Longenecker, nacido en Pennsylvania, se educó en un hogar evangélico, pero tras licenciarse en Filología Inglesa en Estados Unidos decidió estudiar Teología en Oxford. Luego se ordenó como pastor anglicano. Casado y con hijos, en 1995 su familia y él se convirtieron al catolicismo. Continuó trabajando en Inglaterra, colaborando en diversas publicaciones católicas.
En 2006 regresó a Estados Unidos y fue ordenado sacerdote a pesar de su matrimonio, en virtud de las disposiciones especiales para anglicanos que han recibido sus órdenes (los pastores anglicanos no son sacerdotes sino laicos, una vez declarada definitivamente la invalidez de sus órdenes por León XIII en la carta Apostolicae Curae de 1896). Actualmente Longenecker tiene su destino pastoral en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario de Greenville (Carolina del Sur).
Pero, ¿dónde se hallaba en algún momento de 2003? En Londres, según contó él mismo hace algunas semanas en su blog en Patheos. En aquella época Mel Gibson había concluido una parte del rodaje de la película y ya preveía los obstáculos que iba a presentar su distribución. Por eso se encontraba recorriendo diversas ciudades clave de todo el mundo para conseguir mecenas católicos que financiasen la exhibición del film.
Hoy, cuando se ha revelado como una de las películas más rentables de la historia del cine, y tras haber sido vista por cientos de millones de personas y catalogada como la mejor nunca realizada sobre la Pasión y Muerte de Jesucristo, y siendo una de las más queridas de todos los tiempos para el público católico, puede sorprender que Gibson encontrase esos obstáculos. Pero en aquel momento y con lo que se sabía de La Pasión, ya estaba padeciendo una fuerte campaña en contra, viéndose acusado de antisemita por señalar, conforme al relato evangélico, la responsabilidad del sanedrín en la Crucifixión del Señor.
Y la antipatía era también de algunos poderosos sectores católicos, sobre todo en Francia. El 20 de febrero de 2004 el cardenal Jean-Marie Lustiger tomaba distancias con la película. El 9 de abril de ese mismo año, en pleno lanzamiento de la película, el padre Philippe Vallin, entonces secretario de la comisión doctrinal de la conferencia episcopal francesa, publicaba una nota con una sorprendente desautorización teológica: a Vallin le desagradaba la neta plasmación en la película del carácter expiatorio de los sufrimientos de Cristo por los pecados de los hombres. Todo ello, a pesar de que Juan Pablo II la había respaldado implícitamente, atribuyéndosele el comentario "Es como fue" tras verla en un pase privado.
Así pues, la preocupación de Gibson de que su obra no pudiese comercializarse de forma normal y hubiese que recurrir a otros canales tenía todo el sentido.
El padre Longenecker, que entonces realizaba críticas de cine para algunas publicaciones católicas, fue uno de los invitados a esos encuentros con Mel. Fue una noche en un pequeño cine del Soho, en Londres, y acudió al pase junto con su amigo Steve Ryan. Además, se rumoreaba que el cineasta estaría en esa proyección de prueba.
Así fue. Al concluir la función, Gibson salió a preguntar a los presentes su opinión.
Dwight Longenecker hizo dos preguntas, según su propio relato:
-Me ha gustado la forma en la que ha incluido algunas famosas obras de arte en el apartado de fotografía. ¿Fue algo intencionado?
-Sí -respondió Mel-. Me alegra de que se haya dado cuenta. Quería que la película se situase en la tradición de la gran iconografía de la Iglesia. Tal vez no lo conseguí, pero lo hemos intentado.
-Me habría gustado ver alguna referencia... quizás al famoso Crucifijo de Salvador Dalí (en el cual se ve a Cristo desde arriba). ¿Sabía usted que se inspiró en un dibujo de San Juan de la Cruz?
Mel asintió. Y enseguida Steve, el amigo que acompañaba a Dwight, formuló su propuesta:
-Me habría gustado haber visto algún signo del dolor del Padre ante la muerte de su Hijo.
Tras el encuentro con críticos y patrocinadores, varios de los presentes se fueron a cenar con Mel.
Un año después, Longenecker recibió una llamada de su amigo Steve.
-¿Has visto ya la película de Mel?
-Todavía no -respondió Dwight.
-Tienes que verla -animó Ryan-: ¡nuestras escenas están en ella!
-¿Qué?
-¿Te acuerdas que tú dijiste que te gustaría ver la crucifixión desde arriba, y yo un signo del dolor de Dios Padre?
-Sí.
-¡Mel puso las escenas en la película!
Al morir Cristo, la cámara se eleva para una visión cenital, y desde el cielo cae sobre el Gólgota la primera gota de lluvia de la tempestad que sacudió los cielos, pero que al principio podemos interpretar sin exageración como una lágrima de Dios.
"Ninguna de las dos escenas estaba en el bruto de la película que vimos aquella noche en Londres", concluye Longenecker.