La aparición, de Xavier Giannoli, es una película francesa de ficción, un thriller dramático, que se estrena en España en 21 de septiembre. Un obispo de Doctrina de la Fe, en el Vaticano, contrata a un periodista que ha vuelto traumatizado de Oriente Medio, para que se sume a un equipo que va a investigar unas supuestas apariciones de la Virgen a una muchacha en un pueblo de los Alpes franceses.
Durante dos horas y cuarto, el espectador va conociendo a la joven vidente, al párroco que la acompaña, a los creyentes que organizan una especie de culto casi idolátrico hacia la joven.
Lo que mueve la trama, una y otra vez, es una incógnita: ¿de verdad hubo aparición, qué pasó realmente? Y, más allá de la incógnita está el Misterio: ¿Dios actúa... y cómo lo hace?
Un enigma con resolución sólo al final
No se puede contar mucho de la trama porque sólo se resuelve el enigma en los últimos 5 minutos, cuando entendemos finalmente lo que ha pasado... y aún así quedamos algo desconcertados. Recuerda algo en su estructura a El tercer milagro, película de Agnieszka Holland de 1999, en que un cura investigador de milagros, desanimado, encuentra una revelación sorprendente en los minutos finales del filme. Quien haya disfrutado con El tercer milagro también lo hará con La aparición.
La aparición no es una película piadosa ni devota, aunque es respetuosa con el sentido religioso, con la Iglesia como organización y con el Misterio de la fe.
Xavier Giannoli, el director, ha explicado en entrevistas que él no es practicante, pero que se hace las grandes preguntas y que de niño le dieron algo de catequesis.
Él es cineasta, trabaja con imágenes, y como tantas obras creativas en la historia, esta película nació de unas imágenes: "Comencé a interesarme por ver fotografías de chicas jóvenes que han tenido una aparición u otras que están en éxtasis, realmente me impresionó. Pensé que había algo, y si era una mentira, era aún más fascinante".
Una vidente joven que fascina
Por eso, toda la fuerza y credibilidad de la aparición pivota sobre la vidente joven... y la actriz que la interpreta.
"Vincent Lindon [que interpreta al periodista] y yo acordamos que si no encontramos a una actriz excepcional para interpretar a esta chica de 18 años, no podríamos hacer la película". Docenas de chicas hicieron las pruebas y Galatea Bellugi fue la que les convenció. "Interpretó la escena en la que describe la aparición. Nos quedamos atónitos, porque en ningún momento podemos creer que ella inventa o miente. Me sentí como si estuviera frente a un documental sobre alguien que realmente había experimentado eso".
Y es cierto que se trata de la escena clave de la película, el contacto absoluto entre la razón (el comité investigador) y el Misterio, que se puede explorar sólo a través del testimonio de la vidente, la joven Anna. "No soy una mentirosa", dice ella, serena. "Nunca mintió", dice la madre de acogida que la cuidó unos años. Y sus ojos, su mirada poderosa, parecen confirmarlo todo. "Vaya ojos, no es casualidad que fuera la elegida", afirma un personaje más que sospechoso.
Uno de los investigadores, dice, entre bromas, "esto no es el juicio de Juana de Arco". Pero sí lo es: es un juicio a una chica joven, de pelo corto o recogido, impertérrita al mundo, que dice tener unos mensajes de Dios.
Anna, chica criada en orfanato y casas de acogida, que no va a la iglesia, no reza y no sabe casi nada de la fe, ve a la Virgen en una colina cuando tiene 16 años y ésta le da un mensaje. Un año después, se lo cuenta al cura del pueblo. Y después recibe, en otra aparición, una reliquia, una tela con manchas de sangre. Entonces ella entra en un convento de semi-clausura como novicia. Llegan multitudes de peregrinos, el cura y las religiosas arropan a la joven y chocan con el obispo.
Cursillo acelerado de apariciones...
A Jacques, el periodista, que cree que "algo hay" pero no es religioso, le dan en el Vaticano un cursillo acelerado sobre apariciones. Le dan una lista de casos. Está Garabandal, en Santander, España, en 1971: le muestran fotos de los videntes en posturas extrañas. Atrajo a mucha gente, le dicen, pero para su obispo "no consta que sean hechos sobrenaturales". Luego le dan un ejemplo real de aparición aprobada en la Francia moderna: la visión de Jacqueline Aubry en 1947 en la iglesia de Saint-Gilles de L´Île-Bouchard. "El obispo aprobó esta aparición, la vidente murió en 2016", le explican (en ReL detallamos su muerte y su experiencia aquí).
Es curioso que la película ofrezca este ejemplo moderno, aprobado y poco conocido. Juana de Arco murió joven y en la hoguera. Bernadette, de Lourdes, se fue a una congregación religiosa a los 16 años, dos años después de la primera aparición, y sufrió bastante a manos de sus superioras, muriendo a los 35 años.
Pero Jacqueline Aubry siempre fue una laica, soltera, cristiana firme, catequista e institutriz. Vio a la Virgen cuando tenía 12 años, en 1947 y así lo contó toda la vida, siempre que se le preguntó. Murió con más de 80 años tras una vida razonablemente tranquila y feliz, sin salir del mundo. Las videntes de las apariciones aprobadas de Litmanova se casaron y mantienen una fe intensa, una vida familiar normal y buena relación con la Iglesia.
Hay que insistir en esto, porque la película plantea -y es clave para la trama- una especie de obligatoriedad de la vidente de sufrir, de renunciar a la vida familiar, al mundo... Y no tiene por qué ser así, o no más que en las vidas del resto de cristianos.
Las 3 claves del mensaje
Anna, vemos en el interrogatorio, tiene un mensaje de la Virgen, con 3 ideas:
- "oigo los gritos de dolor del mundo"
- "ayúdales a todos a descubrir el don que habita en ellos"
- "construye un refugio para mi Hijo".
El espectador cristiano ve que Anna es mística de algún tipo... pero si estuviera enamorada de Jesús, hablaría de Jesús con amor, y en la película no mencionan a Jesús en ningún momento. Y si estuviera impactada por la Virgen, ¿no hablaría más y con más pasión de ella? Pero, por otra parte, es una chica que no tenía formación religiosa. Sí la vemos rezar mucho a solas.
El extraño ambiente que rodea el lugar
En cuanto al "circo" que se ha montado alrededor de la joven vidente resulta raro para el espectador católico. Abundan los refugiados e inmigrantes, que hacen cola para recibir sopa bajo un cartel de "Welcome refugees". Los devotos cantan mucho el "Ave, ave, ave María" de Lourdes, pero solo en una ocasión se les ve rezar un rosario. Las velas, iconos, locales, etc... muestran fotos ¡de la guapa vidente, no de la Virgen! Esto es algo que no pasa en las apariciones modernas reales: sólo después de muertos los videntes empiezan a aparecer en estampas, velas u objetos devocionales. Sí aparecen en portadas de libritos puesto que son los que dan testimonio.
En la película, la organización de los eventos en el pueblo de las apariciones insiste en usar fotos de la muchacha en oración, aunque ella no tiene raptos místicos ni más visiones que las que ya contó
El culto a la fotografía de la joven Anna de ojos hermosos suena falso para el espectador cristiano. Pero el cineasta puede responder que, efectivamente, se trata de un grupo que está adquiriendo tintes sectarios y casi en rebeldía hacia la Iglesia. De hecho, se ve mucho a los curas revestidos, pero nunca se les ve celebrar los sacramentos. Se nota que el director tiene poca experiencia de cómo es el sentir católico cotidiano, litúrgico, aunque se haya documentado sobre apariciones.
Más extraño aún es que haya una "tela ensangrentada" entregada por la Virgen. Cuando los investigadores solicitan que se examine la tela es cuando se acelera todo el drama. En la vida real, la Virgen no entrega objetos en las apariciones modernas, aunque iglesias en Italia y el Monte Athos, en Grecia aseguran tener el cinturón de la Virgen (en Italia lo entregó en una visión medieval, en Grecia habría pasado de mano en mano desde época de los apóstoles). Una prueba física en nuestra era moderna es un punto "débil" para una conspiración o engaño.
Hay en la película una crítica al marketing mercantilista, pero no a la Iglesia en sí
Lo inverosímil y la búsqueda de la verdad
Pero lo más inverosímil de la película es la extraña rutina de Anna como novicia: vive en una habitación austera, pero en ella ¡tiene un portátil con conexión a Internet!, sale del convento a veces sola, a veces ayudada por una hermana, a horas raras, y el cura puede entrar rutinariamente en su habitación a altas horas de la noche cuando ella duerme.
Anna es el centro del enigma que nos cautiva. Pero el protagonista que nos conduce es el periodista: un hombre herido, traumatizado, por la guerra en Irak o Siria, donde ha muerto su amigo. Se apasiona al buscar la verdad de este caso, lo cual le lleva alivio y curación, al menos parcial. Con su corcho en la pared lleno de pistas, recuerda al periodista Lee Strobel en El caso de Cristo. Pero no está claro que la película apueste realmente por la verdad: hay demasiadas ocasiones, incluso al final, en que se parece defender el fideísmo o irracionalismo, más que el Misterio abierto a la razón.
Un icono de la Virgen de Kazán, que juega un papel en la película
Para abrir el diálogo con respeto sobre el Misterio
La película es respetuosa con la exploración del Misterio, y la Iglesia aparece como buscadora de la verdad de los hechos, no como estafadora ni manipuladora. Pero ningún personaje expresa amor por Jesús o una relación cercana con María como persona real (aunque ella parezca dejar caer señales en cierto momento y se ve vislumbra a Jesús ligado a María en iconos). La película puede ayudar a abrir un diálogo sincero y exigente sobre la fe, pero está lejos de los temas centrales del kerigma cristiano, aunque, al final, tantea el concepto de sacrificio. El espectador no cristiano puede verla sin sentirse "predicado" de ninguna manera, y así hacerse preguntas, pero su larga duración (2 horas y cuarto) dificultan su uso en formatos de cinefórum o debate.