La Mezquita-Catedral de Córdoba es uno de los edificios más bellos del planeta, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. De evidente influencia de arquitectura musulmana y posteriormente cristiana, lo que no muchos conocen es la huella americana que hay en el interior del templo. Capillas, lienzos, imaginería, y también el papel ilustre del inca Garcilaso de la Vega. Lo explica con detalle este interesante reportaje de La Voz de Córdoba:
La huella de América en la Mezquita-Catedral de Córdoba
Córdoba conserva un vínculo histórico con América. El descubrimiento del Nuevo Mundo propicia que numerosos cordobeses busquen en él una nueva oportunidad. Al mismo tiempo, la ciudad cordobesa recibe las influencias del continente americano. Se favorece así la creación de un rico concepto de mestizaje cultural que se hace patente en múltiples manifestaciones. Algunas de ellas se encuentran presentes en el espacio irrepetible de Mezquita-Catedral de Córdoba. Este edificio, declarado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, es un espejo en el que se proyecta un constante diálogo entre fe y patrimonio. Recorrerlo supone el reencuentro con un crisol de culturas, en el que hoy aún se hace posible percibir el gran legado que nos brinda América.
Garcilaso de la Vega fue sacristán de la capilla catedralicia de la Santa Resurrección
El Inca Garcilaso de la Vega
El célebre historiador y literato cuzqueño, máximo exponente del concepto de mestizaje, se encuentra muy presente en la Mezquita-Catedral de Córdoba. No olvidemos que el Inca llega ser sacristán de la capilla catedralicia de la Santa Resurrección. El autor de “La Florida” solicita, en el año 1612, al Cabildo Catedral un espacio para establecer su enterramiento. Bajo la advocación de las Ánimas del Purgatorio, funda un enclave al que dota de un retablo presidido por un Crucificado, obra del escultor Felipe Vázquez de Ureta, que se dispone sobre una gran pintura de la ciudad de Jerusalén. La memoria del Inca sigue más viva que nunca, como se adivina en el escudo que preside la portada de la capilla o en las lápidas que recogen una extensa inscripción que hace referencia a su personalidad e implicación con la sede catedralicia cordobesa.
La Virgen de Guadalupe
La Mezquita-Catedral conserva también la memoria de América a través del lienzo de Nuestra Señora de Guadalupe. Una obra anónima del siglo XVII que es custodiada en la capilla de Ieshu Verde y San Nicolás. La composición se remite al modelo tradicional de la de la Guadalupana, con un lienzo central que acoge a la Virgen representada de pie, con corona, túnica rosa y manto azul orlado por estrellas. La fisonomía de su rostro es, sin lugar a dudas, indiana. No falta la simbología apocalíptica, con los rayos de sol o la media luna, que es sostenida por un ángel.
La obra es enmarcada en los laterales por cuatro obras de pequeño formato con escenas alusivas a las apariciones marianas, que recogen la leyenda bien conocida por todos. El indio Antonio Valeriano apunta a que, en el año 1531, la Virgen se le aparece a Juan Diego, un indio recientemente convertido al catolicismo. A él le solicita que pidiera a fray Juan de Zumárraga la construcción de un santuario en su honor. Ante la negativa del religioso, la Virgen anima a Juan Diego a recoger rosas y llevarlas al arzobispo. Poco después se obraría el conocido milagro de las rosas, ya que cuando el indio despliega su túnica para mostrar las flores, aparece una impresa la imagen de María.
Este tipo de pinturas de la patrona de América se popularizan en la totalidad de España y alcanzan buena parte de la geografía andaluza. Sin embargo, su presencia no resulta casual sino que constituyen un excelente testimonio de un rico intercambio cultural y del vínculo que mantiene nuestro país con el virreinato de Nueva España, a través de los españoles afincados al otro lado del Atlántico. Por lo que capillas, conventos u oratorios, e incluso la misma Catedral de Córdoba, se erigen como principal destino de estas imágenes de uso devocional.
El Crucificado del Altar del Punto
Además, el legado americano se hace manifiesto en la imaginería. El ejemplo más importante es el Crucificado del Altar del Punto, elaborado según las técnicas indígenas tradicionales con uso de lino y cáñamo. Como no podía ser de otra manera, las proporciones y fisionomía nos remiten directamente a modelos americanos.
La obra constituye una excelente muestra de ese transvase cultural que se produce con la llegada de obras de arte procedentes de América. Entre ellas, figuran este tipo de imágenes ejecutadas en caña de maíz, que llegan a suscitar un especial interés por el exotismo de su material de ejecución. En ese contexto, los crucificados de cañaheja resultan especialmente populares, siendo Córdoba la provincia española que custodia un mayor número de ellos.
El llamado Cristo del Punto llega a la Catedral de Córdoba a través de la donación de Antonio de Pazos y Figueroa durante su episcopado, comprendido entre 1583 y 1586.
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