Cada nueva obra suya que se anuncia suscita pues un interés especial, y más entre el público cristiano, sobre todo tras esa gran película religiosa que fue en 2011 El árbol de la vida, con Brad Pitt, Jessica Chastain y Sean Penn.
El árbol de la vida es una "personalísima película espiritual, mística y contemplativa... que se muestra como un diálogo entre Dios y un hombre perturbado por su silencio, sus dudas y su ausencia de Él", "un entramado intertextual entre el Antiguo y el Nuevo Testamento" que pone al espectador ante "las grandes cuestiones que afronta el ser humano: el bien y el mal, la redención y el pecado, el deseo de amar y la incapacidad de dar amor, le belleza del mundo, la violencia, el sacrifico, la búsqueda de la salvación y la caridad cristiana" (Belén Ester).
¿Será igual con Radegund, ya en periodo de montaje y con estreno previsto para este año? Se anuncia como "un drama sobre el amor, el sacrificio y el destino" ambientado en la Segunda Guerra Mundial, y Malick tendrá presumiblemente menos margen para la alegoría -tan presente en El árbol de la vida- porque se basa en la vida de un personaje real, Franz Jägerstätter (19071943), beatificado en 2007 en la catedral de Linz en una ceremonia que contó con la presencia de su esposa, Franziska, de 96 años, y de sus cuatro hijas.
Radegund es una película de producción alemana y con un reparto alemán, en el que August Diehl interpretará a Jägerstätter. El guión es del propio Malick y no se le ahorran elogios: "Es uno de los guiones más poderosos que he leído en los últimos años", afirma Thierry Decourcelle, de la distribuidora UGC, que la introducirá en Francia.
Uno de los primeros fotogramas que se han dado a conocer de Radegund.
Será una de las obras más puramente narrativas de Malick, según propia confesión, pues se trata de "un guión muy bien ordenado" para alguien que en alguna de sus últimas películas ha rodado en buena medida sin él y dejando improvisar a los actores. El de Radegund está basado en la correspondencia real que se conserva entre Jägerstätter y su esposa.
Franz Jägerstätter está considerado un mártir de la libertad de la conciencia, pues fue ejecutado en 1943 tras negarse, por razón de principios, a ser alistado en el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial: "¿Quién asume la responsabilidad de lo que yo haga como soldado? Yo no puedo luchar para que Hitler domine el mundo. ¿Hay algo peor que tener que matar y robar a aquellos que defienden su patria y, además, para ayudar a la victoria de un poder antirreligioso?".
Franz había nacido el 20 de mayo de 1907 en St. Radegund (de ahí el título del film), localidad cercana a Salzburgo, en Austria. Sus padres, Franz Bachmeier y Rosalia Huber, no estaban casados, y al ser pobres el niño fue criado por su abuela materna. Años después, Rosalía se casó con Heinrich Jägerstätter, quien prohijó al pequeño y le dio su apellido.
St. Radegund, con pocos centenares de habitantes, era una población activamente católica en el seno de la católica Austria. Como recoge José M. García Pelegrín en su libro Cristianos contra Hitler, donde biografía, entre otros, a Franz Jägerstätter, en las últimas elecciones antes de la anexión a Alemania, los social-cristianos obtuvieron 228 votos, por 8 los socialdemócratas y 0 (ninguno) los nacionalsocialistas, que sin embargo en el vecino pueblo de Ostermiething lograron 50.
Además de Franz Jägerstätter, José M. García Pelegrín narra en Cristianos contra Hitler la historia de Clemens August von Galen, Wilm Hosenfeld, Karl Leisner, Helmuth James von Moltke e Irena Sendler.
La fe de Franz, como la misma orientación moral de su vida, tuvo altibajos. Durante un tiempo de juventud se alejó de la práctica religiosa y en 1933 tuvo una hija ilegítima con Theresia Auer, criada de unos labradores del pueblo, a quien nunca dejó de visitar y a cuya manutención ayudó siempre económicamente, quedando a bien con la madre tras pedirle perdón por lo sucedido.
En 1936, Franz se casó con Franziska Schwaninger, una mujer muy religiosa que imprimió un giro definitivo a la vida de su marido. Su viaje de novios fue una peregrinación a Roma, y al regreso ambos comulgaban con frecuencia.
Franz Jägerstätter, beatificado como mártir.
St. Radegund pertenecía a la diócesis de Linz, cuyo obispo, Johannes Maria Gföllner (19151941) fue siempre un baluarte contra el nazismo: "Es imposible ser al mismo tiempo un buen católico y un nacionalsocialista convencido", estableció en una carta de 1933. Más aún tras el Anschluss [Anexión] de 1938, que situó como gobernador en Viena a un anticatólico declarado como Josef Bürckel, que llegó a detener a ocho de los once sacerdotes que ejercían su ministerio en la circunscripción a la que pertenece St. Radegund.
Todo esto va formando en el alma de Franz Jägerstätter la determinación de no dejar que su ferviente catolicismo se contamine con "un partido enemigo de la Iglesia" que hace "terribles matanzas", escribe en esa época.
En 1940 es llamado a filas. Su incorporación al Ejército llega en un momento personalmente complicado: su esposa acaba de dar a luz a su tercera hija y la madre de Franz está hospitalizada. Escribe a su mujer que, "aunque a veces parezca que el Señor nos ha abandonado, no es así, solo quiere probar si confesamos nuestra fe con valentía también en el sufrimiento... Aunque hoy en día muchos quieran construirse unas carreteras estupendas, no conseguirán cambiar nada del camino al cielo: seguirá siendo desigual y pedregoso".
August Diehl, quien interpretará a Franz Jägerstätter, ataviado de una forma completamente contraria en Malditos bastardos (2009), de Quentin Tarantino.
Entre junio de 1940 y febrero de 1943 pasa varios periodos de servicio, aunque a temporadas las autoridades de St. Radegund le consiguen bajas para que pueda atender a su familia y a su trabajo como campesino. Durante el tiempo en filas procura asistir a misa siempre que puede, y en diciembre de 1940 ingresa en la Orden Tercera franciscana. Cuando está en casa, va a misa a diario.
Y así va fraguando la idea de no regresar a su puesto: "¿Se puede hablar de defensa de la patria cuando se irrumpe sencillamente en países que no nos deben nada y se dedica a matar y saquear en ellos?... Nunca creeré que los católicos tengamos que ponernos a disposición del peor y más peligroso poder anticristiano que ha existido jamás".
En los escritos que se conservan va argumentando lo que hará después. Consciente de que su decisión le acarreará la muerte, explica por qué no considera inútil ser como esos "cristianos que, aun hoy, en plena oscuridad, son capaces de alzarse con toda claridad, serenidad y seguridad, que en medio de tanta falta de paz y de alegría, con tanto egoísmo y odio, se levantan con la más pur apaz, alegría y ánimo de servicio. Que no son como una caña agitada por el viento".
El 23 de febrero de 1943 recibe orden de incorporarse el día 25. No acude hasta el 1 de marzo y al día siguiente presenta su objeción de conciencia. Es trasladado a la prisión militar de Linz hasta el 4 de mayo, y luego a Berlín. El 6 de julio es juzgado y condenado a muerte y el 14 se confirma la sentencia, la cual establece que su negativa se debe a que "actuaría contra su conciencia religiosa si luchara en pro del estado nacionalsocialista". Todos los intentos de convencerle, también por parte de sacerdotes que le sugerían algún arreglo pensando en su familia, fueron inútiles: "No se puede mentir ni reforzar una mentira con un juramento", insistía.
Beatificación de Franz Jägerstätter, el 26 de octubre de 2007. Abajo, Franziska venera una reliquia de su marido.
Sus últimas cartas a Franziska son emocionantes: "Nunca hemos de olvidar: Señor, no se haga mi voluntad, sino la tuya. Ayuda a los pobres mientras puedas. Y haz también de padre para nuestras hijas. No te enfades tampoco con mi madre, aunque no nos comprenda ahora". Porque él sabía el dolor que causaba a los suyos, que fue su cruz más difícil de llevar: "¡Qué duro debió de ser para nuestro querido Salvador causar, con su pasión y muerte, tantod solores a su querida Madre, y lo sufrieron todo por amor a nosotros, los pecadores. Le agradezco al Salvador haber podido sufrir y morir por Él".
"Ruego a Dios que acepte mi vida en sacrificio de reparación no solo por mis pecados, sino también por los de los demás", escribió pocas horas antes de ser guillotinado, el 9 de agosto de 1943, sesenta y cuatro años antes de que un Papa alemán le elevase los altares.