Lo demostró en 2010 el cardenal Raymond Burke cuando aún era prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica, y por tanto máxima autoridad jurídica de la Curia. Fue en la 11ª Reunión del Deutsch-Amerikanisches Kolloquium, celebrada en Wildbad Kreutch (Alemania) entre el 24 y el 30 de julio de 2010, y su contribución, ampliada y actualizada, se publica ahora por primera vez en español, en la revista Verbo (nº 555-556), bajo el título "Una comparación entre el derecho canónico y la sharia islámica".
Burke parte de un hecho: "Las dos formas de derecho religioso diferirán entre sí en igual grado que catolicismo e islam son diferentes. Habida cuenta de la gran diferencia entre ambas religiones, se puede esperar con razón que se encontrarán más diferencias que semejanzas entre el derecho canónico y la sharia islámica".
La más importante diferencia: el cristianismo reconoce una autonomía propia -aunque no absoluta- al orden temporal, por lo que el derecho canónico "se limita al servicio del recto orden de la Iglesia como cuerpo místico de Cristo", e incluso acepta como propias, para asuntos mixtos, algunas de disposiciones del derecho civil "en tanto no sean contrarias a la ley moral natural". Por el contrario, el derecho islámico "regula todos los aspectos de la vida tanto religiosa como civil".
Esa función de medio y no de fin que tiene el derecho canónico, un "humilde servidor del misterio de la fe", explica Burke, se debe a que los cristianos esperan la transformación del mundo en la segunda venida de Cristo. Sin embargo, para los musulmanes la aspiración es el triunfo de la sharia "aquí y ahora", porque, una vez logrado su imperio meramente externo, está logrado todo.
El derecho canónico está al servicio del culto a Dios y de la santidad de vida de los fieles, la sharia es de por sí culto a Dios y santidad de los fieles, que no tienen más programa que su cumplimiento en el fuero externo.
Si, para la Iglesia, el papel principal corresponde a la fe, la esperanza y la caridad, en el islam el "lugar dominante" corresponde al derecho: "Para el seguidor del islam, hasta el más religioso de los actos es primariamente un acto jurídico". Por eso la principal ciencia del islam es el derecho, mientras que para el cristianismo lo son la teología y la espiritualidad.
Hay otra diferencia en cuanto a la interpretación y las fuentes del derecho. "El derecho canónico", recuerda Burke, "goza de la certeza que es inherente a su fuente en la Tradición tal y como se interpreta con autoridad por quienes, por la gracia de Dios, ejercen jurisdicción en la Iglesia en su calidad de comunidad jerárquica". Por el contrario, para los mahometanos las fuentes de la sharia son el Corán y la vida de Mahoma interpretados en su transmisión según "escuelas personales" de los "principales jurisconsultos".
Para los cristianos la ley natural y la ley positiva son distintas, lo cual abre la posibilidad de un conflicto entre ambas en el que desempeña un papel la conciencia; y, al mismo tiempo, existe una autoridad (el Papa, en última instancia) que determina el significado y alcance auténticos de las normas. El islam, por el contrario, "identifica la moral con el derecho, elimina el diario desafío del pensamiento moral", se trata solo de aplicar la sharia; pero, al mismo tiempo, por esa falta de autoridad y por esa diversidad de escuelas, "la pluralidad y relatividad que caracterizan al derecho islámico hacen que con frecuencia sea difícil conocer, con certeza, cuál es verdaderamente la norma de la sharia respecto de cualquier asunto determinado".
Queda claro, pues, que el derecho canónico y la sharia obedecen a planteamientos jurídicos irreconciliables. Para el mahometano no hay otro objetivo en la vida que "la observancia universal de la sharia" y, cuando está en minoría, su "tolerancia" es solo "adaptación práctica" mientras no consiga ese objetivo y pueda imponerla. Por eso, concluye el cardenal Burke, "la vida en armonía entre católicos devotos y musulmanes devotos puede convertirse en insostenible".
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