Desde su estreno en Netflix el 28 de septiembre, Blonde [Rubia], el biopic sobre Marilyn Monroe dirigido por Andrew Dominik e interpretado por Ana de Armas, ha suscitado una polémica sustancialmente biográfica: ¿es correcto presentar al mito como una víctima de su propio personaje estelar, jamás dueña de su destino y disociada incluso de su realidad como estrella?
"No quiero volver a ser ella", confiesa Marilyn en una escena refiriéndose a sí misma. Abre así una brecha entre su yo de la gran pantalla y de la prensa y sus sueños más profundos y auténticos de ser una chica normal en un hogar normal.
Marilyn vs Norma
La película está basada en el libro del mismo título que escribió en 2000 Joyce Carol Oates. La escritora neoyorquina dibuja a Norma Jeane Baker (1926-1962) como una joven destruida por las carencias afectivas de su infancia, el abuso sexual, el sometimiento y la baja autoestima y, por ende, el alcohol y los fármacos. Pero, sobre todo, por la incapacidad para reconocerse en la estrella en que se convirtió.
Oates recalcó siempre que Blonde no es una biografía, sino una novela que transforma o imagina numerosos elementos de la vida de Marilyn, pero el retrato se corresponde bien con lo que se sabe de una de las celebridades más investigadas del siglo XX.
En la cinta de Dominik es un personaje esencialmente inocente, con cuyo sufrimiento infantil el espectador empatiza enseguida. Los inicios de su carrera encajarían en las denuncias de #MeToo contra las prácticas de abuso sexual sistemático en Hollywood como puerta de entrada al éxito. Sin embargo, Blonde no es un alegato feminista ni woke. Hay hombres que se aprovechan de Marilyn y hombres que la aman de verdad. No aparece como una víctima del 'patriarcado'... pero sí como una víctima. Y esto, según algunos estudiosos de su vida, quita mérito al talento y personalidad con los que habría dirigido su carrera incluso en los años de su decadencia física y psicológica por los barbitúricos.
Los abortistas, irritados
Sin embargo, más allá de esa disputa de erudición cinematográfica sobre el personaje, hay otra de mayor calado que ha suscitado Planned Parenthood, la gran franquicia norteamericana del aborto.
"Los fanáticos anti-aborto llevan mucho tiempo estigmatizando el aborto utilizando descripciones médicamente inapropiadas del feto y del embarazo. La nueva película de Andrew Dominik, Blonde, refuerza su mensaje", declaró a The Hollywood Reporter Caren Spruch, directora nacional de Planned Parenthood para las relaciones con la industria del entretenimiento: "Es una vergüenza que los creadores de Blonde decidan contribuir a la propaganda anti-aborto y estigmaticen las decisiones de las personas sobre su salud".
¿Y qué responde el director? Dominik declaró al mismo medio que no considera que la película sea antiabortista, sino que se está leyendo así por el contexto estadounidense tras la sentencia del Tribunal Supremo que en junio revertió la sentencia Roe vs Wade y dejó de amparar el aborto como un derecho constitucional. "Nadie habría reparado lo más mínimo" en las escenas que critica Spruch "si hubiésemos hecho la película en 2008", apunta el director de Blonde, "y probablemente nadie reparará dentro de cuatro años. Y la película no habrá cambiado. Son cosas que pasan".
¿Quién tiene razón?
Sin embargo, viendo Blonde es difícil no darle la razón a Planned Parenthood. Las escenas a las que se refiere Crunche encajarían muy bien en una película provida, y no son anecdóticas, sino que tienen un peso decisivo en la conducción e interpretación de la trama.
Eso no quiere decir que Blonde sea una película provida, ni por la intención de su director (que adopta la retórica políticamente correcta de ver la sentencia Dobbs como un peligro para las libertades) ni todavía menos de la autora del libro que la inspira, Joyce Carol Oates, cuyo genio literario ha ido siempre unido a una militancia en las causas progresistas, aunque de forma muy personal e independiente.
Aunque de familia católica, con el tiempo Oates perdió la fe, y en noviembre de 1993 declaraba a Playboy que no se siente inclinada hacia la "religión organizada" porque ha "lavado el cerebro" de la gente durante siglos. Y considera a las iglesias, "y en particular a la Iglesia católica", como "organizaciones patriarcales". Partidaria de la legalización del aborto, dedicó al tema una de sus novelas, Un libro de mártires americanos, visión paralela, y que intenta ser ecuánime, de la vida, motivaciones y contradicciones de un médico abortero y de un padre de familia evangélico que lo mata para castigar sus crímenes.
Blonde no podía ser, pues una película provida, y no lo es. Es más, hay que advertir que ha sido calificada en Estados Unidos como 'solo para adultos', e incluye bastantes desnudos, un par de escenas que rozan el soft-porno, y dos o tres más de abuso y violencia.
¿Qué es entonces lo que desagrada a Planned Parenthood?
[ATENCIÓN, SPOILERS: A continuación citamos algunos elementos y frases de la película, obviando detalles y sin desvelar nada que pueda eliminar sorpresas: son hechos conocidos de la vida de Marilyn Monroe, que recogemos para encuadrar las escenas que molestan al lobby abortista.]
Las causas de la irritación son claramente tres. Uno, la personificación y humanización del feto. Dos, la presentación del aborto como algo que en muchos casos es impuesto a la mujer por hombres sin alma. Y tres, la imposibilidad para una madre de superar el trauma de haber matado a su hijo.
En la escena que más incomoda a Caren Spruch, y por eso la menciona explícitamente, Marilyn mantiene un diálogo con el hijo que espera del dramaturgo Arthur Miller, su tercer marido (tras James Dougherty, cuando aún era una joven desconocida, y la figura del béisbol Joe DiMaggio, cuando ya era una estrella de Hollywood).
-Esta vez no me harás daño, ¿verdad? ¡No me harás lo mismo de la última vez...! -le dice el feto, a quien vemos en el seno materno.
-No fui yo. Yo no quería hacerlo -se disculpa su madre.
-Sí lo quisiste. Fue decisión tuya.
-¡No eres el mismo bebé! -se defiende Marilyn.
-Era yo. Siempre he sido yo...
-Él nos quiere -argumenta Norma Jeane en referencia a su marido, apuntando al origen real de tantos abortos que las feministas callan: la presión del padre para desembarazarse del 'problema'-. Moriría por nosotros.
El diálogo no deja lugar a dudas. Lo que muere en cada aborto es un ser humano con una vida independiente. De hecho, en un momento dado, Marilyn le dice a su propia madre, en alusión a las difíciles circunstancias de su nacimiento, que pudieron llevarla a abortar: "Fuiste valiente. Hiciste lo correcto. Tuviste a tu bebé. Me tuviste a mí".
Marilyn está persuadida de que, sin embargo, ella no hizo lo correcto. Cuando en 1953, en la première de Los caballeros las prefieren rubias, recibe la ovación glorificadora del público, una vez en off expresa lo que está pensando en ese instante: "Por esto has matado a tu hijo".
¿Es Marilyn o es Ana de Armas? En algunas escenas la caracterización es casi perfecta, como en esta recreación de 'Con faldas y a lo loco'.
"La muerte de un alma antes de nacer nos depara más dolor que ninguna otra, porque su inocencia está intacta", escuchamos en otro momento del film.
El amor y la familia
El aborto es, pues, no solo algo presente en Blonde, sino casi un hilo conductor. El otro es el deseo de la siempre-niña Marilyn de conocer a su padre y ser amada por él. Al fin y al cabo, su sueño es la "estabilidad", "formar una familia" y tener hijos ("me encantan los niños", reconoce al hacer su plan de vida).
¿Cuánto tuvo que ver la frustración de ese deseo en la tragedia de la vida y de la muerte del mayor mito femenino de la historia del cine? La película apunta pistas que no revelaremos, pero que ese elemento estuvo presente en su vida es un hecho asentado. Por eso, nadie que termine de ver Blonde lo hará convencido de que el aborto es algo intrascendente o de que no amar a un hijo carece de consecuencias.