La Iglesia ha celebrado estos días la Pasión de Cristo y ahora su Resurrección. Los Evangelios y otros textos del Nuevo Testamento hablan de estos acontecimientos y además los colocan en un contexto histórico ofreciendo bastantes datos al respecto.  Aun así, existen todavía voces que niegan la existencia de Cristo pese a que cualquier historiador especializado en esta época afirma de manera tajante la existencia de Jesús de Nazaret así como su muerte crucificado.

Estos expertos se basan en los textos de historiadores del siglo I y II completamente independientes y que no eran seguidores de Jesús. Sus crónicas hablaban de Jesús y de sus hechos portentosos y que “padeció bajo el poder de Poncio Pilato”, tal y como se recita en el Credo.


El catedrático de Nuevo Testamento de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, Santiago Guijarro,  asegura en un reportaje que publica ABC sobre este asunto que “la muerte en cruz es el hecho histórico mejor atestiguado de la biografía de Jesús”.

Y en esta línea coinciden importantes historiadores como el ya fallecido Michael Grant, que afirmaba que hay más evidencia de que existió Jesús que la que hay de importantes personajes históricos paganos. Además, indicaba que “Jesús sí existió y sabemos más de él que de cualquier palestino judío antes del 70 d.C”.

Igualmente, F.F. Bruce, también fallecido, y autor de la obra ¿Son fidedignos los documentos del Nuevo Testamento?  indicaba de manera contundente que “para un historiador imparcial, la historicidad de Cristo es tan axiomática como la historicidad de Julio César”.


Flavio Josefo es el historiador que acredita de manera más clara la existencia de Jesús 


Y es que los historiadores de su época y que siguieron a su muerte acreditaron la existencia de Jesús aunque fuera con datos puntuales. Guijarro recuerda que “ninguno de los historiadores no cristianos se propuso escribir una historia de los comienzos del cristianismo, y por esta razón sólo mencionan los acontecimientos que tenían alguna relevancia para la historia que estaban contando. Sin embargo, el valor de estos datos puntuales es muy grande”.

De entre estos historiadores destaca sobre todo Flavio Josefo, judío romanizado que vivió del 37 al 110 y que hizo crónicas muy detalladas de lo ocurrido en Palestina.

En su texto conocido como Testimonium flavianum de su libro Antigüedades judías (91-94) aparecen referencias a Jesús como esta:

“En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, (si es lícito llamarlo hombre); porque fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que recibe con gusto la verdad. Y atrajo a muchos judíos y a muchos de origen griego. (Él era el Mesías) Y cuando Pilato, a causa de una acusación hecha por los principales de entre nosotros lo condenó a la cruz, los que antes le habían amado, no dejaron de hacerlo. (Porque él se les apareció al tercer día de nuevo vivo: los profestas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él) Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos, llamados así a causa de él, no ha desaparecido”.



Entre paréntesis aparecen los fragmentos que los expertos debaten si pudieron ser o no añadidos posteriormente. Pero la esencia y en lo que hay consenso sobre su autenticidad es que Jesús existió siendo la figura que mostraron los Evangelios.


En otra parte de su obra, Josefo explica el martirio de Santiago haciendo referencia a “Jesús, que es llamado Mesías”.

Otro importante historiador que habla de Jesús y que los expertos de la actualidad dan total credibilidad es Tácito (56118 d.C.). El historiador romano menciona a “Cristo” en su obra Anales ya al final de su vida cuando habla del incendio de Roma en el año 64 en tiempos del emperador Nerón.


Tácito informa de las sospechas existentes acerca de que había sido el propio Nerón el que habría ordenado prender fuego a la ciudad y recoge cómo “para acallar el rumor, Nerón creó chivos expiatorios y sometió a las torturas más refinadas a aquellos a los que el vulgo llamaba ‘crestianos’, [un grupo] odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado por el procurador Poncio Pilato.  Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se extendió de nuevo, no sólo en Judea, la tierra que originó este mal, sino también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de todas partes del mundo”.


Estos historiadores confirman que Jesús "padeció bajo el poder de Poncio Pilatos"

Aunque Josefo y Tácito son las fuentes más claras también existen otras antiguas que citan a Cristo, como Plinio, el joven (112 d.C) que siendo procónsul en Bitinia escribió una carta al emperador Trajano, y que se conserva en la actualidad, para preguntarle que debía hacer con los cristianos. Hasta tres veces aparece la palabra “Cristo” en su escrito.


Esto decía en su carta a Trajano:

“Decidí dejar marcharse a los que negasen haber sido cristianos, cuando repitieron conmigo una fórmula invocando a los dioses e hicieron la ofrenda de vino e incienso a tu imagen, que a este efecto y por orden mía había sido traída al tribunal junto con las imágenes de los dioses, y cuando renegaron de Cristo (Christo male dicere). Otras gentes cuyos nombres me fueron comunicados por delatores dijeron primero que eran cristianos y luego lo negaron. Dijeron que habían dejado de ser cristianos dos o tres años antes, y algunos más de veinte. Todos ellos adoraron tu imagen y las imágenes de los dioses lo mismo que los otros y renegaron de Cristo. Mantenían que la sustancia de su culpa consistía sólo en lo siguiente: haberse reunido regularmente antes de la aurora en un día determinado y haber cantado antifonalmente un himno a Cristo como a un dios. Carmenque Christo quasi deo dicere secum invicem. Hacían voto también no de crímenes, sino de guardarse del robo, la violencia y el adulterio, de no romper ninguna promesa, y de no retener un depósito cuando se lo reclamen”.

Por su parte, Trajano contestó a Plinio diciéndole que no buscara a los cristianos pero cuando se les acusara debían ser castigados a no ser que se retractaran.


Otra fuente que habla de Jesús es Suetonio, un historiador romano que vivió del 70 al año 140. En su libro Sobre la vida de los césares menciona la expulsión de los judíos de Roma ordenada por el emperador Claudio, que “andaban siempre organizando tumultos por instigación de un tal Chrestus”.

Para la gran mayoría de los historiadores contemporáneos este “Chrestus” es Cristo puesto que era frecuente que los paganos confundieran a Christus y Chrestus y porque no existe ninguna constancia ni testimonio sobre ningún Chrestus agitador.

Por ejemplo, los Hechos de los Apóstoles recogen este acontecimiento histórico cuando se cuenta que Aquila y Priscila “acababan de llegar (a Corinto) desde Italia por haber decretado Claudio que todos los judíos saliesen de Roma”.


El también escritor griego Luciano de Samosata escribió en el año 165 una sátira sobre los cristianos en su obra La muerte de Peregrino. “Consideraron a Peregrino un dios, un legislador y le escogieron como patrón…, sólo inferior al hombre de Palestina que fue crucificado por haber introducido esta nueva religión en la vida de los hombres (...) Su primer legislador les convenció de que eran inmortales y que serían todos hermanos si negaban los dioses griegos y daban culto a aquel sofista crucificado, viviendo según sus leyes”, escribía el griego