A continuación dirigió sus pasos hacia la novela histórica, con dos bestseller: El héroe del Caribe, sobre Blas de Lezo y su defensa de Cartagena de Indias contra una flota británica muy superior; e Invencibles, en torno a las hazañas de los españoles y sus victorias sobre Inglaterra tras la derrota de la Gran Armada.
Y este escritor donostiarra, nacido en 1965, alma exploradora e inquieta, prueba ahora con Muerte en el rompeolas un giro sorprendente en su carrera literaria, al introducirse en el disputado gremio del thriller policiaco
-Es algo tan sencillo como una especie de descanso temporal de la novela histórica, un cambio para “oxigenarme” un poco visitando otro género, y de paso explorando otros estilos narrativos.
-Sí. En cierto sentido es más fácil y menos laborioso que la novela histórica. Aquí casi no hay que documentarse. Haces y deshaces con mayor libertad. Hay más espacio para la creatividad.
-Muy bien: coinciden en que te engancha y en que no la puedes dejar de leer hasta el final.
La acción de Muerte en el rompeolas discurre en San Sebastián y contiene todos los ingredientes del género: crímenes, chantajes, preparación de nuevos crímenes...
-Sí, sin duda. Este género en gran medida surgió de la necesidad de hablar del alma humana. Basta pensar en Crimen y Castigo, de Dostoievski. Respecto a la posibilidad de encontrar valores y altos principios, podemos pensar en el famoso Padre Brown, de Chesterton. Como digo, en el alma humana se puede encontrar de todo: mucho mal, pero también, y quiero pensar que, sobre todo, mucho bien. Lo malo es que el mal “vende” más que el bien. Hace mucho más ruido. Un asesinato es noticia. En cambio, millones de personas que no asesinan a nadie no lo son tanto…
-En algunos casos hay una cierta moda de encumbramiento del antihéroe, y de presentar como relativamente normales situaciones que en sí no lo son.
-Las causas de esto son múltiples: a veces puede deberse a un simple afán de colocar a los personajes en situaciones límite. En otras ocasiones, en un intento por encontrar el lado humano, que sin duda lo hay, incluso en el ser más depravado de la sociedad: un intento de mostrar que nadie es completamente malo o completamente bueno, que también existen los grises, con sus matices, más claros o más oscuros, según los casos. Por último, creo que también puede haber influido la decadencia moral a la que hemos asistido de unos años a esta parte en la sociedad, a consecuencia sobre todo del relativismo moral.
-Sí. En algunas novelas negras te encuentras personajes para los cuales esos conceptos no tienen sentido. Actúan según su propia conveniencia, o según la conveniencia de los demás. Carecen de moralidad. Algunos son inmorales, pero otros simplemente amorales, es decir, relativistas. Curiosamente, en la literatura nos parecen odiosos, y sin embargo no hacen sino aplicar la filosofía relativista que se nos pretende presentar hoy como paradigma del hombre moderno y respetable. La realidad es que, de algún modo, hay criminales de ficción que son un ejemplo del relativismo más radical.
Raskolnikov, personaje de Crimen y castigo de Dostoievski, comete uno de los asesinatos más célebres y brutales en la historia de la literatura.
-Radicales para llevar sus principios (o, mejor dicho, su falta de ellos) hasta sus últimas consecuencias lógicas. Así, si alguien considera que "no matarás" carece de valor absoluto como precepto moral -como sostendría un buen relativista-, para dar un paso más y matar a alguien sólo hace falta llevar al extremo esa amoralidad relativista: pasar del dicho al hecho. Gracias a Dios eso no sucede a menudo en la vida real... quedándose más para el ámbito literario. Y gracias a ello disfrutamos de magníficas novelas, como Crimen y Castigo, donde de alguna manera se presenta un caso parecido al que señalo: el de un hombre, Raskolnikov, que mata para demostrarse a sí mismo la veracidad de sus construcciones mentales, que le llevan a situarse por encima del bien y del mal. Sin embargo, como es sabido, el protagonista terminará sucumbiendo ante los fuertes remordimientos que le produce su acción criminal. Se entregará a la policía y será condenado a Siberia. Una manera muy dura de aprender la falacia de sus teorías.
-Los experimentos, mejor con gaseosa. Lo cierto es que, por muchas teorías que el hombre elabore, justificando de un modo o de otro lo injustificable, la conciencia siempre está ahí, y no es posible acallarla.
-Son muchos. Pero puestos a citar alguno, me gustaría referirme a los clásicos: Sherlock Holmes… Por supuesto el ya citado Crimen y Castigo, de Dostoievski (del mismo autor incluiría El Jugador, aunque no sea propiamente de este género). También me han impactado: Mi prima Raquel, La Posada Jamaica y Rebeca, las tres de Daphne Du Maurier.
-En conjunto me gusta más el estilo inglés (más pausado, reflexivo, psicológico) que el americano (más volcado en la acción). Aunque Muerte en el Rompeolas, a pesar de desarrollarse en San Sebastián, y haberla escrito un servidor, creo que me ha salido más al estilo americano.
FICHA TÉCNICA | COMPRA ONLINE | |||
Título: | Muerte en el rompeolas | Ocio Hispano | ||
Autor: | J.A. Pérez-Foncea | |||
Editorial: | ETH | |||
Páginas: | 263 páginas | |||
Precio | 13,90 € | |||