Se acerca el día. Este Miércoles Santo, 23 de marzo, se estrena en España Resucitado [Risen], una película de Sony Pictures en torno a la Resurrección de Cristo en la cual el actor neozelandés Cliff Curtis interpreta a Jesús. Cliff fue monaguillo y tenía el sueño de interpretar a Jesús en el cine. Cuando le llamaron para ofrecerle el papel, creyó que era una chanza.

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"Llamé a mi agente", cuenta él mismo, "y le dije: ¿Estás de broma? Soy un cuarentón". En efecto, Cliff nació en 1968 en Nueva Zelanda, tiene ahora 47 años. La oportunidad que le llegaba era para interpretar a un hombre que murió con 33. "Pues a quien quieren es a ti", respondió su agente al otro lado del teléfono.

No sólo eso. Su rostro está asociado en la gran pantalla a papeles de malo, desde La Jungla 4.0 (La jungla de cristal 4) a Airbender, el último guerrero. Y de pronto debía interpretar al Hijo de Dios.


Y aceptó, por supuesto: "Fue una sorpresa muy agradable. ¡Un milagro!". Curtis es católico. "Jesús fue uno de mis primeros héroes", evoca: "Me crié en una familia católica con Jesús presente en el hogar y en mi corazón. Años después, cuando me convertí en actor, a la gente que me preguntaba qué papel me gustaría hacer más que ningún otro, yo siempre respondía, bromeando: ´Quiero interpretar a Jesús´ Pero pronto me dije a mí mismo que eso nunca sucedería, ni en la pequeña ni en la gran pantalla". Se equivocó.



En su casa eran nueve hermanos, y a él siempre le fascinó ser monaguillo: "Servía en el altar siete días a la semana, y dos veces al día durante la Semana Santa. Cuando era niño rezaba con mucha devoción, tanto que, cuando crecí, llegué a pensar en ser sacerdote".

"La adolescencia cambió esa ruta, así como las circunstancias", afirma Cliff, sin que aclare si la transformación implicó un enfriamiento de la fe, o simplemente la certeza de que no tenía vocación. "Cuando me llegó este papel, recordé aquellos días en los que dormía con un crucifijo y tenía un pequeño altar en mi casa", recuerda.

Curtis es muy celoso de su vida privada. Está casado con una mujer de origen asiático (él es de etnia maorí) y tiene tres hijos, pero se sabe muy poco de ella y de ellos.


Lo que sí se sabe, porque él mismo lo ha explicado, es que se separó de su familia y cortó con todo durante treinta días para aislarse completamente en Malta y preparar su interpretación.

"Lo primero que tenía que comprender es que tenía que dejar de lado mi ego y ponerlo al servicio de alguien que para mucha gente es un importantísimo ser divino", explica. Además, su personaje "diría sólo unas palabras, así que fue un proceso purificador porque yo hablo mucho y con frecuencia digo un montón de cosas sin sentido, innecesarias... ¡y ciertamente poco divinas!".

Ese periodo de aislamiento en Malta, lugar de rodaje junto con la provincia española de Almería, "fue realmente una experiencia hermosa, comía humildemente y vivía monásticamente". No habló por teléfono con nadie salvo con su mujer y sus hijos: "No podía no hablar con mi esposa porque ella es mi otra conexión con lo divino", aclara.

Llevó su aislamiento y concentración tan a rajatabla, que incluso comenzado el rodaje quiso evitar el contacto con el resto del reparto hasta el momento mismo de filmar. Eso era especialmente importante en el caso de su encuentro con Clavius (Joseph Fiennes), el oficial romano a quien Poncio Pilato encarga que encuentre el cuerpo de Jesús para frenar la noticia de su Resurrección.

Kevin Reynolds le dijo que debía mantener alguna relación con los demás actores, así que Cliff encontró la forma de hacerlo de forma callada. Para contactar con los apóstoles aprovechó una pausa para comer, se acercó a ellos y les llamó para irles lavando los pies: "Fue hermoso, humilde y muy auténtico. Cada uno tuvo una reacción diferente que sirvió para construir nuestra relación... Resultó una forma magnífica de estar presente para ellos sin hablar".

Un trabajo muy profesional, por tanto, y preparado a conciencia por el Jesús menos protagonista que se recuerda en una película sobre Jesús. Lo cual no quiere decir menos importante. No, desde luego, para Clavius, quien en cierto modo nos representa a todos.