El próximo jueves se cumplen ochenta años de una jornada trágica para Valencia: el 21 de julio de 1936 fueron saqueados e incendiados la capilla de la Virgen de los Desamparados (elevada a basílica en 1948), la catedral metropolitana y el palacio episcopal de Valencia. Tres días antes, nada más comenzar la Guerra Civil, los simpatizantes y milicianos del Frente Popular ya habían asaltado y quemado algún templo y lo harían prácticamente con todos en jornadas posteriores, como parte de la persecución religiosa que costaría la vida a miles de sacerdotes, religiosos y laicos en la zona llamada republicana.

A pesar del tiempo transcurrido y de los estudios históricos realizados, entre otras cosas, para los posteriores trabajos de reconstrucción, continúan apareciendo datos nuevos.

El director del Archivo de Religiosidad Popular del Arzobispado de Valencia, Andrés de Sales Ferri, ha publicado un libro con nuevos datos sobre el incendio de la Catedral durante la persecución religiosa al inicio de la Guerra Civil (19361939). 


El sacerdote Andrés de Sales Ferri, de la Real Academia de la Historia, es autor de casi un centenar de estudios sobre hechos, lugares y personas de la Iglesia en Valencia.

La obra titulada El incendio de la Catedral Metropolitana de Valencia el 21 de julio de 1936 aporta información sobre lo ocurrido ese día, según ha indicado hoy a la agencia AVAN el propio autor, que anteriormente ya había publicado monografías sobre el arte religioso destruido en la persecución religiosa en Alicante, Castellón y Valencia

Asimismo, incluye material gráfico del patrimonio destruido y de algunas piezas “aún no devueltas como el escudo, la espuela y el freno del rey Jaime I que siguen en el Archivo Municipal porque allí se salvaron, pero allí se quedaron”, ha añadido. 

Lo acontecido en el verano de 1936 “fue un verdadero desastre, una destrucción sistemática” que afectó a “todos los pueblos” de las tres provincias valencianas. La pérdida del patrimonio artístico fue “inmensa y aún hoy es imposible conocer un inventario de lo destruido”. 


En el libro se recogen también documentos en los que queda patente cómo las intervenciones del entonces alcalde republicano de Valencia, José Cano Coloma, y del rector de la Universidad de Valencia, el médico Juan Peset Aleixandre, presidente provincial de Izquierda Republicana, “fueron decisivas en la salvación del patrimonio artístico religioso de Valencia”, ha explicado. 


El alcalde José Cano Coloma (izquierda) y el rector Juan Peset Aleixandre (derecha): republicanos que intentaron salvar la catedral de la barbarie.

Según todos los testimonios de la época, el martes 21 de julio, la gente “empezó a reunirse de buena mañana en la plaza de la Catedral, lo que hoy es plaza de la Virgen”. Los Santos Juanes, “uno de los templos más colosales de la diócesis, lleno de arte, lleva entonces ya tres días ardiendo, lo que enardece el ánimo de la gente y lo mismo ocurrió días después en San Agustín, Santa Catalina, San Martín, la Catedral y la capilla de la Virgen de los Desamparados (basílica desde 1948) hasta hoy”, según el autor. 

El alcalde, el arquitecto Goerlich, el rector de la Universidad de Valencia y el gobernador “intentan calmar los ánimos de la gente sin conseguirlo”. 

Según los periódicos, sobre el mediodía, ya habían entrado en la capilla de la Virgen de los Desamparados, hoy Basílica, y en la Catedral. Un dato que se recoge a raíz de que “el capitán de la milicias, Manuel Uribarri, habla por Radio Valencia y pide que la gente acuda a apagar los incendios”. 


La Virgen de los Desamparados, tal como quedó tras el incendio y los disparos previos a la cabeza de los milicianos del Frente Popular.

En ese momento, a la imagen de la Virgen “ya le habían robado las alhajas y la corona y las autoridades deciden salvar la imagen, como se recoge en los archivos publicados por la propia Universidad de Valencia con los documentos del juicio sumarísimo a Peset Aleixandre y las memorias del alcalde Cano Coloma, que ejerció desde marzo de 1936 hasta febrero de 1937”. 

Finalmente, la imagen de la Virgen se llevó al Archivo Municipal del Ayuntamiento “porque era el sitio más seguro y todos los empleados se comprometieron a negar que estuviera allí, con el objeto de salvarla, al tiempo que propagaba la noticia de que “había sido quemada en el cementerio con otras imágenes”. 

Por su parte, en la Catedral, se provocaron hasta “siete incendios simultáneos”. El fuego alcanzó de pleno el museo de la Catedral en donde estaban las seis andas de plata de la procesión del Corpus, que también desaparecieron; y el calor y el humo fueron tan intensos que incluso “las rejas de hierro, que dan a la calle Barchilla se doblaron”. 

El alcalde José Cano Coloma “pidió voluntarios para apagar el fuego, pero resultó imposible acceder al interior”. La Catedral estuvo ardiendo “un día entero y al día siguiente, el alcalde junto con diversos empleados y funcionarios del archivo municipal acuden a la Seo para salvar los objetos que se llevan del Ayuntamiento”. 


Gracias “al tesón y la valentía” de otros alcaldes de la provincia de Valencia, se salvan también varias imágenes patronales, como la Virgen de los Desamparados de Valencia, la Virgen del Castillo de Corbera, que en 1939 aparece en la Universidad de Valencia, la de Aguas Vivas en Carcaixent o la Virgen de Sales en Sueca. 

Según Andrés de Sales Ferri “por encima del valor religioso que tiene el arte de nuestras iglesias, existe un sentimiento colectivo de germanor respecto a la imagen patronal en cada pueblo. Además, ha destacado la multitud de fieles devotos que también contribuyeron a salvar el patrimonio.