La periodista Teresa Gutiérrez de Cabiedes, tras su ensayo sobre Hannah Arendt, el periodismo y el juicio al nazi Eichmann, presenta ahora Van Thuan: libre entre rejas (Editorial Ciudad Nueva), una novela sobre la experiencia del cardenal vietnamita François-Xavier Van Thuan, encarcelado por las autoridades comunistas cuando era un joven obispo. En prisión durante 13 años, Van Thuan vivió y contagió su libertad interior: Dios le hacía libre y alegre.


-Una vez sometí a un interrogatorio a don Francisco Pérez, arzobispo de mi diócesis (en el libro Secretos de un arzobispo). Tenía confianza con él y quería preguntarle lo que habitualmente nadie se atreve a formular a un “príncipe de la Iglesia”. Le cuestioné que la libertad que predica Jesús (dejarse hacer por Dios y donarse a los demás) choca frontalmente con el concepto de libertad posmoderno (hacer lo que te dé la gana y atesorar cuanto más mejor). Él, en vez de soltarme un rollo antropológico o teológico me contó una historia sobre la libertad interior: la de su amigo Van Thuan. Caí en la cuenta de que esa historia, que había leído en la adolescencia, no era una fábula, sino la vida de un hombre de carne y hueso. Y exclamé: “¡Esto es de novela!”. Y ahí empezó el irremediable “armen lío”.
 

- Mis libros anteriores son ensayos, por lo que soy muy purista en el rigor documental. Vietnam sigue siendo un país donde no hay libertad religiosa y recopilar datos 100% verdaderos o entrevistar todo testigos fidedignos resultaba inviable. Por otra parte, quería que esta historia abarcara al mayor abanico de público posible (en edad, en cultura, en vida espiritual). Vivimos en un mundo acostumbrado a 120140 caracteres. Y una novela se presta a escribir “capítulos Sugus”, muy breves y que te dejen con ganas de otro.


 Van Thuan, recién ordenado obispo,
poco antes de ser encarcelado durante 13 años



- La cronología es real. Prácticamente todas las palabras de Van Thuan están entresacadas de textos suyos y entrevistas que le hicieron. Casi todos los personajes existieron y vivieron lo que se cuenta, aunque en algunos he cambiado el nombre y en un par de casos he fundido en uno a varios de los que no lograba obtener datos suficientes.
 
 
- Me encanta que uses la palabra “encarna”. El siglo XX fue una guerra constante de ideologías. Thuan predicó con un modo de vivir más que con sermones. Es un hombre entrañable, con un sentido del humor fascinante. Su hermana me contó que decía que si no hubiera sacerdote hubiera deseado ser payaso. Al mismo tiempo, construyó su vida dejándose llevar por Dios, a veces al Calvario, pero siempre convencido de que la historia de Jesús no termina en la Cruz sino en una Resurrección impepinable.


- Me parece que somos bastante ignorantes al respecto. En general conocemos el efectismo de Hollywood. Quizás no somos conscientes de que como en otros tantos lugares, hubo países que libraron una guerra a costa de la población que vivía en aquel país. Respecto a cómo ha sido castigada la Iglesia allí -Van Thuan procedía de muchas generaciones de mártires- sencillamente me temo que no tenemos ni noción.

 
Van Thuan, libre entre rejas, una novela de 360 páginas,
se puede adquirir aquí



- En este libro he quitado el ropaje de cardenal. He dejado a un hombre en camiseta y calzones, lleno de polvo y barro de celdas y campos de concentración. A mí me ha cambiado la vida tocar el proceso espiritual que vivió en prisión: cómo entró siendo un superhombre y un “cristiano 10” y Dios le fue despojando de todo hasta dejarle tocar el abismo más profundo de la impotencia. Desde ahí pudo abandonarse completamente a un Amor que le rescató, y que le descubrió una libertad que no podía quitarle ni el enemigo, ni la muerte, ni la debilidad. Sobre ese milagro creció una Esperanza inquebrantable, un Amor que contagiaba a los de alrededor y les hacía cambiar de vida. Me produce envidia: pido a Dios poder vivir así y que muchos lectores descubrieran ese secreto.
 

Thuan era un gran contador de historias. En su larguísimo cautiverio, tuvo tiempo de repasar e incluso de escribir en un libro clandestino la rica tradición de Evangelio encarnado -¡eso son los santos!- que tiene la Iglesia. Hay en él destellos de San Pablo, cuidando a sus fieles desde la cárcel, de San Juan Bosco, por su profunda pedagogía de la fe, de San Agustín y Santo Tomás, un combinado de sed por la verdad y de despensa intelectual prodigiosa… De nuestros días, hay rasgos en él que recuerdan a un Juan Pablo II en versión oriental. Eran amigos y los dos padecieron la persecución comunista. Pero, sobre todo, es heredero de la sangre de muchos mártires vietnamitas y misioneros franceses anónimos. Y, debido esencialmente a su madre (¡qué pedazo mujer!), es un hijo que caminaba tan agarrado a la mano de la Virgen María, que terminó pareciéndose mucho a Ella.

 
  Otra imagen del joven Van Thuan como
obispo nuevo, poco antes de su detención



La mayor preparación ha sido orar: atreverme a bucear, amparada en Dios, en esa alma, sin temer que su vida trastocara la mía. También pedirle al Espíritu Santo y a Thuan que cada letra fuera un regalo para los lectores. Después, empaparme hasta el tuétano de toda la obra escrita y oral de Van Thuan. Más tarde, entrevistar testigos (familiares, amigos íntimos, supervivientes de aquellos días). Y re-escribir siete veces la historia (con ayuda impagable de mi marido y críticos amigos) intentando que fuera lo más ágil y amena posible, sin restar ni un ápice de profundidad espiritual.
 

Voy recibiendo ecos y me anima constatar que el público es absolutamente heterogéneo: desde una chiquita de 16 años hasta un señor de noventa; gente muy lectora y personas a las que les asusta lo que vaya más allá de una revista; personas toda-la-vida-en-la-Iglesia e intrépidos en búsqueda. Se ve que la experiencia de Van Thuan tiene gancho. Mi hijo de cinco años dice, extrañado, que en su colegio hay gente que no conoce el cuento de Thuan; y va contándoles la historia.
 

- Durante el proceso de escritura he leído libros impresionantes, como las Memorias del cardenal húngaro József Mindszenty o la experiencia en un gulag del jesuita norteamericano, Walter Ciszek (Caminando por valles oscuros). También me han inspirado otras historias como la de Jacques Fesch, un preso que se convirtió mientras aguardaba la pena de muerte (Dentro de cinco horas veré a Jesús); la del secuestro de 257 días del arquitecto mexicano Bosco Gutiérrez (que, en otra cultura y fecha, guarda semejanzas esenciales con la experiencia de liberación espiritual de Van Thuan); he tenido en mente la alucinante liberación que escuché a Tim Genard. Más cara a cara, me ha ayudado asomarme al alma de mi amigo Raúl Oreste que vive para contar cómo la cárcel fue un regalo que le hizo Dios para conocer su Amor.
 

- La pena es que esas tragedias no son historia. Hoy en día, a pesar de nuestra indiferencia, estamos asistiendo a un espantoso martirio. Pensemos en el asesinato del anciano sacerdote Jacques Hamel, en el martirio de Misioneras de la Caridad en Yemen, en tantos hermanos nuestros de Pakistán, Irak, Siria, Nigeria, Sudán, que nunca protagonizarán un libro pero que están fecundando, con su sangre derramada, nuestro mundo. El año pasado tuve la oportunidad de escuchar al padre Rodrigo Miranda y de acompañar al padre Douglas Dazi y me conmueve ver en ellos la misma confianza en Dios que vivió Van Thuan. También eso me ha interpelado hasta las entrañas. 
 

- Sí, pero yo contrastaba  sus vidas con otras experiencias similares de personas que no han conocido a Jesús, como el psiquiatra judío Viktor Frankl (también novelada como La libertad última) o, más recientemente, la carta de Antoine Leiris, No tendréis mi odioSon vidas impactantes, en las que la autoayuda, la resiliencia… han llevado a personas a superar ataques inhumanos. Y me preguntaba, qué pinta entonces Dios en nuestras prisiones interiores. Si nos hace falta acudir a Él. En cierto sentido el subtítulo del libro (Libre entre rejas) es un órdago que le lancé al buen Dios.


  Muchos veneran hoy a Van Thuan por su devoción tranquila y esperanzadora y el simbolismo de sus misas en la celda, con una miga de pan y un poco de vino


- No soy de dar consejos. Pero, de entrada, diría que no hay que irse muy lejos para encontrar testigos vivos. 
Me atraen mucho los largometrajes sobre santos producidos en Italia y España, y me he inspirado en muchos de ellos para armar la trama de la novela precisamente como un guión cinematográfico. Sin embargo, a veces me parece que nos seducen presentándonoslos como superhombres. Y lo cierto es que, al final, cuando rascas descubres que es Dios quien, gratuitamente, derrama su don en esas personas. Y que sin vida de Amor e intimidad con Él, especialmente en la Eucaristía, ninguna de esas heroicidades hubiera sido posible. Quizás habrían sobrevivido, pero desde luego que no con tanta felicidad, amando a sus enemigos y contagiándoles la fe.
Respecto a Van Thuan, ojalá alguien haga una película ¡de aventuras! Si yo puedo contribuir, sería la escritora más feliz del mundo: porque necesitamos testimonios vivos que nos ayuden a encontrar al Dios que rompe nuestras cadenas como nada ni nadie pueden hacerlo.

Pinche aquí para adquirir ahora Van Thuan. Libre entre rejas, de Teresa Gutiérrez de Cabiedes.

Presentaciones del libro con la autora



El 11 de noviembre, a las 19,30 h. en el  Ámbito cultural de El Corte Inglés 
El 14 de noviembre, a las 17 h.  en la Cárcel de Pamplona
El 9 de diciembre, a las 19,30 h. en la Librería San Pablo
El 17 de diciembre, a las 12,30 h. en la librería TROA de Sancho el Fuerte


23 de noviembre, a las 12,00 h. en la cárcel de Valdemoro.
24 de noviembre, a las 20,00 h. en la sala de actos de Alfa y Omega, Madrid 
25 de noviembre, a las 19,30 h. en la Librería Ontanilla de Aravaca.

(Aquí, más libros del cardenal Van Thuan)