El filme es una exploración de la fe en cuatro personas de su familia que hace unos años estaban muy alejados de la fe y en poco tiempo y por vías distintas se han convertido a un catolicismo vibrante y entusiasta. Ahora sus hermanas, su cuñado y su madre, los protagonistas de esta película documental, explican qué les llevó a creer.
Tras alzarse con la Biznaga de Plata al Mejor Director en la Sección Oficial de Documentales del pasado Festival de Málaga y con el Premio del Público en el Festival Internacional Punto de Vista de Navarra 2017, acaba de ser distinguida con el Premio del Público, el Premio DOCMA y el Premio FESTHOME en el Festival Alcances de Cádiz.
Tal y como afirma la productora, Converso “es un intento por comprender este proceso de transformación religiosa y existencial. Un ejercicio lleno de honestidad que intenta explorar los intrincados caminos de la fe y, al mismo tiempo, resolver viejos conflictos familiares. El título hace referencia tanto a la primera persona del presente de indicativo del verbo conversar como a aquellas personas que abrazan una religión diferente de la que tenían. Una película sobre el Espíritu Santo y las conversaciones pendientes”.
En una reciente entrevista con Religión en Libertad, Arratibel hablaba de la clave de la película. “Gracias a la película yo empecé a preguntarles casi como un inquisidor. Y ella me dijo: ‘por fin podemos hablar de algo que es tan importante para mí’. Se trata de conversar desde el amor, la empatía... Con convicciones, sí. No se trata de intentar convencer al otro, sino de entender al otro. Y luego, de manera natural, ya veremos si uno pasa a adoptar la visión del otro. Ese café, ese conversar, es clave. Hay que poder hacerlo”, aseguraba.
Es una película que habla de la conversión pero que no va destinada principalmente a los católicos sino que puede ayudar mucho a los alejados. Para el director, “el prejuicio es el mayor impedimento. Cuando dije a mis amigos, de ambientes de cine, agnósticos, que iba a hacer una película sobre ‘cómo una persona llega a creer’, las reacciones estaban llenas de prejuicios. ‘Cuidado, que te van a ganar’, dijo uno. ‘Solo puedes hacer una película así si consigues dejarlos en ridículo’, dijo otro. Pero cuando mostré la película terminada a ese amigo, me dijo: ‘Ah, pero esto no va de religión, sino de ausencias, vacíos, distancias, sentimientos...’. Eso me gustó, distintos espectadores ven cosas distintas en la película”.