A lo largo de dos ciclos de apariciones, uno en 1947 en Montichiari y otro en 1966 en Fontanelle (Lombardía, Italia), Pierina Gilli (1911-1991) recibió una serie de mensajes públicos sobre la falta de santidad de los consagrados y la necesidad de fomentar la devoción a la Eucaristía. La Virgen María se le apareció bajo la advocación de Rosa Mística (nombre por el que es conocido este fenómeno en todo el mundo) y pidió a todos oración, sacrificios y penitencia, además de bendecir una fuente donde se han registrado desde entonces numerosas gracias espirituales y curaciones físicas.
Además de las palabras de la Rosa Mística para su conocimiento público inmediato, Pierina Gilli recibió numerosas otras locuciones que fue registrando en sus Diarios (Voz de Papel), que acaban de publicarse por primera vez en español, con prólogo del escritor Vittorio Messori. La edición, a cargo de Riccardo Caniato y con traducción de Sara Martín García, incluye, además de los Diarios, numerosos textos de los confesores y directores espirituales de la vidente y documentación sobre las sucesivas investigaciones diocesanas, además de un cuadernillo fotográfico.
Por cortesía de la editorial, publicamos íntegro a continuación el Prólogo de Messori (los ladillos son de ReL).
Un texto extraordinario
Cuando Álex Rosal, amigo desde siempre y gran editor español, me pidió que redactara una «Invitación a la lectura» para los Diarios de Pierina Gilli, vidente de las —por ahora— presuntas apariciones de Montichiari y Le Fontanelle, me alegré muchísimo y acepté sin dudarlo.
"Ha alimentado mi amor por María"
El porqué lo dejo claro rápidamente: para mí, aquellos hechos acaecidos en parte durante los años inmediatamente sucesivos a la Segunda Guerra Mundial (1947) y en parte a mitad de los años sesenta (1966) han sido un descubrimiento que ha alimentado fuertemente mi amor por María y, además, el interés por sus apariciones que nutro desde hace ya varios años. Por tanto, no podía alegrarme más el saber que también los lectores de lengua española —entre los que la devoción a Rosa Mística está ya muy difundida— podrán conocer de primera mano, es decir directamente a través de los propios escritos de la vidente, lo que sucedió en aquellos lejanos años.
El encuentro
Pero es bueno que aproveche para explicar cómo sucedió para mí este encuentro que, al mismo tiempo, también ha sido un don. Al inicio de los años noventa, mi mujer Rosanna y yo, cansados de Milán, la enorme y abarrotada ciudad en la que vivíamos, decidimos mudarnos hacia Garda, el gran lago situado en la llanura padana, tan lleno de olivos, palmeras y cipreses que parece un lugar del Mediterráneo.
Vittorio Messori junto con su esposa, Rosanna Brichetti, durante una de sus peregrinaciones marianas.
Para ambientarnos y conocer los alrededores, empezamos a realizar pequeñas excursiones en los campos cercanos, tierras verdes y muy fértiles, pero también salpicadas aquí y allá por pequeñas actividades industriales ejemplo de la laboriosidad de sus habitantes. Entre otras indicaciones, de vez en cuando nos encontrábamos con un cartel que decía: «Localidad Le Fontanelle». Pensábamos que era un pequeño conglomerado rural, visto que en esa zona existen muchos. Pero, después de haber explorado todo lo demás, un día decidimos prestar atención a ese cartel y nos dirigimos hacia allí.
Y cual fue nuestra sorpresa cuando, al llegar, nos encontramos con un sencillo pero fascinante lugar que comprendimos que estaba dedicado a la oración. Una especie de nave transformada con buena voluntad en una iglesia en la que había una fuente y, al lado, una piscina llena de agua, siempre renovada, en la que se podía caminar.
Y, sobre todo, una estatua que jamás habíamos visto antes, con una inscripción: «María Rosa Mística-Madre de la Iglesia» y, cosa singular, con tres rosas —una roja, una amarilla y una blanca— sobre su pecho. Comprendimos inmediatamente que allí había tenido que suceder algo importante de lo que nada sabíamos. Saliendo, entre parterres llenos de rosas de los colores que habíamos visto sobre el corazón de María, encontramos una pequeña tienda que vendía objetos religiosos y también un libro sobre la historia del lugar que compramos en aquel momento.
Imagen: Mie Preghiere.
Y así fue que, leyéndolo, nos enteramos de los dos ciclos de apariciones y de la vidente, Pierina Gilli, fallecida poco tiempo antes (1991) con casi ochenta años: una mujer sencilla, oriunda de aquella zona, que fue llamada a una aventura extraordinaria, llena de sufrimientos y de humillaciones, pero también llena de la alegría que nace de la familiaridad con lo sobrenatural.
Una de esas personas «pequeñas» a los ojos del mundo pero muy queridas para Dios, en cuyos débiles hombros María había apoyado la misión de divulgar sus mensajes. En primer lugar los mensajes públicos de los dos ciclos oficiales que he citado ya. Pero también la gran cantidad de mensajes privados que precedieron a las apariciones y que las sucedieron, y que ahora podemos conocer precisamente gracias a estos Diarios que abarcan un tiempo que va desde 1946 hasta 1983, y que probablemente continuaron hasta su muerte.
La oposición
Pero, además, juntos nos dimos cuenta también de por qué no habíamos oído hablar hasta ese momento: las autoridades religiosas (no a nivel parroquial sino diocesano) habían mantenido una fuerte oposición a la vidente, que no había merecido credibilidad y, por tanto, había sido aislada. También se había obstaculizado el culto que desde el principio se desarrolló en torno a los fenómenos que muchos consideraron sobrenaturales. Este culto, por el contrario, se había difundido de una manera verdaderamente espectacular en Europa, Asia y América, donde habían nacido grupos de oración, órdenes religiosas, santuarios dedicados a Rosa Mística Madre de la Iglesia... Una devoción a menudo acompañada por fenómenos extraordinarios, como por ejemplo eventos luminosos particulares o lacrimaciones de estatuas.
La perseverancia
Pero en Montichiari y Le Fontanelle (hablamos de dos localidades cercanas entre ellas: la primera fue el lugar de las apariciones de 1947, la segunda del ciclo de 1966), a pesar de todo, no había espíritu de resignación. A lo largo de los años había nacido, de hecho, una Asociación Rosa Mística formada por laicos que, en obediencia a las autoridades diocesanas, seguían conservando memoria de los eventos y de los mensajes. Dentro de lo posible, no sólo sostenían y promovían la devoción a María Rosa Mística Madre de la Iglesia, sino que, implicando a mariólogos y expertos en las apariciones, intentaban llamar la atención sobre aquellos eventos para promover estudios más detallados al respecto que se consideraban indispensables.
De esta manera, por cierto, habían creado un importantísimo archivo de todo lo que había ido sucediendo en esos años: curaciones en todos los continentes en el nombre de Rosa Mística, adhesiones progresivas y continuas a este culto, opiniones de expertos, atenciones y visitas cada vez más numerosas a lo largo del tiempo de obispos de todo el mundo, y así un largo etcétera.
Uno de los frutos de este empeño era, por cierto, el libro que habíamos leído nosotros precisamente. Su autor era monseñor Enrico Rodolfo Galbiati, un estudioso de la Biblia a nivel internacional, muy apreciado y conocido que, habiendo leído los documentos relativos a dichos eventos, los había encontrado fascinantes hasta el punto de no dudar en jugarse su prestigio profesional conseguido con muchos años de estudio para posicionarse a favor de la causa de Rosa Mística.
Monseñor Enrico Galbiati (1937-2002), uno de los grandes impulsores de las apariciones de Rosa Mística.
Los testigos de la época recuerdan que la primera vez que tuvo en sus manos los Diarios de Pierina, no dejaba de repetir: «¡Pero cómo es posible que no comprendan que sólo pueden ser ciertos!».
Una vez conocido todo esto, por una parte nos entristeció encontrarnos algo que, a primera vista, parecía una vez más una excesiva resistencia eclesial frente al fenómeno de las apariciones. Por otra parte, nos sorprendió positivamente el amor, la tenacidad y la valentía de los devotos que resistían a pesar de las numerosas dificultades. Fue así que acabamos implicándonos en ello: yo lo hice escribiendo sobre ello en los periódicos con los que colaboraba, intentando subrayar la necesidad de profundizar mejor en lo que había sucedido en aquellos lugares, y favoreciendo algunos contactos útiles como, por ejemplo, con el padre René Laurentin, el famoso estudioso de las apariciones marianas. Mi mujer por su parte se implicó entrando a formar parte de la Asociación y escribiendo para el periódico La voce di Rosa Mistica, del que ha asumido posteriormente la dirección, y que circula por todo el mundo en nada menos que nueve idiomas y que da cuenta de todo lo que sucede en Le Fontanelle.
Paulatino reconocimiento
Tanta tenacidad fue finalmente premiada: en 2001 se dio un primer paso importante, esto es, el reconocimiento del culto a María Rosa Mística Madre de la Iglesia, que suavizó progresivamente los ánimos y permitió retomar en los años sucesivos, incluso de manera oficial, los estudios relativos a los eventos de 1947 y 1966 para reevaluar su credibilidad. Con este fin, en 2014, el entonces obispo de Brescia, monseñor Luciano Monari, ha instituido en Brescia la Fundación Rosa Mística, en la que han entrado a formar parte algunos miembros de la Asociación precedente, que ha aceptado disolverse.
La publicación de los Diarios —que en la edición italiana, al igual que la española, están acompañados por los documentos más importantes de la investigación y por los escritos de numerosos expertos, entre los que deseo mencionar al coordinador, el periodista Riccardo Caniato, que ha afrontado este difícil reto con una meticulosa atención profesional a todas las fuentes, que ha organizado posteriormente de un modo sistemático y original, llegando al final a reconocer por su parte una abierta confianza en la veracidad de los hechos tratados— son el fruto del nuevo clima que se ha creado y que da esperanzas para el futuro.
Riccardo Caniato ha preparado un volumen con los Diarios acompañándolo de una exhaustiva documentación adicional y otros testimonios para avalar la credibilidad de Pierina Gilli.
Está claro, obviamente, que la credibilidad de la vidente es el paso fundamental para el reconocimiento de una mariofanía y, por tanto, divulgar sus escritos significa haberles dado confianza.
Pierina y los mensajes
Por lo demás, leyendo las páginas que siguen, los lectores pueden entrar dentro de los hechos acaecidos y juzgar. En primer lugar, dentro de la simplicidad y de la confiada docilidad de la vidente. Dentro de su fe tenaz que acepta pasar una prueba tras otra: humillaciones, enfermedades, rechazos, ataques diabólicos. Sufre, pero confiando en Jesús y María siempre vuelve a encontrar la fuerza para continuar siendo instrumento.
Y posteriormente, entrar en los mensajes. De hecho, lo que María Rosa Mística Madre de la Iglesia nos dice en Montichiari y Le Fontanelle es muy importante espiritual y teológicamente. Ciertamente sabemos que María, cuando se aparece, no añade nada a la revelación del Hijo, pero nos ayuda a comprenderla y a vivirla. Así, en el ciclo de 1947, dice que se aparece en Montichiari porque está especialmente preocupada por los religiosos y los sacerdotes que traicionan su vocación de formas variadas. La Virgen utiliza palabras fuertes para describir una situación que, vista desde fuera en aquella época, no parecía tan deteriorada. Quizá justamente por este motivo no se tomó en serio a la vidente que hablaba de ello. Han pasado pocas décadas y, sin embargo, todos nos hemos dado cuenta de que María denunciaba una plaga grave y profunda para la cual, por cierto, ella se proponía como una ayuda.
Pero las cosas no están mucho mejor para los laicos. De hecho, en 1966 Rosa Mística denunciará el ateísmo como causa de muchos sufrimientos personales y sociales y del cual deriva también la indiferencia hacia la Eucaristía incluso dentro de la propia Iglesia.
Pero como siempre, cada vez que se aparece, la Virgen propone también remedios para afrontar el mal que avanza: en este caso un programa de vida que tenga como punto central «la oración, el sacrificio, la penitencia», simbolizados en esas tres rosas que lleva en su pecho, y que encuentra en la Eucaristía y en el Rosario las devociones por excelencia. Pero también la consagración a su Corazón Inmaculado, tal y como había recomendado en Fátima y que, por cierto, volverá a mencionar de forma explícita, recomendando además la Hora de Gracia que pidió el 8 de diciembre de 1947, en la que asegura gracias maternas abundantes. Sin contar, al igual que en Lourdes—que también menciona— la Fuente de Misericordia, una fuente que ya existía precedentemente (Le Fontanelle) que Rosa Mística bendice y a la que aconseja llevar a los enfermos del cuerpo y de corazón.
Pero existe otro elemento que caracteriza las dos mariofanías de las que nos estamos ocupando, y es el hecho de que María hable en más de una ocasión de sí misma, o mejor aún, del papel que juega en el seno de la fe cristiana: Inmaculada, Madre de Dios, María de Gracia, Rosa Mística, Madre del Cuerpo Místico, esto es, de la Iglesia. Es decir, las denominaciones más importantes que definen el papel más alto de la economía de la salvación entre las que la de Rosa Mística se propone como una especie de síntesis: como para la flor en cuestión, una armonía de pétalos fragantes que recogieron primero a Jesús, el verbo hecho carne, y que ahora, con el mismo amor recogen a su Cuerpo Místico, es decir, a la Iglesia, y por tanto a cada uno de nosotros, los creyentes. Si por tanto Jesús, como dice san Pablo, es el único Salvador, una vez más María nos confirma que recurrir a ella y ponerse bajo su protección es el mejor camino para encontrarlo.
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