Tras los atentados de Niza y de Saint-Etienne-du-Rouvray se han alzado muchas voces entre los políticos y las redes sociales reclamando que no se publiquen los nombres de los terroristas en los medios de comunicación.

El miércoles [27 de julio], la cadena de información 24 horas BFMTV y el periódico Le Monde decidieron no publicar las fotos de los autores de los atentados «para evitar eventuales efectos de glorificación póstuma».

La Croix, como también Radio Europe 1, han anunciado, además, su intención de no publicar la identidad de los terroristas. El director de redacción de Le Figaro, Alexis Brézet, expone la postura de su redacción.


- A menudo, entre los periodistas, hablamos sobre estos temas; pero a decir verdad para nosotros, en Le Figaro, la respuesta es evidente. El nombre de los terroristas es un elemento de información objetivo y esencial para entender lo que está en juego en nuestro país. Y nuestro deber es informar de él a nuestros lectores o internautas. No hacerlo sería alimentar el fantasma de la conspiración de todos los que creen que los medios de comunicación «nos esconden la verdad». Ciertamente, esta información debe ser correcta y su divulgación no debe poner en peligro el desarrollo de la investigación, lo que implica que debe ser verificada con una fuente policial o judicial.


- La cuestión, en este caso, puede plantearse. Existe, es verdad, el riesgo de «glorificación» de los terroristas. Y existe también el riesgo de contrariar a los lectores que pueden sentirse agredidos por estos estereotipos. Pero, por otra parte, es difícil de entender en nombre de qué principio debemos esconder esta información a nuestros lectores o internautas. Creo que se trata de un tema de medida, de prudencia y de sentido común.

»Publicar en nuestras páginas o en nuestro sitio internet una foto neutra y discreta del terrorista es necesario. Pero si su postura incita a la propaganda no la publicamos, como tampoco publicamos los estereotipos o los vídeos difundidos por Daesh. Pero informar es lo primero. Sobre todo, no caigamos en la trampa del mundo imaginado por Orwell en el que los nombres de los «malvados» (¿dónde se detiene esta lista?) son sistemáticamente borrados de los libros de historia.


- No juzgo a mis colegas que ponen en primera plana la foto de un terrorista, como tampoco a los que eligen no publicar nada en absoluto. Sin embargo, nosotros en Le Figaro creemos que la actitud correcta está en el punto medio entre esas dos posturas. Si queremos luchar contra este mal absoluto que es el terrorismo islamista debemos, ante todo, colectivamente, nombrar las cosas, nombrar a las personas y mostrarlas.

»Desconfiemos de la «psiquiatrización» del terrorismo: los seguidores de Daesh ¡no son ni desequilibrados ni megalómanos cuyo sueño es ver su retrato en las páginas de Le Figaro o de Le Monde! Son combatientes con fines ideológicos, políticos y religiosos. Sus potenciales epígonos [seguidores, imitadores], que no se informan en los grandes medios de comunicación, ¡no sueñan con la celebridad, sino con el paraíso de Alá! En Siria o en Iraq sus rostros no saturan los periódicos y, sin embargo, no dejan de masacrar a los cristianos, a los chiíes o a los yazidíes... «Es necesario decir siempre lo que vemos. Pero sobre todo, y esto es más difícil, es necesario ver siempre lo que estamos viendo», escribió Charles Péguy. Ver lo que estamos viendo: la esencia misma de nuestra profesión de periodistas.

(Publicado originariamente en Le Figaro, traducción del francés por Helena Faccia Serrano, diócesis de Alcalá de Henares)

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En el vídeo, un periodista entrevista a la pequeña Myriam, una niña cristiana desplazada en Irak, que explica por qué ella no teme a los yihadistas