La imagen está a 2333 metros de altitud, en la cumbre del Monte Castellazzo, que fue escenario de combates durante la Primera Guerra Mundial y conserva como recuerdo galerías y trincheras. El entorno es el Parque Natural de Paneveggio Pale di San Martino, en el Trentino (Italia). Y desde 2009 el trekking (senderismo) que llega hasta el Cristo Pensante de los Dolomitas se ha convertido en una de las rutas de montaña más célebres de los Alpes italianos, y en un singular recorrido espiritual.
Su origen tiene nombre y apellidos: Pino Dellasega, un especialista en marcha nórdica nacido en 1955 en Predazzo (Trento) que en 1983 se encontraba en Polonia visitando el santuario de la Virgen de Czestochowa tras participar en un campeonato.
Ante sus ojos, cientos de miles de personas mostraban su fe católica desafiando la hostilidad del régimen comunista, entre ellos una cantidad enorme de sacerdotes y de jóvenes. Quedó impresionado. Aquella tarde misma tarde, ya en Varsovia, vio por primera vez en un tenderete callejero la imagen del Cristo Pensante, una talla de madera de 25 cm con origen entre los campesinos polacos que se había convertido en símbolo de la resistencia, de Solidaridad, del sacerdote mártir Jerzy Popieluszko: "Aun no teniendo mucha fe, me atrae, la quiero, la compro y me la llevo a casa", explica. La puso sobre un fogón y se olvidó de ella durante veinticinco años.
Lo que nos lleva al verano de 2007. Pino (que durante ese tiempo ha conquistado 17 títulos de campeón de Italia, ha recorrido el mundo entero como explorador trazando y recorriendo rutas, se ha casado y tiene dos hijas) se encuentra en Val Venegia, "uno de los más hermosos valles del mundo", que había recorrido "cientos de veces" contemplando sus extrañas y hermosas plantas, desde las estrellas alpinas al rododendro blanco: "Pero desde ese día mi vida cambió y nació una gran aventura, la del Cristo Pensante".
Aquella jornada se cruzó con seis franciscanos que descendían por la ladera cantando y con un musulmán que había hecho un alto para rezar, imágenes que le "sacudieron" el cuerpo: "De pronto algo empieza a circular por mi mente. Reflexiono y comprendo que la naturaleza es lugar para pensar, para orar o incluso solamente para agradecer".
Miles de ideas y proyectos bullen en su cabeza, hasta que ya en su hogar, contemplando sobre el fogón la imagen que había adquirido cinco lustros atrás en Polonia y había permanecido allí sin utilidad aparente, se va forjando en su cabeza la idea del Trekking del Cristo Pensante: "¿Y dónde estaba yo al día siguiente? En la cumbre del Monte Castellazzo, por cuyos pies había pasado cientos de veces sin subirla nunca".
Pino se moviliza. Diseña la ruta, presenta el proyecto a las autoridades locales, contacta con los artistas. La imagen del Cristo Pensante es obra de Paolo Lauton, quien talla una pieza de mármol blanco de dos toneladas a cuya cabeza ajusta una corona de espinas fabricada con alambrada de la Primera Guerra Mundial. Bajo la figura, una placa que transmite el mensaje que Pino quería: "Encuentra tiempo para pensar. Encuentra tiempo para rezar. Encuentra tiempo para sonreír". La escultura esconde también un cofre que guarda un tesoro: agua de la fuente de Lourdes, piedras de Jerusalén, tierra del lago de Getsemaní, reliquias del Padre Pío, imágenes de la Virgen de Czestochowa y de la Virgen de Fátima... La cruz de hierro que flanquea a Cristo es obra de Pierpaolo Dellantonio.
El 16 de junio de 2009 un helicóptero Chinook del ejército italiano depositó el conjunto sobre la cima del Monte Castellazzo y cambió para siempre el paisaje del lugar.
Pero no solo el paisaje. Ese Cristo -como tantos otros- cambia vidas. "Después de haber recorrido los pocos kilómetros de sendero que conducen al Cristo Pensante se vuelve a casa cambiado", afirma Pino: "Sobre ese sendero muchas personas han cambiado, se han enriquecido y finalmente han comprendido el verdadero valor de la vida, que día tras día nos habla sobre todo en las cosas simples". Y explica el valor de esa subida para encontrarse con Cristo: "Quien llega al Cristo Pensante por primera vez se va con grandes deseos de regresar, porque es un lugar espiritualmente fuerte pero, sobre todo, para proseguir el diálogo abierto con el pensamiento del Cristo Pensante. Es el inicio de un camino espiritual interior que está haciendo cada vez mejores a muchas personas".
En consonancia con el bien y la belleza que transmite el lugar se compuso el himno del Cristo Pensante, interpretado en la cima, en primicia y para decenas de peregrinos, el 20 de agosto de 2011.
Cantó el Coro Coronelle di Cavalese, formado en 1962 por especialistas en canto de montaña. El coro es el autor de la letra, con música de Rolf Lovland y arreglos de Valter Sivilotti. Su título, Fra cielo e terra [Entre cielo y tierra], una bellísima oración que invita a recorrer un día ese sendero.
"Subid a mí si estáis sedientos, yo os daré de beber y os hablaré al corazón de paz y amor, de sueños y emociones, de humanas vibraciones, de vida y de verdad. Entre cielo y tierra, unidos en un solo canto contigo, en el silencio de esta inmensidad. Quisiera quedarme aquí arriba, más allá de mí mismo, más allá de mi dolor, buscando un porqué. Quisiera encontrar tiempo para pensar, tiempo para rezar y sonreír. Entre cielo y tierra, unidos en un solo canto contigo, en el silencio de esta inmensidad. Quiero encontrar tiempo para pensar aquí arriba, para rezar y sonreir".