Las Fiestas del fuego del solsticio de verano en los Pirineos fueron inscritas el 1 de diciembre en la Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial de la Unesco, en la X reunión del Comité Intergubernamental "ad hoc", reunido desde ayer en Windhoek (Namibia).
Esta candidatura, defendida conjuntamente por Andorra, España (Cataluña y Aragón) y Francia, era una de las cinco hispanas presentadas este año, de un total de 43 elaboradas por más de 40 países, entre ellos Colombia, Ecuador, Argentina, Perú, República Dominicana y Venezuela.
Esta candidatura de las Fiestas del Fuego del Solsticio de Verano en los Pirineos (conocidas como fallas) ha sido impulsada por los gobiernos de Andorra, Francia y España, y la integran 63 pueblos: 34 franceses, 17 catalanes, 9 aragoneses y 3 andorranos.
En la región pirenaica las fiestas del fuego tienen lugar todos los años durante la noche del solsticio de verano, subraya la Unesco al resumir esta celebración que incluye paseos por las montañas, hogueras tradicionales, danzas folclóricas, almuerzos comunales y otras muchas manifestaciones populares.
En realidad, estas "bajadas de fallas" (las fallas son antorchas con las que se encienden las hogueras) pueden darse en la noche de San Juan (es el caso de los pueblos de Senet, Vilaller, Pont de Suert, Barruera y Bohí) o en otras fiestas una semana o dos antes o después en otros pueblos.
"Cuando cae la noche, los habitantes bajan con antorchas encendidas desde las cumbres de las montañas hacia sus pueblos y ciudades, prendiendo fuego a toda una serie de fogatas preparadas a la usanza tradicional", relata.
La Organización subraya que "para los jóvenes, el descenso de la montaña es un acontecimiento de especial importancia, ya que simboliza su paso de la adolescencia a la edad adulta".
"Se considera que las fiestas del fuego constituyen una ocasión para regenerar los vínculos sociales y fortalecer los sentimientos de pertenencia, identidad y continuidad de las comunidades", de ahí que su celebración vaya acompañada de comidas colectivas y cantos y bailes folclóricos.
A veces, se asignan funciones específicas a determinadas personas, de modo que en ciertos municipios el alcalde enciende la primera fogata, en otros es un sacerdote; o el último vecino recién casado del pueblo quien enciende el fuego y encabeza el descenso desde la montaña, detalla la Unesco en su página web.
En otras partes, añade, "las jóvenes solteras esperan la llegada de los portadores de antorchas a los pueblos para darles la bienvenida con vino y dulces".
Al día siguiente por la mañana, los vecinos recogen las brasas y cenizas de las fogatas y las llevan a sus hogares y huertos para protegerlos.
La propuesta andorrano-española-francesa llegó a la reunión con los mejores auspicios, ya que el comité encargado de realizar los exámenes previos la consideró modélica, dijo a Efe en París la secretaria de la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Inmaterial, Cécile Duvelle.
Además de estar "particularmente bien hecha", la propuesta andorrano-española-francesa ilustra a la perfección los criterios de la Convención, centrada en la salvaguarda patrimonial, con el respaldo de una vasta movilización ciudadana, consciente de "practicar una tradición patrimonial, de querer conservarla y transmitirla", explicó.