Sale a la luz una nueva prueba de que el Vaticano y el papa Pío XII no fueron complacientes con el régimen nazi ni fascista durante la II Guerra Mundial sino que actuaron de manera concreta para salvar la vida de miles de personas.
Así ha quedado atestiguado en un libro publicado en Reino Unido centrado en el MI9, la unidad del servicio secreto británico centrada en “prisioneros de guerra, escape y evasión” y que tras la contienda fue disuelta. Es hermana de los más conocidos MI5 y MI6.
En el libro In MI9: A History of the Secret Service for Escape and Evasion in World War Two, (El MI9, una historia del servicio secreto para el escape y la evasión en la Segunda Guerra Mundial), Helen Fry relata los descubrimientos que ha realizado tras la desclasificación de miles de documentos entre los que aparecen los movimientos que se realizaron en el Vaticano para ayudar y acoger a soldados aliados huidos.
El verdadero papel de la Santa Sede
La conclusión a la que llega la autora a la luz de todos estos documentos es que la Santa Sede jugó un papel más importante en la ocultación de prisioneros de guerra aliados de lo que se reconocía hasta ahora.
El padre O´Flaherty, sacerdote destinado en el Vaticano, habría salvado la vida de más de 4.000 personas
En 1983, la película Escarlata y negro tenía como protagonista a un sacerdote católico irlandés Hugh O´Flaherty, interpretado por Gregory Peck, que ocultaba a estos prisioneros de guerra a pesar de la resistencia de las autoridades vaticanas, que temían las represalias de los alemanes. O´Flaherty existió en realidad, pero este nuevo libro muestra que el papel del Vaticano no fue como se contó en dicha película.
Este sacerdote se unió al diplomático británico John May y al conde Sarsfield Salazar, un ciudadano británico que se desempeñaba como inspector de campo de prisioneros de guerra para la legación suiza para formar la Organización de Escape de Roma. Tenían numerosos amigos en el Vaticano, especialmente en la Guardia Suiza y la Gendarmería del Vaticano, la fuerza policial en el microestado, y que acabó ocultando a los militares aliados en sus cuarteles.
La audiencia de Pío XII con un soldado refugiado
Pero este apoyo a los soldados aliados provenía también de las estancias más altas de la Santa Sede. Tal y como recoge Crux, cuando Albert Penny, un marinero de la Royal Navy que escapó de un campo de prisioneros de guerra italiano logró colarse en la Ciudad del Vaticano en 1942, se le permitió quedarse durante más de dos meses, e incluso se le dio acceso a los Jardines del Vaticano donde tuvo una audiencia privada con el Papa Pío XII.
“Lo esperé en la Sala di Tronetto donde me dio su bendición. Al conversar en inglés, lo que hizo razonablemente bien, dijo que estaba muy contento de poder conocerme y darme su bendición. También me regaló un rosario”, recordó más tarde este marinero. Finalmente, el Vaticano logró que este soldado pudiera salir a un pa
Pero lo fundamental es que el de Penny no fue un caso aislado. Como país neutral, los funcionarios del Vaticano no alentaron a los militares aliados atrapados detrás de las líneas enemigas a ingresar a esta ciudad-estado, pero una vez que llegaron se les brindó toda la ayda necesaria.
Varios de estos soldados se reunieron con Pío XII y se quedaron en el cuartel de la Gendarmería Vaticana. Cuando Roma fue liberada el 4 de junio de 1944, una docena de militares aliados vivían en la ciudad-estado y muchos más se escondían en propiedades propiedad de la Iglesia.
Los mensajes codificados de Radio Vaticano a Londres
Además, la autora del libro recuerda que Radio Vaticano envió mensajes codificados a Londres sobre prisioneros de guerra y el Banco del Vaticano prestó el dinero necesario a la legación británica para financiar la Organización de Escape de Roma.
Fry afirma que el Vaticano era un escenario destacado para el MI9 y que la documentación que muestra en su libro debería conducir a una reevaluación de la figura de Pío XII que se ha realizado por parte de algunos historiadores modernos.
“El Papa Pío XII sabía que los prisioneros de guerra estaban siendo protegidos en los recintos, y también bendijo a algunos de ellos antes de que regresaran a Gran Bretaña”, explica.