La cinta, dirigida por Pablo Moreno, el mismo director de Un Dios prohibido y Poveda muestra la labor realizada por las Siervas de María, conocidas también como las ministras de los enfermos. De hecho, la Sanidad española debe mucho a estas religiosas ya que fueron las primeras enfermeras tituladas que hubo en el país.
La película tiene un reparto de primer nivel y está protagonizada por Laura Contreras, Lolita Flores, su hija Elena Furiase o Carlos Cañas.
La vida de la santa Soledad Torres Acosta, canonizada por Pablo VI, se cuenta a través de una trama en la que la protagonista es Olga, una joven que es hija única que debe encargarse de cuidar a su padre enfermo y que además tiene un carácter complicado. Necesita de ayuda debido a su intenso trabajo como abogada y acaba recurriendo a la última persona a la que querría pedir ayuda, sor Inés, una religiosa Sierva de María.
Es precisamente a través de esta religiosa como esta película va contando los inicios de esta orden religiosa que inició Soledad Torres Acosta en un periodo histórico convulso pues las Siervas de María han de enfrentarse a revoluciones, persecuciones religiosas y epidemias. Y es a través de estos acontecimientos en los que se muestra la fuerza de esta monja santa.
María Soledad Torres Acosta, cuyo nombre de nacimiento era Bibiana Antonia Manuela, nació y se crió en Madrid. Hija de lecheros, asistía a una escuela gratuita y ya de niña quería ayudar a otros, por ejemplo, impartiendo catequesis.
A los veinticinco años entró en las Siervas de María, congregación que estaba poniendo en marcha el padre Miguel Martínez Sanz con la misión de acompañar y cuidar a los enfermos solos, especialmente pobres, y viviendo solo de donativos.
Santa Soledad Torres Acosta
Manuela, junto con otras seis compañeras, tomó el hábito de la nueva congregación el 15 de agosto de 1851, cambiando su nombre de pila por el de María Soledad. Nacían así las Siervas de María, Ministras de los Enfermos.
Ella era de complexión débil, enfermiza, con pocas fuerzas físicas, pero de mucho temperamento y carácter. En apenas dos años, la congregación alcanzó los 22 miembros, pero luego, por la dureza de su vida, fueron abandonando muchas. Además, el padre Miguel se fue a la isla de Fernando Poo, en Guinea Ecuatorial, con varias de las religiosas, por lo que Soledad queda como superiora de las 12 hermanas que quedaban en tres ciudades: Madrid, Getafe y Ciudad Rodrigo.
Hubo un tiempo en que pareció que la congregación, con conflictos internos, podía desaparecer, pero en 1857, con un nuevo director espiritual, nuevos estatutos y hasta el apoyo de la reina Isabel II las Ministras de los Enfermos se consolidaron y extendieron por España.
Una de las frases preferidas del Evangelio para Soledad era “Estuve enfermo y me visitasteis… lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos a Mí me lo hicisteis”. Señalando la imagen de Jesús yaciente como "Divino Enfermo", decía: "Recuerden las Hermanas que los enfermos son imágenes vivas del Señor y sírvanles como al mismo Señor”.