De cara a la fiesta de San José que se celebra este viernes 19 de marzo precisamente en pleno Año Santo dedicado al Esposo de María, el obispo de Alcalá de Henares, monseñor Reig Pla ha querido destacar cinco puntos sobre el gran patriarca en un escrito que ha llamado “El ocaso del padre: mirando a San José” y que sale en ayuda de una sociedad herida como la de Occidente.
De este modo, el prelado complutense habla de San José en cinco vertientes aplicándolas a los problemas de hoy: maestro de vida interior, modelo de padre, testigo de castidad, protector de la familia y de la Iglesia y por último como modelo de trabajador humilde y honrado.
1. Maestro de vida interior
Reig Pla recuerda que en los evangelios no aparece ninguna palabra de San José. “Es el hombre del silencio y de la vida interior” que acoge el anuncio y obedece, explica el obispo.
En su opinión, “hoy existe un gran déficit de vida interior. La ausencia de Dios y la crisis de la verdad dejan al hombre vacío, a merced de los sentimientos y las emociones. Así se explica que haya tantos atrapados por la pornografía, el espectáculo y la multitud de imágenes y voces que distraen el espíritu. Sin el silencio interior el hombre, varón o mujer, acaba por no conocerse a sí mismo y se incapacita para la virtud y las obras grandes: la magnificencia”.
2. Modelo de padre
El ángel le comunica a María que dará a luz un hijo también confió a José la misión de padre. Sin embargo, Reig Pla alerta de que “hoy estamos inmersos en una sociedad en la que desde años vivimos el ‘ocaso del padre’ y la pérdida de la ‘autoridad’. Este ‘ocaso del padre’ se da tanto en la familia, como en las instituciones educativas y en el gobierno de los pueblos y de la nación”.
Explicando esta situación, el obispo de Alcalá cree que “la crisis de la verdad, la irrelevancia de la razón débil para afrontarla, han producido una crisis profunda de la autoridad. La autoridad es servicio a la verdad, de lo contrario se transforma en dominio, despotismo o tiranía. Por eso, la renuncia a buscar la verdad se traduce en la “dictadura del relativismo”-toda opinión vale igual-, en la arbitrariedad de quienes nos gobiernan, proponiendo leyes inicuas que provocan la deconstrucción de lo verdaderamente humano y la ruina del alma”.
Reig va más allá y añade que “esta ausencia del padre y ‘la crisis de la verdad’ conducen a una sociedad nihilista donde la libertad humana en vez de regirse por la inteligencia unida a la verdad, se transforma en un haz de instintos y emociones que acaban esclavizando al hombre bajo los requisitos de ‘la espontaneidad’ y la ‘autenticidad’ que sirven habitualmente de camuflajes de la mentira”.
Hoy estamos inmersos en una sociedad en la que desde años vivimos el “ocaso del padre” y la pérdida de la “autoridad”. Este “ocaso del padre” se da tanto en la familia, como en las instituciones educativas y en el gobierno de los pueblos y de la nación.
También recuerda que “Jesús se sometió en todo a sus padres con obediencia y con ello ratifica la autoridad de los padres para la educación de sus hijos. Es un derecho que les es original y no puede ser sustraído por el Estado como se pretende con la nueva ley de educación. Los padres tienen derecho a educar a sus hijos por haberles dado la vida cooperando con Dios”.
3. Testigo de castidad
Habitualmente cuando nos referimos a San José lo llamamos “el casto” o “castísimo” San José. Y aquí aparece un problema más. “El desprecio y olvido de la castidad es otro de los grandes déficits de nuestra cultura y de nuestra sociedad. La castidad es una gran virtud personal y social. Como toda virtud concede una capacidad para hacer el bien y de manera pronta. En este caso la castidad modera los dinamismos instintivos y las emociones, para mediante el autogobierno y el autodominio del espíritu, dirigir la libertad hacia la verdad del amor y el bien”, explica el obispo de Alcalá.
Por ello, añade también que “la castidad no anula ni al impulso erótico ni a la las emociones. Estas son equipaje humano para la acción, pero necesitan ser guiadas hacia la promoción del propio bien personal, el respeto de las demás personas y la fidelidad conyugal que es la clave de la alianza de la vida esponsal”.
“Quien no es casto no alcanza la libertad para el bien, acaba siendo un esclavo atrapado por una ‘ceguera espiritual’ que le impide ver lo ‘inteligible’ de la realidad. La ausencia de la castidad genera personalidades veleidosas, arbitrarias y violentas. Por eso es ésta una virtud que debe de acompañar a todas las personas, especialmente a las que tienen responsabilidades educativas y de gobierno”, añade sobre este punto.
4. Protector de la familia y de la Iglesia
Reig Pla señala que desde el nacimiento de Jesús como Salvador “se desata toda la furia del mal y la cultura de la muerte. Herodes quiere matar al niño y provoca la muerte de los Santos Inocentes. José se destaca como protector de la Sagrada Familia y custodia a María y a su hijo huyendo a Egipto y aceptando el exilio. Años más tarde ejercerá esta misión continuando su custodia en el hogar de Nazaret”.
Es por esto por lo que se ha puesto a San José como protector de la familia humana y de la Iglesia, de ahí “la importancia de invocar a San José ante los embates de la ‘cultura de la muerte’ que nos invade por todas partes con el aborto, la eutanasia, la manipulación y destrucción de embriones”.
Por otro lado, el prelado anima a “invocar la protección de San José para nuestras familias de tal manera que los matrimonios no se rompan ni reine la infidelidad. Con San José hemos de superar la “mentalidad divorcista” que se presenta como abanderada de la libertad cuando está negando la verdad del amor y la grandeza de la fidelidad que es un don de Dios recibido en el sacramento del matrimonio”.
En este sentido, agrega que “el invierno demográfico que sufre España es un mal presagio que nos aboca a una sociedad débil, envejecida y dominada por el multiculturalismo que ensombrece nuestra identidad católica y nuestro patrimonio espiritual”.
5. Modelo de trabajador, humilde y honrado.
Por último, monseñor Reig señala que José enseñó a Jesús a trabajar con sus manos indicando con ello la importancia de la actividad humana como camino de santificación.
Según explica en su escrito el obispo, “el trabajo tiene dos significados: lo que se hace (que siempre deben ser cosas buenas para el bien) y quien lo hace (el sentido subjetivo de quien trabaja). Ambos aspectos fueron cultivados en el hogar de Nazaret”-
“Hoy, cuando tantos hogares españoles sufren por la pandemia y la falta de trabajo, hemos de invocar a San José obrero para que interceda por la dignidad de los trabajadores y haga de las empresas e instituciones laborales, talleres de honradez y de cultivo de la convivencia fraterna y de justicia”, concluye.
Puede leer aquí el escrito íntegro de monseñor Reig Pla sobre San José.