Así, Vicente Cárcel, que es vicario episcopal para los sacerdotes valencianos residentes en Roma, destaca la Carta colectiva del Episcopado español, del 1 de julio de 1937, que “fue una denuncia muy valiente de la tremenda persecución religiosa que sufría la Iglesia católica por parte de la República, desde el mes de mayo de 1931 hasta el 17 de julio de 1936”.
El autor cita, de esta manera, la situación que generó esta carta colectiva que era “la quema de iglesias y conventos, la batería de leyes y normas antirreligiosas, la hostilidad contra el clero y los católicos, que nada tuvieron que ver con la Guerra Civil”. Los primeros mártires fueron 33 sacerdotes religiosos y seminaristas adolescentes de Oviedo, en octubre de 1934, tal y como recoge la agencia AVAN.
A partir del 18 de julio de 1936, fue “la mayor persecución sangrienta conocida en la historia de España, que provocó la muerte de 12 obispos, más de 6.000 sacerdotes, religiosos y religiosas y cerca de 3.000 seglares católicos, hombres y mujeres que jamás empuñaron las armas y fueron asesinados no por razones políticas sino por odio a la fe cristiana”.
Este quinto volumen ha sido editado por la Biblioteca de Autores Cristianos
Según explica en su obra Vicente Cárcel, la “única defensa” de estos mártires “fue el amor y el perdón y educaron para que no hubiera rencor u odio a los perseguidores”. Igualmente, señala que “no fueron víctimas de la guerra, porque el ataque de la República a la Iglesia empezó cinco años antes”.
Cárcel aporta, entre otros muchos, el testimonio “muy elocuente” del cardenal Tarancón, “quien no dudó en declarar que habría firmado la carta colectiva” de los Obispos españoles con motivo de la guerra en España si hubiera sido obispo en aquella fecha y reconoció la valentía de los obispos al escribirla, porque, según él: 'Pretendían descristianizar a España y convertirla en un satélite de Rusia; por eso era obligatorio empuñar las armas en defensa de la fe'; y, por ello, Tarancón justificó que la Iglesia fuera beligerante.
Asimismo, otro de los temas estudiados en este volumen se refiere a las reticencias del Vaticano para reconocer al Gobierno Nacional, “mientras mantenía relaciones diplomáticas con el gobierno republicano; un reconocimiento que no se formalizó hasta junio de 1938”. Según Cárcel, el Vaticano intervino en favor de numerosos condenados a muerte y detenidos políticos en las 'dos Españas', promoviendo amnistías e intercambios de prisioneros.
Una de las grandes novedades que aporta este volumen es la opinión del cardenal Tarancón sobre la carta colectiva de los obispos de 1937
Según Vicente Cárcel “las cuentas con la Historia no se pueden hacer destruyendo sus huellas”. Por ello, “destruir símbolos o monumentos; intentar eliminar personas que consideramos pésimas, no contribuye a la pacificación de los ánimos y al encuentro con la verdad histórica”.
Para el historiador valenciano, “la única forma de mantener viva una auténtica memoria histórica, ausente de partidismos ideológicos y de maniqueísmos nocivos, consiste en conocer y comprender, no en ocultar, negar o destruir lo que nos molesta”. Precisamente, según apunta Vicente Cárcel, “estas consideraciones son necesarias para entender la importancia que encierran los documentos vaticanos publicados en esta colección y, en particular, los que se refieren al año 1937.
Hasta ahora de esta colección La Segunda República y la Guerra Civil en el Arhivo Secreto Vaticano han salido cinco volúmenes, desde el año 1931, y faltan todavía dos, correspondientes a 1938 y 1939.