Charles J. Chaput, arzobispo de Filadelfia, la ciudad que recibirá al Papa Francisco para el Encuentro Mundial de las Familias, ha comentado la nueva encíclica papal “Laudato Si’”, afirmando que es “un llamado profundo y complejo a la conciencia, un reto para que todos nosotros reexaminemos nuestro cuidado del medio ambiente y nuestro amor por los pobres globales”.
“La encíclica argumenta con fuerza a favor de priorizar el bien común, la dignidad de los maginados y la belleza de la creación de Dios como un don que necesitamos abrazar y compartir”, añadió.
Charles Chaput, franciscano capuchino, indio potawatomi y arzobispo de Filadelfia
“Cuando los filadelfianos nos preparamos para el Encuentro Mundial de las Familias en otoño, el Papa Francisco nos recuerda que la familia es una escuela de amor y responsabilidad, la semilla de una cultura de vida que incluye la dignidad de la tierra y las necesidades de todos sus pueblos”, explica el arzobispo, que como franciscano capuchino e indio potawatomi parece sentirse a gusto con una encíclica que toma el título de un texto de Francisco de Asís y alaba la belleza de la tierra y la naturaleza.
Después, en su artículo semanal, el obispo relaciona la encíclica con dos populares escritores cristianos de literatura fantástica, J.R.R.Tolkien y su amigo C.S.Lewis.
“Varias generaciones han disfrutado con El Hobbit y El Señor de los Anillos, de Tolkien, y las Crónicas de Narnia y la Trilogía del Espacio, de Lewis. Lo que la gente a menudo no capta en ambos autores es su hondo amor a la naturaleza y a sus criaturas, profundamente cristiano, y su también profunda desconfianza a la tentación del hombre de dominar y abusar, de tratar a la creación como materia muerta disponible para ser explotada”, escribe el arzobispo.
El pueblo arbóreo de los Ents destruye las industrias del mal de Isengard que consumían sus bosques en El Señor de los Anillos, de Tolkien... La encíclica Laudato Si´ habla del concepto poético de la venganza de la naturaleza
“La palabra ‘creación’ es una clave para entender a ambos escritores. Tanto para Tolkien como para Lewis, toda vida y toda creación son dones de un Dios que ama. Ninguno negó el bien de la tecnología moderna, pero vieron con claridad que el mundo es una especie de sacramento, vivo, con una belleza que apunta al Creador”.
“No poseemos la tierra o sus criaturas”, prosigue Chaput. “Tenemos dominio sobre el mundo sólo como senescales, no como soberanos. Y como senescales tenemos el deber de respetar el orden creado y protegerlo por el bien común”.
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