que extraiga sus propias conclusiones a la vista de los documentos, entrevistas y testimonios que le presento, y por supuesto también a raíz de mi vivencia personal. Fui a Medjugorje sin prejuicios, a comprobar por mí mismo que estaba sucediendo allí y pude palpar la presencia de María de Nazaret.
-¿Cómo le influyó en ese sentido su contacto con dos de los videntes?
-Poder estar junto a Mirjana en una de las presuntas apariciones fue providencial. Yo no vi nada e insisto en que no pretendía ver nada. Simplemente recé Avemarías sin cesar con un fervor incontenible. Vi cómo oraban los presentes, asistí a la Santa Misa, comprobé cómo muchas personas se hincaban de rodillas ante el Sagrario convencidas de que allí estaba Jesús y luego confesaban... Eso es lo único importante, y no los fenómenos meteorológicos y otros extraños sucesos que algunos dicen ver a veces con cierto aire de fanatismo. La prolongada conversación con Vicka en su casa, más que una entrevista, resultó ser la prueba fehaciente de la autenticidad de una mujer normal con una profunda espiritualidad.
"Medjugorje" es la investigación periodística de José María Zavala sobre un fenómeno que cumple ahora cuarenta años.
-¿Cómo definiría el espíritu de lo que se ha venido en llamar "fenómeno Medjugorje"?
-Es la vivencia en primera persona del pasaje evangélico de Mateo (7, 16-17) dos mil años después: "Por sus frutos los conoceréis".
-Como las conversiones "tumbativas"...
-Conozco, en efecto, grandes conversiones de personas incluso ateas que han dado un vuelco a sus vidas por intercesión de la Reina de la Paz. Goran Rasevic, cuyo impactante testimonio sale a relucir por primera vez en mi libro, es una de ellas.
-Y a usted personalmente, ¿qué frutos le ha aportado?
-Subir un peldaño más en mi devoción a la Santísima Virgen, cimentada desde los seis años cuando mis padres me llevaron a Fátima, y robustecida con el rezo diario del Santo Rosario y las letanías de alabanza en familia.
-En su libro, Fátima es una referencia constante. ¿Ve algún vínculo entre ambas apariciones?
-La Virgen se aparece a los sencillos y los niños ejemplifican esa virtud. Niños y adolescentes que sufrieron una cruel persecución a manos del régimen comunista por reafirmarse en que veían a la Virgen. Por no hablar de la gran similitud de los mensajes marianos: conversión, penitencia, frecuencia de sacramentos, oración...
-El hecho de que haya diez secretos, y la forma en que deben ser dados a conocer, les otorgan un aura apocalíptica. ¿Es Medjugorje una aparición para los Últimos Tiempos?
-No sólo Medjugorje, sino otras apariciones que sí han sido aprobadas por la Iglesia, como La Salette (Francia), Fátima (Portugal), Akita (Japón) o Kibeho (Ruanda). La Virgen es nuestra Madre y, como tal, nos previene de lo que puede suceder si no retornamos a Dios.