Nunca ha dejado de reivindicar el reconocimiento de las matanzas contra los armenios a principios del siglo XX en Turquía, y además mantiene una fundación que ayuda a los damnificados por el último terremoto en Armenia ("reconstruye escuelas, dota de quirófanos y material sanitario a hospitales. También da leche y productos alimenticios de primera necesidad", explicó en La Razón).
Admite que no recibió una educación formal, pero es de natural optimista y confiado y cree que Dios le recibirá bien, sobre todo, por su música. Así lo explica en una entrevista en el diario laicista El País.
- Dejé el colegio cuando tenía diez años y medio. Así que me fabriqué una cultura personal. Nadie me la enseñó, no tuve maestros.
- Mi única escuela ha sido la vida. Soy un niño de la calle, sí.
- Yo no desconfío de nada. Soy muy tonto para eso. Confío en la humanidad. Y he sido estafado, robado, vendido… pero no importa. Nunca hice daño a nadie.
- Soy optimista, mi padre lo era y aprendí de él. Cuando no teníamos nada, decía: “Dios nos lo dará”.
- Muy importante, aunque no sé si soy creyente. Dudo. Pero ¿qué pierdo yo no siendo ateo? Nada. En ese aspecto soy un egoísta, claro. Si no existe, pues nada pasará. Y si existe, me recibirá bien porque le he honrado en mis canciones.
- Sí, pero él no tiene la culpa. La culpa es de los hombres.