Ha muerto la popular actriz y humorista Lina Morgan a los 78 años. Su nombre real era María de los Ángeles López. En los últimos años se dejaba ver poco, y más cuando enfermó, pero fue sin duda una de las figuras españolas más populares y queridas del teatro, el cine y la televisión. Alcanzó la cima de la popularidad teatral con "Vaya par de gemelas", que saltó a la TV en 1983 con 20 millones de espectadores; al año siguiente, con "Sí al amor", logró otros 18 millones. La serie de TV "Hostal Royal Manzanares", con cuatro temporadas entre 1996 y 1998, llegaba a juntar ante el televisor 8 millones de espectadores por capítulo. Casi toda España se ha reído hasta desternillarse con sus comedias.

Recibió una multitud de premios: Premio Miguel Mihura a la mejor actriz (1982), Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo (1984), Medalla al Mérito Artístico (1985), Empresaria del Año (1989), Premio Ondas (1998)... pero ella aseguraba que su preferido era la Medalla de Jesús el Pobre, que recibió en el año 2000. Al morir deja una cantidad importante de dinero y se supone que buena parte la entrega en herencia a entidades cristianas caritativas.

En el libro "100 españoles y Dios", de José María Gironella, explicaba que creía profundamente en Dios. "Hoy en día, añade, más que nunca para mí se convierte en una necesidad para poder seguir el día a día". Sobre la resurrección decía: "Tengo que creerlo, sería muy triste pensar que no".

Habló del tema con detalle en una entrevista que publicó La Razón:


–¡Por Dios! si lo he dicho siempre. ¿Es que ser católica es algún pecado?


–En el teatro, como en todas las profesiones, hay quien cree y quien no cree, pero yo siempre he tenido mis ideas muy claras. He tenido momentos malos en la fe, como todos, sobre todo cuando me ha faltado gente a la que quiero. Y me pregunto por qué esto, o por qué esto otro. Pero no han sido momentos de no creer, sino de incertidumbre.


–Siempre he llevado a Dios en mi corazón y en mis pensamientos con total naturalidad.

–No me gusta, ¡me encanta! Y la que más disfruta soy yo. Me río de mí misma, me gusta hacer reír a mis compañeros... y al público, lo que más del mundo. No sabes lo bonito que es, aunque suene a «topicazo», que entre alguien en el camerino y te diga: «Hija, qué alegría, he estado dos horas sin acordarme de mis problemas». Cuando el público lo pasa bien te sientes, incluso, mejor persona.


–¡Pues claro! A mí Dios me ha ayudado en todo. Eso sí, también le pido cuentas. Le digo: «Hombre, por qué me haces esto», «hombre, por qué me pasa lo otro». Son mis diálogos con Él...


–Constantemente. Se las doy porque, aunque haya sido trabajando, luchando y rompiéndome el alma, trabajando enferma o con mi padre prácticamente de cuerpo presente, le he pedido que me diese fuerzas, que me ayudase... y aquí estoy. Me ha ayudado en muchos momentos muy difíciles de mi vida.


–Todas las noches, cuando caigo rendida en la cama, rezo para que Dios me dé fuerzas. Le pido por los que están arriba, por los que están aquí, por muchas cosas...


–Yo he tenido un padre y una madre que nunca nos pusieron pegas para nada. El defecto de mi madre es que no supo ser más que madre, ¡fíjate qué bonito! Y tenía un padre tan cariñoso, tan comprensivo, tan humano, tan... como era mi hermano, que en paz descanse. Influyeron porque me enseñaron que había que rezar y ser persona, que no teníamos que ser malos con nadie, que daba igual el color de cada uno; él siempre decía: «Tú procura ser buena persona y ayudar a quien te lo pida». Ésas fueron las enseñanzas de mis padres.


–Quizá. Yo siempre he sido muy respetuosa con quien no cree, pero no hay por qué avergonzarse de ser cristiano. Aunque no esté de moda.


–Jesús está en todas partes, pero le pondría donde hay guerras, donde se abusa de los niños, donde hay personas mayores...


–Dando gracias a Dios por el cariño y la comprensión del público.