El creador del padre Brown, el escritor y periodista G.K. Chesterton, publicó en 1911 el primer relato protagonizado por este clérigo tan humilde como astuto. En 1936, año de su muerte, Chesterton aún estaba trabajando en otra historia del sacerdote investigador. Durante esos veinticinco años escribiría 53 relatos , agrupados en cinco recopilaciones.
Se publican ahora en un solo tomo todos los relatos
del Padre Brown escritos por Chesterton entre 1911 y 1936
(aquí en Ediciones Encuentro)
De los relatos, el Padre Brown saltaría al cine y a la televisión. Actualmente se emite en la BBC la cuarta temporada de una teleserie iniciada en 2013 y que ha sido comprada por más de 50 emisoras de todo el mundo. Hubo otra popular teleserie en 1974. Y también varias películas, entre las cuales se considera un clásico la de 1954 interpretada por el actor Alec Guinness, ya entonces converso al catolicismo y aún lejos de interpretar a Obi Wan en Star Wars.
Una y otra vez, Chesterton se divierte en sus cuentos con una idea: los ricos y sabios tienden a menospreciar al sacerdote, pequeño y callado... hasta que él, con su perspicacia, logra resolver el caso, dejando caer por el camino, a veces, algunos comentarios irónicos, pero con más frecuencia, recordando que su vocación le ha ayudado a entender a los hombres y profundizar en sus almas y motivaciones.
En los cuentos, el sentido común vence siempre a la técnica, a la ideología y a las modas (que incluyen el espiritismo y los sombreros absurdos) y aclara las situaciones entre paradojas que encantan al autor y los lectores.
El padre Brown en la teleserie de la BBC que empezó en 2013 y lleva ya 4 temporadas; el personaje nació en 1911 y sigue siendo popular y encantador
El mismo Chesterton explicó que el personaje se inspira en su amigo el padre John O’Connor, al que conoció quince años antes de hacerse católico en una conferencia en una pequeña ciudad industrial. “Me llamó la atención el tacto y la gracia que demostraba, alternando con aquella compañía tan de Yorshire y tan protestante, y pronto descubrí que ellos, a su manera ruda habían llegado a apreciarlo considerándolo un tipo interesante...”
O’Connor escucharía la confesión general de Chesterton cuando se hiciera católico y sería siempre su amigo. Pero ya desde sus primeros encuentros marcó el futuro del personaje detective. “Se quedó a almorzar, se quedó a tomar el té, se quedó a comer...”, escribe Chesterton de O’Connor, quien, como el padre Brown siempre se quedaba por donde estaba la gente y pasaba la acción.
Frances, la mujer de Chesterton y su musa a muchos niveles (ella lo acercó al cristianismo), escribió así de este cura: “Es encantador. Es tan juvenil, tan listo, tan joven, tan mayor. Tiene un encanto especial difícil de definir. Se ayuda muy eficazmente de las manos para expresarse y aun así no da la impresión de ser afectado o teatral. Me maravilla que lleve esa vida tranquila de párroco de Keighley cuando parece tan deslumbrante”.
El padre Brown se mete en tu cocina y se entera de todo; mala cosa para el crimen
A lo largo de 53 relatos, Chesterton exploraría ese contraste de sagacidad inocente (“tan listo, tan joven, tan mayor”) del párroco rural. Un día, Chesterton, paseaba pensando en cosas tremendamente agudas que le había comentado el padre O’Connor, y se encontró unos jóvenes estudiantes que hablaban entre sí acerca de cómo el clero vive “encerrado en su claustro y no sabe nada de la verdadera maldad del mundo”. Chesterton soltó una carcajada y vio brotar un proyecto.
“Surgió en mi mente la vaga idea de dedicar a un fin artístico estos cómicos despropósitos que eran, al mismo tiempo, trágicos, y construir una comedia en la que un sacerdote aparentaría no saber nada, conociendo, en el fondo, el crimen mejor que los criminales. Puse esta idea esencial en un cuento ligero e improbable, llamado La cruz azul, continuándolo a través de las series interminables de cuentos con que he afligido al mundo”.
Las “series interminables” en realidad son cinco libros de relatos y algunos cuentos sueltos más, que suman 53 historias. Ahora Ediciones Encuentro las publica todas en un solo tomo robusto de 890 páginas, tapa blanda y letra pequeña.
Esta edición incluye tres cuentos que no salen en otras recopilaciones: El caso Donnington, de 1914, La vampiresa del pueblo, que salió en una revista en 1936, y La máscara de Midas, encontrado ese año, a su muerte, en un cajón de la mesa de su secretaria.
Todo el Padre Brown queda recogido en esta edición, que incluye un prólogo que reflexiona sobre el pensamiento de Chesterton y sus paradojas sabias. De ellas, destaca una: que la razón más razonable es la que se ilumina desde la mística.
“El secreto de la mística consiste en esto: todo puede entenderlo el hombre, pero sólo mediante aquello que no puede entender. El lógico desequilibrado se afana por aclararlo todo, y todo lo vuelve confuso, misterioso. El místico, en cambio, consiente en que algo sea misterioso para que todo lo demás resulte explicable”. La mística, que es como llama a aceptar el misterio en la vida real, “es el secreto de la cordura. Mientras haya misterio, habrá salud; destruir el misterio y ver nacer las tendencias morbosas, todo es uno”.
(El Padre Brown, relatos completos; Encuentro, 890 páginas, 25 euros, aquí en Ediciones Encuentro, 10 euros en versión ebook)
La teología de la risa: lo que Chesterton enseña para la evangelización y la apologética del s.XXI (aquí en ReL)