Nadie podría preverlo: Unplanned [Inesperado], una película de bajo presupuesto aunque excelente factura, provida y dirigida sin ambages contra el poderoso lobby abortista nucleado en torno a Planned Parenthood (socio declarado y donante millonario del poderoso Partido Demócrata), lleva tres semanas en el Top 10 de lo más visto en la cartelera estadounidense.
Se basa en la experiencia de Abby Johnson, directora de un abortorio hasta que vio con sus propios ojos cómo era un aborto de los que se practicaban en la clínica que gestionaba. Robert Barron, obispo auxiliar de Los Ángeles, ha explicado en Catholic World Report por qué considera que este film está llamado a desempeñar un papel crucial en la historia.
(Lea aquí una entrevista de ReL a Abby Johnson, la ex-abortista que cuenta su testimonio)
Robert Barron, obispo auxiliar de Los Ángeles. Foto: Ella Sullivan / EWTN.
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Nos encontramos en un punto crucial del gran debate moral sobre el aborto en nuestro país. No porque hayan aparecido nuevos argumentos, sino porque se han aprobado leyes que impresionan por su barbarie, y porque una película radical en su presentación de la realidad del aborto ha logrado una gran audiencia.
En su segundo fin de semana (5 a 7 de abril), Unplanned ocupó una increíble cuarta plaza en la taquilla estadounidense. Durante la semana se mantuvo en el Top 10, en la octava plaza, y el pasado cayó a la undécima. Fuente: Rotten Tomatoes.
Como nos recordaba John Henry Newman, el asentimiento a una proposición raras veces es solo una cuestión de aceptar una demostración racional; al contrario, suele deberse más bien a la suma de argumentos, imágenes, impresiones, experiencias y testimonios.
Los protocolos legales vigentes ahora en Nueva York, Delaware y otros estados, que permiten hacer una carnicería con un niño en el vientre de su madre en cualquier momento de sus nueve meses de gestación –e incluso sobre la mesa de operaciones, si milagrosamente sobreviviese al aborto–, han repugnado a buena parte de la nación. Y han permitido que la gente vea, en términos inconfundiblemente claros, todas las implicaciones de la retorcida ideología pro-abortista [pro-choice, pro-decisión de la madre]. Si una madre decide continuar el embarazo hasta el final y dar a luz a su hijo, de alguna manera esa decisión convierte al niño en sujeto de dignidad y merecedor de toda la protección de la ley; pero si una madre decide lo contrario, incluso un recién nacido que lucha por respirar en una mesa de operaciones puede ser asesinado y descartado como si fuese basura.
Poco importan la biología y la metafísica. Nuestras decisiones subjetivas determinan la realidad, y el resultado es un infanticidio aprobado por el Estado. Estas leyes son tan obviamente demenciales, tan claramente peligrosas, tan inequívocamente crueles, que están haciendo que muchas personas reconsideren su postura sobre el aborto.
Muchos norteamericanos, incluso muchos partidarios del aborto, no entienden las risas, aplausos y aullidos de la mayoría demócrata en el estado de Nueva York al aprobar que un bebé pueda ser descuartizado un minuto antes de nacer a término.
Unplanned, la historia de la desgarradora transición de Abby Johnson de ser directora de una clínica de Planned Parenthood a ser activa adversaria del aborto, ha demostrado ser una película sorprendentemente popular, a pesar de su escabroso tema y de la considerable oposición institucional.
Como tantos han señalado, Johnson está desempeñando un papel análogo al de Harriet Beecher Stowe en el siglo XIX. Aunque en aquella época se sucedían multitud de argumentos a ambos lados del debate sobre la esclavitud, muchos defensores de la esclavitud experimentaron una conversión al abolicionismo, no por demostraciones racionales, sino precisamente por la influencia de la gráfica presentación por Stowe de la realidad concreta de la esclavitud en La cabaña del Tío Tom.
Del mismo modo, hoy los argumentos y lemas a ambos lados de la controversia sobre el aborto son bien conocidos, y la mayor parte de la gente parece más o menos encerrada en su respectivo bando. Pero Unplanned, más que argumentar, muestra. En consecuencia, el “aborto” se convierte, no en un asunto abstracto, sino en algo palpable, real y sangriento.
La película arranca con el hecho que se demostró decisivo para la propia Abby Johnson. Como directora y administradora de una clínica de Planned Parenthood, sin duda ella era consciente de lo que sucedía en el establecimiento, pero apenas se había visto implicada en un aborto real. Una tarde la llamaron al quirófano y le pidieron sostener el aparato que permitía al médico ver la imagen ecográfica del niño en el vientre de su madre.
Cuando el médico empezó su trabajo, Abby pudo ver claramente cómo el niño descansaba cómodamente, antes de reaccionar con violencia al ser succionado por el aspirador introducido en el vientre. Luego vio espantada cómo era aspirado un delgado brazo, que reaparecía momentos después a su lado, en un catéter, en forma de puré de sangre. Mientras miraba, incapaz de apartar sus ojos del horrible monitor, vio cómo el niño, gravemente herido, intentaba evitar el aparato, hasta que desapareció una pierna, luego el otro brazo, y finalmente la cabeza del bebé. Y de nuevo los restos del niño vivo aparecieron como una pasta en el catéter.
En ese momento salió corriendo de la habitación, vomitó en el cuarto de baño y decidió apartarse para siempre de Planned Parenthood. La película deja claro que ella había escuchado argumentos contra el aborto toda su vida, porque tanto sus padres como su marido eran fervorosa y activamente provida, pero tomó su decisión después de ver lo que significaba acabar con la vida de un niño no nacido. Obviamente, su esperanza es que su película consiga un efecto similar en muchos otros.
Una de las escenas más memorables de Unplanned presenta una pequeña fiesta en la clínica al finalizar la jornada. Abby estaba embarazada, y sus compañeras, todas mujeres, se reunieron para hacerle un homenaje por el bebé. Pusieron globos, le hicieron regalos cariñosos, le dieron abrazos de ánimo… todo para mostrarle su alegría por el nacimiento de un nuevo niño.
Pero entonces nos damos cuenta de que esos profesionales sanitarios, esos buenos amigos de Abby, se han pasado el día entero matando niños en el vientre de otras mujeres. Incluso la sangre de esas intervenciones mancha sus batas y zapatillas.
¿Cómo es posible esa escena? La condición que la hace posible es la delirante ideología de la “elección [choice]” antes citada: si el niño es deseado, hagamos una fiesta; si el niño no es deseado, matémosle y tiremos sus restos a la basura. Los defensores del aborto tienen que saber que esto es lo que supone su filosofía, pero Unplanned les hace verlo.
En 1850, muchas personas buenas y respetables defendían la institución de la esclavitud. Ahora nadie en su sano juicio lo haría. En 2019, muchas personas buenas y decentes defienden la posición pro-choice [proabortista]. Solo podemos esperar que estas recientes leyes, y esta película radicalmente perturbadora, aceleren el día en el que nadie en su sano juicio lo haga.
(Traducción del inglés por Carmelo López-Arias)
(Lea una entrevista de ReL a Abby Johnson, la ex-abortista que cuenta su testimonio)