Ediciones Cor Iesu ha publicado recientemente un librito lleno de datos y sentido común: Que todos sean uno en Cristo, de Edward Feser, un profesor de filosofía en California, muy conocido entre los católicos de Estados Unidos (por ejemplo, por su libro de 2008 La última superstición: una refutación del nuevo ateísmo, entre otros).
Que todos sean uno en Cristo desmantela desde un punto de vista católico la llamada teoría crítica de la raza (TCR), qué es otra transmutación más o menos frankensteiniana del marxismo, el victimismo, el resentimiento y la revolución distópica.
Es un libro breve, de 120 páginas con 7 capítulos, pero cargado de argumentaciones y datos.
El primer capítulo recoge la doctrina de la Iglesia contra el racismo, el segundo la tradición católica contra la esclavitud, el tercero habla de los derechos y deberes de las naciones y los inmigrantes (citando al catecismo, Santo Tomás, Juan Pablo II y Francisco), el cuarto explica la teoría crítica de la raza y el quinto y el sexto desmantelan la TCR con argumentos filosóficos y sociológicos; el último capítulo explica cómo el catolicismo debería enfrentarse a esta ideología.
Cristianismo y pluralidad de razas
El cristianismo tiene ya 2000 años y desde su inicio se extendió por todo tipo de países, razas y culturas, teniendo muy claro que esa era su vocación. Siempre ha tenido que conjugar la unidad y la diversidad. El racismo es la creencia de que no todas las razas son iguales en dignidad y en derechos y que no deben serlo ante la ley.
Feser muestra con documentos papales y eclesiales que la Iglesia siempre ha combatido el racismo, también el moderno que usaba argumentaciones pseudobiológicas. Pone los ejemplos de Benedicto XV en 1914, o la famosa encíclica en alemán de Pío XI de 1937 contra el nazismo, Mit Brennender sorge.
Sobre todo, usa mucho el documento de 1988 titulado La Iglesia ante el racismo, para una sociedad más fraterna, que piensa en el apartheid de Sudáfrica. Ese documento ya advertía de que "las ciencias contribuyen a disipar no pocas falsas certidumbres con las que se quieren justificar conductas racistas, pero por sí solas las ciencias no son suficientes para asegurar las convicciones antirracistas".
Puede conseguirse el libro aquí en Cor Iesu.
La Iglesia y la esclavitud
Es muy interesante el capítulo sobre la esclavitud, que es una realidad antigua como el hombre, ubicua, común en todas las culturas y solo recientemente arrinconada.
Feser matiza que cuando hablamos de esclavitud muchos piensan en la llamada "esclavitud mobiliaria", que es la que había en Estados Unidos justo antes de su guerra civil del Norte contra el Sur. Pero había otras modalidades, cómo la servidumbre por contrato (los indentured servants). Feser no lo detalla, pero muchos católicos escoceses e irlandeses fueron prácticamente esclavos con dueños ingleses en plantaciones inhumanas en América con este sistema.
Otra modalidad era la servidumbre penal para presos justamente condenados, o para presos en "guerras justas", a menudo guerreros que si se pusieran en libertad volverían a atacar poblaciones inermes.
Feser matiza que la Iglesia hace siglos que desaconseja estas dos variantes por llevar fácilmente a la esclavitud más deshumanizante, y que siempre ha condenado la primera, la esclavitud inmobiliaria, al menos desde el siglo XV, cuando los españoles empezaron a esclavizar y vender a la población guanche en Canarias. Era el inicio de la Era de los Descubrimientos y la exploración del Atlántico.
Feser cita la bula Sublimis Deus de 1537 del Papa Pablo III que dictaminaba que los indios, aunque vivan fuera de la fe cristiana, tienen derecho a la libertad y las propiedades, y que "no deben ser reducidos a servidumbre y todo lo que se haga de otro modo es nulo y sin valor".
Feser no menciona a la Reina Isabel la Católica, que 30 años antes, en su testamento, ya había dictado eso mismo para sus reinos americanos y así se implantó durante siglos en los reinos hispánicos. Feser no llega a explicar que en la América hispana la esclavitud estuvo muy restringida y prohibida con los indios (aunque siempre hubo abusos, funcionarios corruptos y prisioneros de guerra en las fronteras, sobre todo con apaches y mapuches).
Feser sí detalla que el Papa en 1537 califica de satánico el tratar a seres humanos como si fueran meras bestias animales. Además, era un texto dirigido a todos los fieles del mundo, no un documento técnico para tal o cual obispo local.
Feser menciona también al jurista español Francisco de Vitoria que en la primera mitad del siglo XVI detalló los argumentos de esta línea. Por ejemplo, refutó a los que citaban al prestigiosísimo Aristóteles que decía que "hay personas aptas por naturaleza para servir a otras". Vitoria respondía que incluso esas personas tendrían la misma naturaleza racional y los mismos derechos naturales que cualquier otro ser humano, y no se justificaba su esclavización.
Ya hablando del s.XIX, el último gran siglo de esclavismo transatlántico, recuerda que en 1866 Pío IX y el Santo Oficio incluso defendían explícitamente el derecho del esclavo a huir. Sobre la esclavitud Feser se apoya sobre todo en el libro The Popes and Slavery de Joel Panzer.
Manifestantes destruyen la estatua de San Junípero Serra en San Rafael, California, en 2020, pese a que San Junípero fue un defensor de los indios.
Inmigración y nacionalismo: acoger, pero con límites
El capítulo 3 habla de la inmigración y también previene contra sucesos como el patriotismo qué degenera en idolatría y soberbia nacionalista. Comenta la postura opuesta, lo que el filósofo inglés Roger Scruton llamaba oikofobia (de oikos, hogar en griego), el repudio de la propia nación, qué vemos cuando los occidentales denigran su civilización y reniegan de todo su pasado.
La oikofobia enlaza con la teoría crítica de la raza porque la TCR establece dogmáticamente que la raza blanca, Europa y Occidente, son inherentemente racistas, no pueden no serlo, y deberían compensar eternamente por sus maldades pasadas, actuales, futuras e imaginarias.
Feser dice que la enseñanza católica sobre la defensa de la identidad cultural no debe servir de excusa para el racismo y la xenofobia pero tampoco debe hacerse lo contrario, es decir, usar acusaciones falsas de racismo para minar la identidad de una nación y sus derechos.
La teoría crítica de raza: malo si la aceptas, peor si la criticas
El capítulo sobre la teoría crítica de la raza recoge frases y libros de sus ideólogos radicales. Insisten: los blancos y Occidente son y siempre serán racistas, si dejaran de ser racistas perderían toda su identidad, no les quedaría nada. Además, el que niegue ser racista es más racista todavía, y quién lleve la contraria a los predicadores de la TCR son evidentemente los más racistas de todos y malvados negacionistas. Eres racista por ser blanco, y más racista por negar que eres racista.
En realidad, la misma técnica se ha usado en el marxismo con la lucha de clases, y en otras variantes de victimismo y resentimiento. Como dice Fesser, esta misma técnica se puede aplicar al sexismo, el clasismo, la homofobia, la transfobia, con sus lista de pecados, desigualdades, microagresiones, "prejuicios implícitos" y mil pequeños tabúes más, invisibles, mil minimaldades que cometen todos los que no son acólitos genuflexos de esta corriente.
Ellos, el clero de esta religión que cree en el pecado pero no en el perdón, se encargarán de encontrar toda tu inmundicia y exigirte que pagues siempre y para siempre. Para eso, admiten, hay que limitar libertades: las leyes de libertad religiosa, insisten, dañan a los derechos de las personas queer, por ejemplo. En este sistema no hay espacio intermedio, no hay neutralidad: quien niegue esta tesis, es por definición racista, dicen los popes de la TCR.
Lo católico es usar la razón y la sensatez
El libro dedica dos capítulos a desmantelar esta ideología, usando argumentos razonables y sociológicos que no requieren de la fe y que cualquier agnóstico puede aceptar. Feser pone ejemplos que muestran que la TCR y su cancelación woke se parecen mucho a las actitudes que ya emplearon el totalitarismo comunista y el nazi.
Cómo conclusión, Feser afirma: "Los católicos deben oponerse a la teoría crítica de la raza, igual que se han opuesto a otros errores del pasado. La condena del racismo por parte de la Iglesia se basa tanto en nuestra naturaleza humana común, como es la redención del pecado hecha posible para todos por la gracia. Esto implica enfrentarse a la cultura de la cancelación y a la genética de la sospecha con la argumentación racional y la mutua comprensión".
Es, en fin, un libro breve pero con mucha sustancia, que puede dar mucho fruto en debates y proteger como una vacuna contra el virus perverso del victimismo y la oikofobia, en su variante TCR y en otras.
Puede conseguirse el libro aquí en Cor Iesu y en librerías.