Esta bebida, cuyo nombre en latín es Ilex paraguariensis se prepara con la llamada yerba mate, yerba de los jesuitas o yerba del Paraguay; y la costumbre se remonta a la época precolombina.
En ese entonces los indígenas guaraníes llevaban alrededor del cuello un saquito de cuero que contenía las hojas de yerba mate que masticaban o bebían como infusión porque creían que el árbol era un regalo de los dioses y al consumirla absorbían sus propiedades divinas.
Esta práctica también tenía un fin social porque la yerba era usada para los trueques y fomentaba el compañerismo.
El mati era una pequeña calabaza donde preparaban la infusión y sorbían el líquido con una bombilla en forma de canuto hecha de tacuara, una caña que crecía en la zona.
Cuando los jesuitas llegaron en 1609 e instauraron las llamadas “reducciones” como sistema social y político, creyeron que el consumo de yerba mate era un vicio.
Sin embargo cuando los jesuitas conocieron mejor la yerba y su uso llegaron incluso a mejorar la técnica para consumirla.
Los jesuitas fueron quienes difundieron el consumo de la yerba mate al exportarla, tanto así que fue conocida como el “té de los jesuitas”.
Las hojas de yerba mate (Ilex paraguariensis) proviene del árbol que crece en el norte de Argentina, Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil debido a la alta temperatura y la humedad.
La yerba produce un efecto estimulante similar a la cafeína. Reduce el colesterol “malo” (LDL) e incrementa el colesterol “bueno” o HDL. Contiene vitaminas B1, B2, B3, B5, C, E, hierro, magnesio, potasio y varios aminoácidos.
En Caacupé, fundado hacia el 1600, vivía un escultor guaraní de nombre José que se había convertido al cristianismo con los jesuitas.
Una vez miembros de la tribu mbayá que no quería convertirse lo perseguían para matarle y él rezó a la Virgen prometiéndole hacer una imagen suya si lo ayudaba.
Se le apareció la Madre de Dios en persona y le gritó en guaraní “¡Ka´aguý cupe-pe!, que significa “¡detrás de los arbustos de yerba mate!”. El indio corrió y encontró un tronco grueso detrás del cual se escondió y sus perseguidores siguieron corriendo. José cumplió su promesa y talló la imagen de la que es ahora Patrona de Paraguay.
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