César Cervera, habitual colaborador de temas históricos del diario ABC, lamenta que la película repite los viejos bulos anticatólicos y antiespañoles nacidos en el s.XVI en la propaganda inglesa y holandesa, protestante, sobre una España oscura e inquisitorial.
"Se alimenta de algunos de los planteamientos de la leyenda negra sobre España inventada durante los tiempos en los que las propagandas francesa, holandesa e inglesa trabajaron a destajo contra la potencia hegemónica. Como otras tantas veces ha ocurrido en el cine y la literatura anglosajona, la sombra de la leyenda negra española vuelve a sobrevolar la ficción". Vuelven así los bulos nacidos en el siglo XVI en la «Apologie» del holandés Guillermo de Orange o los folletos del inglés John Foxe.
No se trata simplemente de que una película basada en un videojuego no se documenta: se trata de que repite propaganda política de hace cinco siglos, con datos, además, falsos. Y los españoles pagan entradas en el cine para ser adoctrinados en esos bulos, bajando su capacidad crítica porque piensan que van a recibir solo entretenimiento.
Una de las tramas relata cómo el miembro de una sociedad secreta de asesinos (que son "los buenos"), defiende durante semanas Granada -llena de pacíficos musulmanes, casi no se ven soldados moros- del asedio de los bárbaros cristianos españoles en 1492 (imposible, porque la ciudad capituló el 2 de enero).
César Cervera denuncia numerosos errores históricos: que se use la bandera rojigualda (que no apareció hasta el siglo XVIII, y entonces solo en barcos), que se muestren asaltos espectaculares (cuando la guerra fue un asedio de desgaste) o una entrada violenta de los españoles (en realidad la rendición consistió en una ceremonia sin humillaciones, ni siquiera se pidió a Boabdil besar las manos de los Reyes).
"El 25 de noviembre de 1491, los Reyes Católicos firmaron con Boabdil el acuerdo definitivo para rendir el último reducto musulmán en la península. Los monarcas se comprometían a respetar los bienes y las personas que vivían en Granada, a garantizar la libertad de culto, y que se siguiera empleando la ley coránica para dirimir conflictos entre musulmanes. Las capitulaciones, asimismo, incluían la promesa de que no habría castigo para los tornadizos, elches y marranos refugiados en Granada, a quienes se facilitaría el traslado al Norte de África". También es cierto que en pocos años esas condiciones no se veráin ya respetadas.
En la España del 2017, una España que ha visto en televisión las tres temporadas de la teleserie "Isabel" donde esa guerra ocupa toda una temporada y se describen con detalle las enseñas, procesos, alianzas y pasos paulatinos que se dieron, lo que se muestra en esta película suena a fantasía simplona.
Liándose a mandobles en pleno auto de fe, con abundancia de frailes indignados
Otra escena icónica del videojuego, que pasa a la película, es la imagen de los Reyes presidiendo la quema de varios "assassins", se supone que acusados de ser musulmanes o aliados de ellos.
César Cervera recuerda que la Inquisición en 1492 aún no perseguía musulmanes, y no lo haría hasta bien entrado el siglo XVI y más intensamente con la expulsión de los moriscos en el siglo XVII.
La Inquisición española estaba subordinada a la Corona, y es absurdo presentar a Torquemada como si tuviese más poder que los Reyes. También lo es que Isabel aparezca con sombrío un velo negro sobre el rostro (en vez de su famoso pañuelo blanco sobre el cabello) y que presidiesen la quema de nadie, porque la realidad es que ni los monarcas ni las autoridades eclesiásticas presenciaban nunca las ejecuciones. Incluso en el siglo XVI, con Felipe II, el rey asistía a los autos de fe porque con pompa se entregaban los reos a los tribunales reales, pero no se mostraban las ejecuciones.
Según el hispanista inglés Henry Kamen, la Inquisición española ejecutó unas 2.000 personas entre 1480 y 1530, casi todos judeoconversos acusados de judaizar (haber fingido hacerse católicos pero mantener ritos judíos a escondidas). El historiador Geoffrey Parker cree que en los 350 años de existencia del tribunal causó unos 5.000 muertos.
Jaime Contreras y Gustav Henningsen han estudiado la época comprendida entre 1540 y 1700, en que la Inquisición encausó a 49.000 personas. Las condenas a muerte se dictaron en un 3,5% de los casos, según los cálculos de Gustav Henningsen, pero solo al 1,8% de los condenados se les aplicó efectivamente la muerte por hoguera. El resto habían fallecido antes de terminar el proceso, se habían escapado o directamente nunca habían sido capturados. En su caso se quemaban imágenes de madera en su representación. En la mayor ejecución sumarial de la Inquisición, celebrada en 1680, fueron 61 los condenados a morir en la hoguera, de los cuales 34 eran estatuas en representación de los reos. Los que se "arrepentían" eran estrangulados antes de ser quemados: pocos morían quemados vivos.
El resto de los procesados en este periodo de 160 años (es decir, más del 96% de ellos) eran castigados con multas o con años en galeras. En esta época los procesos tenían las siguientes causas:
- 27% por blasfemias
- 24% por mahometismo
- 10% eran falsos conversos
- 8% acusados de luteranismo
- 8% acusados de brujería y supersticiones
- 32% por sodomía, bigamia, delitos sexuales del clero, etc...
Todas estas cosas eran crímenes en toda Europa también en los tribunales civiles, municipales, regionales, etc... Incluso en España algunos de estos delitos podían ser juzgados tanto por la Inquisición como por tribunales civiles: a veces, algunos detenidos en tribunales civiles blasfemaban para ser juzgados por la Inquisición, que consideraban más benigna.
César Cervera señala que "a pesar de la imagen que ha trascendido, la Inquisición española ofrecía unas garantías procesales más amplias que los tribunales ordinarios y, de hecho, mataba menos. Para empezar, la Inquisición recurría a la tortura en escasas ocasiones, y siempre bajo supervisión de un inquisidor que tenía orden de evitar daños permanentes, a menudo junto a un médico, en contraste con las salvajes torturas aplicadas por las autoridades civiles por toda Europa. El desarrollo de la tortura era registrado escrupulosamente por los secretarios, incluyendo los quejidos y exclamaciones proferidas por las víctimas. Las confesiones obtenidas durante el tormento no eran válidas por sí mismas y debían ser ratificadas, fuera de él, en las veinticuatro horas siguientes".
Tampoco se dio en España la histeria europea de la "caza de brujas" que se dio en otros países, católicos o protestantes, y especialmente en las regiones que habían cambiado de credo (las que pasaban de católicas a protestantes o al revés). Según cálculos del historiador alemán Wolfgang Behringer, la persecución provocó en toda Europa entre 40.000 y 60.000 víctimas... donde solo 500 corresponden a la suma de las ejecutadas en España, Portugal e Italia subalpina. Francia habría ejecutado a 4.000 y Alemania al menos a 25.000.
Cervera añade después que es absurdo que la película diga que la Inquisición en realidad está controlada por ¡los templarios! No solo porque habían desaparecido un siglo antes, sino porque en España no estaban tan extendidos y su lugar lo ocupaban las otras 4 órdenes españolas (de Santiago, Montesa, Calatrava y Alcántara), que la película ignora por completo.