"En un momento como éste, en el que nada parece estar yendo bien, es bueno que nos recuerden que las cosas pueden ser diferentes y, de hecho, fueron diferentes no hace mucho tiempo": con estas palabras inicia George Weigel un artículo en First Things donde presenta con entusiasmo un "espléndido" documental sobre el decisivo papel de San Juan Pablo II en el final del comunismo y, como consecuencia, en la liberación de media Europa.

Se trata de Liberating a continent: John Paul II and the fall of communism [Liberando un continente: Juan Pablo II y la caída del comunismo], narrado por Jim Caviezel (Jesucristo en La Pasión de Mel Gibson) y con música de Joe Kraemer (autor, entre otras bandas, de la de la última entrega de la saga Misión Imposible). "Todos deberían tenerla en la lista de películas que ver este verano", anima Weigel.


Jim Caviezel es una de las estrellas de Hollywood más militantemente católicas.

Quien, como uno de los más sólidos biógrafos de Karol Wojtyla, habla así del valor del largometraje: "Necesité 19 años de investigación y tres libros (The final revolution: the resistant Church and the fall of communism [La revolución final: la Iglesia resistente y la caída del comunismo], Testigo de esperanza y Juan Pablo II: el final y el principio) para hacer lo que el productor ejecutivo Carl Anderson y el director y guionista David Naguieri han hecho en 93 minutos de vídeo apasionante e imágenes maravillosas: explicar cómo y por qué Juan Pablo II jugó un papel crucial y auténticamente indispensable en el mayor drama del último cuarto del siglo XX, el colapso del comunismo europeo".


Una de las obras consagradas a Juan Pablo II por George Weigel (abajo, junto al padre Federico Lombardi, portavoz de la Santa Sede). Pincha aquí para adquirirla ahora.


Nadie podía esperar aquello cuando el 16 de octubre de 1978 se asomó a la loggia central de San Pedro el hasta ese día cardenal arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla, evoca Weigel, quien enjuicia así lo que sucedió a partir de entonces:

"La Europa Central y la Oriental no fueron liberadas concediendo que los comunistas tenían razón cuando, más bien, eran brutales e ineficientes en su actuación social, económica y política. Tampoco las naciones del Pacto de Varsovia fueron liberadas por los eclesiásticos y diplomáticos occidentales que halagaban a los dictadores que dirigían esos partidos-estado. Las que solíamos denominar naciones cautivas fueron liberadas porque el bien y el mal fueron 'llamados por su nombre', como solía decir el Beato Jerzy Popieluszko, mártir de Solidaridad.


El sacerdote Jerzy Popieluszko fue asesinado el 19 de octubre de 1984 por la policía política comunista. Le golpearon y le arrojaron al Vístula, aún vivo, en un saco lleno de piedras para que no flotara. Tenía 37 años. Fue beatificado como mártir por Benedicto XVI en 2010.

»Europa Central y Oriental no se liberaron de los grilletes del totalitarismo sin intentarlo, fracasar, y volverlo a intentar: hizo falta una masa crítica de gente dispuesta a 'vivir en la verdad' sin importar la dificultad que eso conllevase para que la cultura comunista de la mentira implosionase, permitiendo renacer a la libertad a tierras que Stalin había impuesto como el precio a pagar por haber ayudado a derrotar a Hitler.

»Y las naciones de Europa central y oriental no reconquistaron sus libertades adoptando el habitual método de cambio social del siglo XX: la violencia de masas. Comprendiendo que la gente que empieza tomando Bastillas suele acabar construyendo las suyas propias (como decía un disidente polaco), los nuevos luchadores por la libertad inspirados por Juan Pablo II desplegaron armas que la brutalidad comunista no podía vencer: la verdad, la memoria de la patria, la organización tenaz y la adaptación personal".

Para quienes ya solo guarden memoria del Juan Pablo II de sus últimos años, este documental recuerda además "qué hombre tan atractivo, carismático y absolutamente convincente era Juan Pablo II cuando estaba en la cima de su condición física. Irradiaba confianza y fortaleza moral y el coraje de un guerrero feliz. Y por todo eso, aquellos sobre cuyas vidas impactó se sintieron poderosos".

Juan Pablo II no fue el único responsable de 1989, admite Weigel: "Pero sin él, todo un continente no habría sido liberado cuando lo fue y como lo fue". Por eso recomienda que este documental se vea en todos los colegios e institutos "para recordarle a los alumnos lo que vivieron sus padres y para inspirarles a ellos mismos la grandeza moral".


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En Liberating a continent intervienen con su testimonio, entre otros intelectuales y líderes culturales, políticos y sociales, los cardenales Stanislaw Dziwisz, tantos años secretario personal de San Juan Pablo II y luego su sucesor en la sede de Cracovia, y Miloslav Vlk, arzobispo emérito de Praga; Joaquín Navarro-Valls, portavoz de la Santa Sede entre 1984 y 2006; Zbigniew BrzezinskyRichard Allen, consejeros de seguridad nacional con Jimmy Carter y Ronald Reagan; Carl Anderson, Caballero Supremo de los Caballeros de Colón; Hanna Suchocka, ex primera ministro polaca; Valdus Adamkus y Vytautas Landsbergis, ex presidentes de Lituania; el historiador polaco Norman Davies; y el propio Weigel.

El remata su entusiasta recomendación con un potente argumento: "Cómpralo y prepárate para una hora y media de soberbio entretenimiento que elevará tu espíritu en esta hora de tinieblas".