“Queridos hijos, os voy a dar una noticia dolorosa. Satanás se está apoderando de toda la humanidad y ahora está intentando destruir la Iglesia de Dios por medio de muchos sacerdotes. ¡No lo permitáis! ¡Ayudad al Santo Padre!”

Este mensaje lo dio la Virgen María en Civitavecchia el 30 de julio de 1995. Casi 25 años después, las manifestaciones, apariciones y mensajes de Civitavecchia continúan difundiéndose, entre otros medios a través del libro-dossier de Flavio Ubodi La Virgen de Civitavecchia. Lágrimas y mensajes, recientemente publicado en español.

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Son muchas las manifestaciones y apariciones de la Virgen María a lo largo de la historia, e incluso en la actualidad. Pocas han sido aprobadas por la Iglesia católica y en muy contadas ocasiones el inicialmente incrédulo obispo del lugar, máxima autoridad de la Iglesia en la diócesis, es testigo directo de una manifestación de la Virgen. En el caso de Civitavecchia, sucedió con monseñor Girolamo Grillo el 15 de marzo de 1995, al ver llorar sangre de los ojos de una estatuilla de la Virgen que portaba en sus manos. Posteriormente, le son comunicados mensajes de la Virgen a través de una niña, Jessica Gregori, de apenas 5 años, algunos de los cuales transmite el obispo directamente al Papa San Juan Pablo II.

El propio San Juan Pablo II mantuvo una relación muy estrecha con los acontecimientos de Civitavecchia. Veneró y coronó en el propio Vaticano la imagen de la Virgen que había llorado sangre. Cuando insólitamente la Magistratura italiana secuestró esta imagen, una segunda imagen, idéntica a la primera, llevando la bendición del Papa polaco, fue regalada a la familia Gregori, en cuyo pequeño jardín comenzó a llorar sangre la imagen que había sido secuestrada. Esta segunda imagen exuda un óleo oloroso desde hace 24 años hasta la actualidad. 

Posteriormente el mismo Papa peregrinó hasta el Santuario de la Virgen, situado a las puertas de Roma. Como él personalmente ratificó en un documento, realizó el Solemne acto de ofrecimiento de la Iglesia a la Virgen el 8 de octubre de 2000, siendo la petición trasladada por el obispo Grillo a raíz de un mensaje de la Virgen.

Este libro fue solicitado y encargado por el obispo diocesano Grillo al padre Flavio Ubodi (vicepresidente de la Comisión Teológica Diocesana instituida por el mismo obispo para investigar los hechos) con el fin de presentar toda la verdad documentada de los hechos acaecidos en la ciudad de Civitavecchia que dieron comienzo en 1995.

El acontecimiento de Civitavecchia no es un hecho aislado, sino que se inserta, afirma el autor, en un plan preciso de Dios, que quiere salvar a la Iglesia y a la humanidad a través de María. La Virgen lo dice así: “Mi tarea es arrebatar a todos mis hijos a Satanás y devolverlos a la glorificación perfecta de la Santísima Trinidad” (mensaje del 25 de agosto de 1995).

Según el padre Ubodi, “ante el hecho de que la Virgen se ha manifestado, los cristianos no deben quedarse en la mera curiosidad o en la emotividad momentánea, sino acoger la llamada de la Madre y vivirla seriamente. Satanás quiere destruir la humanidad y la Iglesia, pero su tiempo de devastación va a terminar. La Virgen está preocupada porque la justicia divina va a intervenir, e invita a rezar para que se le conceda aún un tiempo para salvar a la humanidad. Invita también a refugiarse bajo su manto, todavía abierto y dispuesto a acoger a todos, pero que se acabará cerrando”.

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