A sus 75 años, Dylan es tan veterano como influyente y reconocido. En 2007 fue premiado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y un año después con el Pulitzer de honor. Este premio le aporta 8 millones de coronas suecas (927.740 dólares) y prestigio más allá de la música.
A menudo se ha considerado a Bob Dylan, de origen judío, un "profeta de la música", pero cuando ya con unos 40 años se volvió hacia Jesucristo y habló de Él como su Salvador en conciertos constató que eso no le gustaba a algunos.
Lo cuenta, por ejemplo, el filósofo y católico converso Stephen Bullivant, de la St Mary's University de Twickenham (Reino Unido). Bullivant era un joven ateo que estudiaba las Escrituras medio por casualidad, desde un punto de vista crítico y frío, sin fe... pero hoy dice que la música de Bob Dylan fue lo que abrió su corazón a lo trascendente.
Él lo escuchaba en su disco "Saved" de 1980, donde le oía cantar un kerigma, un anuncio de salvación:
"Me compró por un precio,
me liberó del foso,
lleno de vacío e ira,
y del fuego que arde en él.
Me ha salvado
la Sangre del Cordero"
Y en otro momento proclamaba ese disco: "Solo hay un camino... y conduce al Calvario". Este tema del "camino" lo revisitó muchas veces... y llamaría la atención de Juan Pablo II.
Cuando veía a quienes no le tomaban en serio sus canciones cristianas, Bob Dylan comentaba, como recuerda Bullivant: "Hace años decían que yo era un profeta. Yo le decía, no, no soy profeta. Sí que lo eres, decían. No, yo no, respondía. Solían decir: seguro que eres un profeta. Y me convencían de que lo era. Y ahora salgo y digo que Jesucristo es la respuesta y ellos dicen 'Bob Dylan no es profeta'".
Como escribía Jesús García para ReL hace unos años, Dylan descubrió el valor de la Cruz y la redención después de sufrir la separación de su mujer, con la que tuvo cuatro hijos.
Fue una época dura para el cantante, pero fructífera en discos: en 1979, 1980 y 1981, publicó tres discos seguidos que son conocidos por sus biógrafos como los ‘discos cristianos’: Slow train coming (El tren que viene despacio),Saved (Salvado) y Shot of love (Impacto de amor).
Se mezclan en ellos acordes desgarrados y tensos punteos con letras explícitas, como en When He returns (Cuando Él regrese):
“Entrega tu corona sobre esta tierra manchada de sangre; quítate la máscara;
Él ve tus actos;
Él sabe tus necesidades antes de que tú le pidas; ¿Cuánto tiempo puedes falsear y negar cuál es la Verdad?”.
Y sigue:
“De cada plan terrenal que el hombre hace para servirse, Él no se preocupa;
Él tiene planes para instalar Su trono;
cuando Él regrese”.
El año 1997 también fue duro para Dylan, internado de urgencia por una afección cardiaca. Pero ese mismo año, Juan Pablo II le invitaba a tocar ante 300.000 jóvenes durante la celebración del Congreso Eucarístico de Bolonia. Es el momento que recoge este vídeo en el que se saludan con afecto.
Juan Pablo II acudió al tema del "camino". La primera estrofa de la famosísima Blowin’ in the wind pregunta: “¿Cuántos caminos debe recorrer un hombre antes de convertirse en hombre?”, a lo que Juan Pablo II lanzó su respuesta al viento, para que perdurase en el tiempo tanto como la canción: “¿Cuántos caminos? Hay uno sólo: ¡Cristo es el camino que el hombre tiene que recorrer antes de ser llamado hombre!”.
Con más de 90 millones de discos vendidos y medio siglo dedicado a la música, Bob Dylan es hoy una leyenda viva que norenuncia a su fe cristiana.
“Soy alguien que cree -manifestó tras cantar ante el Papa-. Lo vivo así y lo he manifestado en mis canciones.
Una vez escribí que Dios no es un ‘fetiche’ para las necesidades del hombre, y sigo pensándolo. Sinceramente, no ha cambiado nada, no tengo nada nuevo que añadir. Yo soy creyente”.