Es el llamado Perdón de Asís o Perdón de la Porciúncula. Para ganar esta indulgencia plenaria (que, bien lucrada, libera de todo el tiempo de purgatorio debido por los pecados confesados), son necesarias tres condiciones:
-Visitar el santuario de La Porciúncula en Asís o cualquier iglesia franciscana.
-Recibir el sacramento de la penitencia, comulgar y rezar el Credo, un Padre Nuestro y un Ave María por las intenciones del Papa.
-Rechazar el pecado y mantener un espíritu de arrepentimiento y contrición.
Esta indulgencia puede ofrecerse por uno mismo o por un difunto.
La tradición franciscana del Perdón de la Porciúncula nace en 1216. San Francisco de Asís se encontraba en oración en la pequeña iglesia de la Porciúncula cuando se iluminó el lugar y sobre el altar apareció Jesucristo acompañado de la Virgen María.
Interior de la Porciúncula.
Nuestro Señor le preguntó al Poverello [Pobrecito] si deseaba alguna gracia especial para salvar las almas. San Francisco pidió una generosa indulgencia para todo aquel que visitase la Porciúncula. Jesús aceptó, ordenándole que acudiera al Papa Honorio III para que la concediese.
El 2 de agosto de ese año los siete obispos de Umbría consagraron la pequeña capilla de la Porciúncula y San Francisco anunció a todos ese gran regalo del cielo con la conocida expresión: "Hermanos míos, quiero mandaros a todos al Paraíso". Desde entonces el Perdón puede lucrarse desde la mañana del 1 de agosto hasta el atardecer del día 2.
La pequeña iglesia conocida como la Porciúncula, dedicada por San Francisco de Asís a Santa María de los Ángeles, se encuentra dentro de la gran basílica que bajo esa advocación se construyó en la ciudad italiana entre 1569 y 1679. La Porciúncula fue morada del santo y de sus primeros hermanos, y el lugar donde en 1211 recibió la consagración de Santa Clara. Allí murió también San Francisco el 3 de octubre de 1226.
¡Santísimo Señor Jesucristo!, creo que estás presente en este santo templo franciscano y de manera especial en el Sagrario. Te adoro con todo mi corazón; me arrepiento sinceramente de todos mis pecados y con tu amorosa ayuda me propongo no volver a pecar. Te suplico, me concedas la gracia de ganar la santa Indulgencia Plenaria de la Porciúncula o Perdón de Asís, que tú mismo concediste a tu humilde siervo San Francisco de Asís, por la súplica maternal de tu Madre Santísima y que quiero ganar por mí y por (se dice el nombre del difunto).
Te ruego por las intenciones del Papa Francisco, para que siga confirmando en la fe a sus hermanos bautizados y podamos seguirte como discípulos misioneros. Te suplico por la Iglesia, medio por el que concedes tus favores, para que siga construyendo tu Reino de paz, justicia y amor. Te pido por la paz del mundo y la conversión de los pecadores.
Y tú, Hija del Padre, Madre del Hijo, Esposa del Espíritu Santo y Reina de los Ángeles, suplica ante tu amado Hijo por mí, ayúdame a seguir tu maternal consejo: hacer lo que Él me dice que haga. San José, bondadoso y prudente, esposo fiel y padre ejemplar, protégeme. Santos Ángeles, Apóstoles Pedro y Pablo, seráfico y glorioso San Francisco de Asís y todos los Bienaventurados del cielo, rueguen por mí y por el fiel difunto por el que he orado en este día tan especial.
Amén.
Con informaciones de Gaudium Press y Aciprensa.