El 20 de octubre se estrena en toda España Red de Libertad, el nuevo largometraje de Contracorriente Producciones/Three Columnas Entertainment.

Lo protagoniza Assumpta Serna en el papel de Helena Studler (18911944), religiosa de las Hijas de la Caridad que salvó a más de dos mil personas en Francia durante la ocupación nazi.

Todo un ejemplo de carisma vicenciano en el cuarto centenario de su fundación por San Vicente de Paúl (15811660), como nos recuerda Pablo Moreno, director de la película. 


Un  momento del rodaje de Red de libertad. En el centro, con camisa blanca, Pablo Moreno.


-Era la historia de una mujer valiente, que había hecho algo extraordinario en tiempos muy difíciles. Integraba muy bien los carismas vicencianos: su pasión, su arrojo, la denuncia de las injusticias, el trabajo por los demás...


-Efectivamente, ella responde a la realidad, de mejor o peor manera. No quería hacer una hagiografía con esta película, primero porque no es santa. Además, era una persona que tenía sus más y sus menos. A veces era impulsiva y no siempre toma las mejores decisiones, pero quiere hacer las cosas bien. Yo me identifiqué con ella y creo que cualquier persona puede también hacerlo. Es una heroína moderna a quien no todo le sale bien.

»Dicen que al lado de un santo siempre hay un mártir. Algunas de sus compañeras, incluso la superiora, sufrieron las consecuencias de determinadas acciones que tomó sor Helena. Por ejemplo, como consecuencia de estar implicada en la fuga de un general francés, la superiora fue internada en un campo de concentración.


Helena Studler está considerada una de las grandes heroínas católicas de la Resistencia.


-Ha sido una “pasada”, tiene un gran talento y, sobre todo, es muy generosa: busca siempre favorecer al compañero, cómo facilitarte la vida, propone muchísimo y siempre está buscando cómo mejorar su interpretación. Ella leyó el guión y dijo que quería participar en la película. Para nosotros fue un regalo tener a Assumpta. Es una actriz internacional, ha hecho más de cien películas…


Assumpta Serna, una de las grandes actrices del cine español, encarna a sor Helena.


-Al ser un encargo, teníamos unos medios económicos determinados y debíamos terminar en unos plazos concretos. Había que encajar todo. Dentro de las limitaciones que teníamos el equipo ha trabajado muy bien. Es un gran equipo de profesionales en el apartado artístico y técnico. Hemos conseguido sacar adelante esta película gracias al trabajo de todos y al diseño de producción para conseguir encajar todas las piezas.
 

-Forma parte de nuestro carisma y de nuestra vocación y creemos que hay que contar estas historias. En cuanto a la parte prosaica, es una serie de coyunturas que se van dando. Esta es la sexta película de temática. Pero la tercera, Un Dios prohibido, marca un inicio en cuanto forma de hacer. Antes trabajábamos con muy pocos medios; fue una ilusión de un grupo de jóvenes por hacer cine.
 

-Estamos contentos. Siempre pensamos que podemos llegar a más, que podríamos hacer mejor nuestro trabajo. Intentamos superarnos y superar los retos, intentar hacer mejores películas cada vez. Es verdad que han sido tiempos difíciles para el cine, por la crisis, el 21% de IVA… El cine no debe desaparecer; es un lenguaje universal, es un lugar de encuentro, aglutina todas las artes. Nosotros queremos seguir haciendo cine que tenga algo inefable, aquello que no se puede ver ni tocar…
 

-Es cierto, existe una tentación de reducir la fe a valores. Nosotros creemos en la trascendencia. Es como el anuncio: “Tú creces o enriqueces”. Yo creo que la trascendencia siempre enriquece el mensaje. Hemos intentado en esta película que haya un equilibrio justo para que creyentes y no creyentes puedan verla y nadie se sienta molesto, pero hay una parte iconográfica, trascendental, que tiene que estar.




-Seguimos allí porque nuestra tierra es muy pobre, está herida de muerte. Nos desangramos, nuestros jóvenes se van porque no hay oportunidades. Estamos al oeste del oeste de España. Con todo, estamos convencidos de que las industrias culturales son motores para el desarrollo, como ha dicho la Unesco. Nosotros creemos firmemente en este planteamiento. Queremos cambiar el mundo, pero primero hay que empezar por tu casa.
 

-Sí, por un lado, una vocación de cineasta. En el trabajo de actor hay algo de sacerdotal, hay un rito, una liturgia y ser director es lo mismo. Si no hay algo que te quema desde dentro de la profesión, no lo harías. Al hacer una película te expones y quedas desnudo delante del mundo. Luego queremos hacer cine que tenga un carácter religioso, espiritual, que hable al mundo de otras cosas: el mensaje de Jesucristo de amor universal es algo que tiene que llegar a todo el mundo, respetando las creencias de todos los demás.
 

-Nunca me lo había planteado, pero sí estoy convencido de que un cristiano tiene que ser ejemplo a través de su forma de vivir, de su forma de tomar decisiones; me gustan esos personajes que no te cuentan ningún “rollo”, ni te están vendiendo la “moto”, pero ves algo que atraviesa sus vidas y eso es alucinante.
 

-Es una ventana abierta al mundo. Compartimos los sentires de mucha gente (este año nos han llegado más de novecientas películas) cuando te envían una visión peculiar de sus vidas. Enriquece un montón esa variedad de enfoques y culturas… Soy un firme defensor de que el conocimiento compromete. Si conoces la realidad del otro, te puedes comprometer con su causa o, por lo menos, ser comprensivo con ella. Tenemos que dar a conocer el mundo de los que piensan distinto; hay que conocer sus motivos y plantear los nuestros.
 

-Si pensara lo contrario, sería un mal para el otro. Me voy a la cama creyendo que siempre hay algo bueno en el otro.