La pregunta acerca del "ocultamiento de Dios" y de su silencio ha sido recurrente a lo largo de toda la historia, y no sólo entre los católicos. En situaciones complejas y de sufrimiento este interrogante se hace incluso más patente.
El sacerdote polaco Milosz Holda es profesor adjunto de la Universidad Pontificia Juan Pablo II en Cracovia. Allí enseña Metafísica y Antropología filosófica. Es además un gran experto en lo relativo al "ocultamiento de Dios" en la experiencia popular contemporánea. En su opinión, es "útil que hagamos experiencia del silencio de Dios".
Recientemente ha participado en el IX Simposio Internacional "Más allá de la fe secular" y en él ha sido entrevistado por Ignacio Álvarez para la Archidiócesis de Granada:
-¿A qué nos referimos cuando hablamos de este ocultamiento divino?
-Es un fenómeno que se da cuando comparamos nuestro pensamiento sobre lo que Dios debería de hacer, teniendo en cuenta sus cualidades de ser omnipotente, omnisciente y perfectamente bueno, con respecto a nuestra experiencia en el mundo. Las preguntas se despiertan especialmente con la experiencia del mal y con nuestra inquietud cuando no vemos suceder milagros. Viene de la comparación entre lo que vemos y lo que pensamos.
El ocultamiento divino es muy conocido en la literatura contemporánea y de la filosofía analítica de la religión. En cualquier libro sobre la filosofía de la religión encontrarás un capítulo sobre este ocultamiento divino. La pregunta es ¿por qué Dios no es más evidente? ¿Por qué no experimentamos su presencia, su cercanía? ¿Por qué nos parece que Dios nos ha abandonado?
-Entonces se trata de algo particular de la sociedad postcristiana de la que se habla últimamente...
-La cuestión sobre el ocultamiento divino se remonta en realidad al origen de la misma religión. Incluso en la Biblia encontramos testimonios de esta experiencia de la ausencia de Dios. Bien es cierto que es un factor muy característico de nuestro tiempo y de los procesos de secularización; del desarrollo social y psicológico de nuestras sociedades occidentales, de donde nace una diversidad religiosa con distintas espiritualidades. Es una cuestión muy contemporánea.
-¿Dónde nos encontramos este fenómeno del ocultamiento divino?
-Lo vemos en la experiencia cotidiana de la gente a quienes les cuesta la oración, que se preguntan por qué existen tantas religiones o por qué hay tantos casos de maldad injustificada. Son algunos ejemplos que hablan del ocultamiento divino en un sentido amplio.
En los escritos de Juan Pablo II nos encontramos reflexiones acerca de cómo vivimos un momento particular después de Auschwitz, después de todas estas cosas que sucedieron en el s. XX. Dentro de esta particularidad es difícil responder a algunas preguntas sobre Dios, acerca del sentido de la vida. Por ello tenemos muchos ejemplos sobre esta experiencia del ocultamiento divino.
-¿Es algo también esencial dentro del diálogo interreligioso?
-Sí, precisamente he presentado este tema a la luz de la solidaridad interreligiosa porque dentro de otras religiones, no solo la cristiana, especialmente las que forman parte de la tradición abrahámica. Hay creyentes del judaísmo o del islam que hablan de esta experiencia de ocultamiento divino. Ellos tratan incluso de superar esta cuestión de forma similar a cómo hacemos los cristianos. Por eso creo que es posible hablar de este tema a la luz del diálogo interreligioso, no solo ecuménico.
Mostré que la solidaridad interreligiosa puede ser considerada una ventaja del ocultamiento divino porque cuando la gente intenta responder a esta pregunta también dan sus respuestas. ¿Qué hacemos cuando experimentamos esta ausencia de Dios? Atendiendo a algunos autores contemporáneos de la filosofía de la religión, creo que podemos considerar este fenómeno como una ventaja
-¿Qué podemos aprender de la experiencia del silencio de Dios?
-Creo que la mayoría de nosotros, incluso los cristianos, hemos tenido o tendremos a veces estas preguntas, porque están conectadas con nuestra situación vital. Así será cuando experimentemos el problema del mal o nos preguntamos por qué Dios no nos ayuda y no nos cura. De igual modo, cuando vivamos la muerte de algún ser querido. El ocultamiento divino no es por eso algo puramente teórico, sino algo muy práctico dentro de nuestra propia forma de entender lo trascendente.
Probablemente estamos o estaremos dentro de alguna situación en la que intentamos dar respuesta a las preguntas sobre el comportamiento de Dios, acerca de sus decisiones, de su voluntad. Por eso tenemos que reflexionar sobre ello porque resulta muy útil para nuestras propias creencias como cristianos y también para los de otras religiones.
Experimentando este ocultamiento de Dios podemos ser conscientes de toda la gente que sufre con los mismos problemas desde distintas creencias. Por eso podemos aprender a ayudarles mejor dentro de estas situaciones.